23 enero 2010

Mateo 15 (Una fe perseverante)

Señor Jesús hemos llegado al momento de la mañana donde compartimos tu palabra, Señor yo me entusiasmo siempre que comparto esta palabra porque trae vida a la nuestra. La alabanza y la oración es importante, nos conecta a ti. Podemos adorarte a través de nuestras ofrendas también, pero ahora es el momento donde abrimos nuestros corazones y nuestras mentes para recibir tu palabra. Ayúdanos a tener un corazón enseñable que aunque sea una palabra que hayamos oído antes que podamos recibir algo nuevo de ella. Tu palabra es viva y eficaz y yo pido que esa vida llegue a la nuestra hoy. En el nombre de Jesús. Amen.

Quisiera que vayan conmigo al Libro de Mateo Capítulo 15. Yo voy a tratar de hacer esto bien rápido ya que quiero aprovechar bien el tiempo. Mateo Capítulo 15, verso 21. Yo entiendo que este es uno de los pasajes que es bien difícil de abundar en ellos ya que tiene ciertas confrontaciones que son bien difíciles de poder entender particularmente cuando envuelve a una mujer. Si nosotros leemos la historia se van a dar cuenta entonces de qué estoy hablando. Solamente voy a leer los versos del 21 al 28, pueden seguir la lectura. Mateo 15 del 21 al 28. Dice así la palabra del Señor: “... saliendo Jesús de allí se fue a la región de Tiro y de Sidón y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región, clamaba diciéndole “Señor hijo de David, ten misericordia de mi, mi hija es gravemente atormentada por un demonio”, pero Jesús no le respondió palabra alguna, entonces acercándose sus discípulos le rogaron diciendo: “despídela pues da voces tras nosotros”. El respondiéndole a ellos dijo: “No soy yo enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”, entonces ella vino y se postró ante El diciendo “Señor, socórreme, ayúdame” respondiendo El dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos y echarlos a los perrillos” y ella dijo “Si Señor, pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces respondiendo Jesús dijo “oh, mujer, grande es tu fe, hágase contigo como quieres”. Y su hija fue sanada desde aquella hora.”

Saben hermanos para mi siempre me ha parecido un pasaje bien interesante. A mi siempre me ha gustado poder entender bien el contexto en el cual está ocurriendo todo esto. Si ustedes ven desde el principio del Capítulo 15, Jesús estaba discutiendo con los fariseos acerca de comer comida con las manos sucias. Era un ritual acerca de pureza y cómo yo tomar comida sin lavarme las manos podía contaminar esa comida y entonces contaminarme a mi persona. Mas sin embargo Jesús les dio a entender a ellos que los que verdaderamente contaminan no es lo que entra al hombre sino lo que sale de su corazón. Después de haber tenido esta conversación de lo que es puro e impuro vemos a Jesús moviéndose a una región de gente impura.

Ahora, para mi es un contraste bien interesante porque después de haber hablado algo así va a una región donde ciertamente se iba a encontrar con personas que no seguían esos mismos rituales y no tan solamente eso sino que se encuentra con una mujer lo cual tampoco era muy aceptable en aquella época, que un judío tuviera conversación con una mujer y más cuando era una mujer gentil. Pero esta historia tiene un relato bien interesante. Esta mujer gentil se acercó a Jesús con un título mesiánico judío, el título Jesús hijo de David, es un título mesiánico y yo imagino que en este momento ya Jesús le estaba captando la atención algo en esta mujer porque he aquí el fue enviado a los hijos de Israel y los hijos de Israel no lo reconocen como el hijo de Dios, el hijo de David y entonces aquí vemos a una mujer que no era de la casa de Israel, reconociendo a Jesús como el hijo de David, como el hijo de Dios.

El silencio de Jesús se puede interpretar de varias maneras, tal vez uno puede pensar que la estaba ignorando por completo o solamente su silencio estaba causando que esta mujer buscara más. Es como si mientras El estuviese caminando estaba callado pero prestando atención a lo que la mujer estaba diciendo, pero los discípulos también jugaron un rol bien importante. Uno puede decir que tal vez los discípulos estaban incomodados por esta mujer y dijeron: Jesús por favor deshazte de ella rápido. O tal vez uno puede entender que está diciendo a Jesús: Concédele lo que ella quiere para que se pueda ir rápido.

Y aquí entonces es donde entra la polémica de las frases que Jesús expone delante de esta mujer. “No he sido enviado sino a los hijos de la casa de Israel”, y aunque yo reconozco mientras leo este pasaje que Jesús respondió así a los discípulos, la mujer como quiera lo pudo escuchar, y aquí es donde la mujer se postra delante de El. No vuelve a usar un título mesiánico para dirigirse a Jesús sino que ella reconoce que ella es una pecadora y como tal se está hincando delante de El. Es como diciendo “Señor, no tengo agendas delante de ti. Yo se que soy pecadora, pero tengo una necesidad. Ayúdame.” Y aquí Jesús entonces trae esta segunda frase que le choca a uno. “No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos”

¿Cómo usted se sentiría si a usted le dijeran perrillo o perrilla? Para muchos yo se que esto puede ser un insulto, uno piensa en un perrillo y yo pienso en los perros callejeros que están todos sucios, apestosos, comiendo basura, pero al yo ver eso me incitó a estudiar un poco más a qué Jesús se refería al haber dicho un perrillo. Y esta palabra perro en su griego original significa como si fuera un perrito mascota, no un perro de la calle. Y es este entonces lo que Jesús se dirige a ella llamándola como si fuera una mascota, como si fuera un perrito de casa.

Yo les pregunto ¿cuántos de ustedes tienen o han tenido perritos en su casa? Yo ahora mismo tengo un chiguagua, ya acaba de cumplir un año y es bien travieso todavía, pero nosotros lo hemos aprendido a querer mucho. Yo se que hay gente que tal vez me diría, Omar ¿cómo tu vas a querer a un perro? Pero ustedes que han tenido perro lo más seguro me entienden, uno desarrolla cierto tipo de conexión con esos perritos a veces al punto de que los perritos se meten con uno en la cama y duermen con uno en la cama. Yo se que algunos de ustedes tal vez no lo hacen pero.....

Yo quiero que ustedes imaginen algo, cada vez que mi esposa y yo comemos en la mesa Mailo, así es como se llama mi perrito, Mailo, el viene y siempre se siente al lado de nosotros en el piso y trata de treparse en la falda de nosotros para que le demos algo de comida, yo lo miro y le digo que no, que el tiene su comida ahí en su plato y hay veces yo no se, que el me pone estos ojitos de ternura, como que empieza a llorar un poquito y yo no me puedo aguantar, tengo que coger aunque sea un cantito de carne y dársela. Y cuando yo se lo doy, el asunto es que pide más pero hay otras veces que cuando recibe lo poquito que recibió y ya deja de molestar y se echa a un lado. Esta imagen que yo tuve con mi perro me ayudó a entender este pasaje, hermanos.

Cuando Jesús presentó esta ilustración a esta mujer, la mujer no se echó para atrás, la mujer se hizo parte de esa ilustración. Ella dijo, mira, sí, tal vez yo me podré ver como uno de esos perrillos, pero aun los perrillos de las pocas migajas de la mesa pueden recibir algo. Esta mujer no estaba buscando robarse toda la bendición de la casa de Israel, está buscando aunque sea migajas, cosas pequeñas de esa bendición tan grande y de una declaración tan pequeña nació una fe enorme y esto lo sabemos en cómo Jesús le respondió a ella. “Mujer grande es tu fe. A causa de eso tu hija es sana ahora”. En el libro de Marcos esa misma historia dice que en aquella misma hora la niña fue sanada. A causa de esa declaración fue vista una mujer de grande fe.

Ahora, hermanos yo no puedo evitar hacer una comparación aquí entre esta mujer y los discípulos. Primero una mujer que tenía todas las cosas en contra de ella, tradiciones, era gentil, cananea o siro fenicia, Jesús un judío con un grupo de discípulos que eran 12, ella las tenía todas en contra de ella, no tenía nada a su favor solamente su fe y aún así Jesús la categoriza como una mujer de grande fe. En el libro de Mateo, hermanos, hay distintos ocasiones en las cuales Jesús le dice a gente que no era judía que su fe era grande. Un ejemplo de esto fue el centurión romano, no era judío por lo tanto se consideraba un gentil, su hijo estaba enfermo y el le dijo a Jesús: “Jesús, yo no soy digno de que vayas a mi casa solamente di la palabra y yo se que el va a ser sano” y Jesús lo reconoció también como un hombre de grande de fe y su hijo fue sano a la distancia. Es el mismo caso con esta mujer, una mujer gentil que viene a Jesús y se lo dice: “tal vez yo no soy digna de ti pero mi hija necesita tu ayuda y necesito que hagas algo”. A causa de esa declaración en la distancia fue sanada su hija y ella considerada como una mujer de grande fe.

Miren qué interesante hermanos, un Capítulo anterior al que nosotros estamos leyendo, vemos el relato de Pedro caminando sobre las aguas con Jesús. Es importante reconocer que si Pedro, un discípulo, caminó sobre las aguas con el Maestro pero en medio de su prueba él falló. Cuando llegó al barco una vez más Jesús le dijo: “qué pequeña es tu fe”. Oye, ¡pero qué interesante es esto! A los que Él viene le dice que tienen poca fe o ninguna y a los que el no fue directamente que es la gente gentil, Jesús se encuentra diciéndoles a ellos tienen grande fe o tienes mucha fe.

Saben qué, hermanos, una fe persistente muchas veces viene de los lugares que menos espera. Muchas veces la gente que más uno considera que no tiene nada, son la gente que más fe tiene. La fe persistente, mis hermanos, siempre tiene sus recompensas. Esto es lo que yo puedo ver en la historia, el relato de esta mujer. Esta mujer tenía una fe persistente, no dejó que un rechazo, un supuesto rechazo quitara su fe, no dejó que los comentarios de discípulos apagaran su fe, ella estaba segura a quién ella se estaba dirigiendo y qué El podía hacer. Ella no dejó que nada le quitara su foco, ella sabía que Jesús podía hacer algo por su hija, comparado con Pedro cuando estaba caminando sobre el agua que tenía a Jesús de frente pero puso sus ojos en la circunstancias a su alrededor y se hundió. Esta mujer tenía a Jesús de frente a ella, tenía los discípulos por un lado distrayendo, comentarios de rechazo distrayendo por otro lado, tradiciones también distrayéndola, pero ella mantuvo su foco en Jesús. No hubo nada ni nadie que le quitara esa persistencia. Díganme ustedes esta mañana si nosotros tenemos algo grande que aprender esta mujer, de este relato.

Uno persiste hasta esperar recibir algo y muchos de nosotros hemos recibido lo que esperábamos y tal vez muchos de nosotros todavía estamos esperando y cuando no sucede lo que esperamos muchas veces la fe de uno en el Señor puede decaer. Yo le puedo decir esto, esto es una declaración bien sólida, el yo decir que tu fe al ser persistente va a recibir una recompensa yo me estoy poniendo en riesgo al decirte eso. ¿Sabes por que? Porque pueden haber momentos en los que lo que tu esperas no se de. Lo peor que puede pasar es que la muerte llegue y tu no veas lo que estabas esperando.

Mucha gente puede pensar que si la muerte llega, pues ya se perdió la esperanza no hay nada más que buscar. Pero sabes que? La fe de la cual se está hablando aquí tiene un punto más profundo, es una fe que está bien cimentada en el corazón de una persona, es una fe que no tiene un límite de tiempo sino que es una fe que va a dejar una herencia completa. Si ustedes ven lo grande de la fe como Abraham, Moisés, ustedes saben que muchos de ellos vieron la tierra prometida, en el caso de Moisés, vio la tierra prometida desde lejos más sin embargo nunca la alcanzó. ¿Acaso eso significa que él no tenía fe? ¿Qué él no era persistente? No, él era persistente, tenía fe pero su fe no terminó en la muerte sino que dejó una herencia para los que venían detrás. Los que venían detrás de él fueron los que recibieron toda esa recompensa. Moisés no tan solamente estaba pensando en una manera vana de: oh, fe solamente para mi o una recompensa para mi, Moisés sabía que su fe iba a dejar una herencia para todos los que vinieran detrás de él. Así que aunque él no recibiera lo que él estaba esperando él sabía que los que venían detrás de él, sí lo iban a recibir.

Esta mujer de la cual estábamos hablando, ella dejó una herencia de fe. Esa niña tuvo que haber sido impactada por ese milagro de Jesús. No se habla de la niña en el resto del pasaje pero imagínense ustedes cuando esta madre volvió a su casa y vio a su hija sana. Yo me imagino a su hija preguntándole: Mamá, ¿qué pasó conmigo? Y su mamá contándole todo lo que pasó. La mamá tal vez le dijo, mira puede ser que me hayan rechazado, pero esta persona a quien yo fui que se llama Jesús, yo sabía que El podía hacer algo por ti. He escuchado tanto de El alrededor del vecindario que yo tenía que ir a El y Jesús tan solamente con declarar una palabra ahí fue mi hija amada, donde tu fuiste sana. Tu fuiste sana por Jesús. Yo me imagino que esa niña, esa hija en alguna momento otro quiso haber conocido a Jesús. Tal vez ustedes podrán decir que yo me estoy inventando esta historia pero hay veces que es bueno tener creatividad. Imagínense en una de las veces que Jesús iba caminando por los distintos vecindarios donde El iba y que esta niña de repente lo ve pasar y la mamá le dice: mira, hija, ese es Jesús el que te sanó. Esa madre dejó una herencia en la vida de esa hija. La fe persistente de ustedes no tan solamente va a beneficiar sus vidas personales pero tiene, hermanos, tiene que dejar una herencia para los que vienen detrás de ustedes. La fe no es algo egoísta, la fe es algo que se comparte, si tu tienes fe, si tienes que tenerla en tu vida personal pero tu tienes que procurar que esa fe deje un legado para los que vienen detrás de ti. ¿Por qué? Porque habrán peticiones que tu vas a recibir pero tienes que pensar que esas mismas bendiciones tu no recibirás algunas de ellas pero los que vienen detrás de ti si las van a recibir.

Yo quiero terminar contándoles algo. Muchos de ustedes saben que nosotros hemos estado visitando el Hospital Shriners aquí en Boston, la hermana Marta Garzón y yo visitamos el hospital regularmente para visitar a estos niños y sus familias y en esta semana uno de los niños que yo estaba visitando, un niño de 3 años, un pequeño niño de Honduras vino aquí con su mamá solamente en un accidente que tuvo su cuerpo totalmente se quemó y a causa de todas su quemadura en la sangre desarrolló una bacteria que está afectando sus órganos internos. Ya el miércoles en la madrugada no lo aseguraban porque tuvo un primer paro cardiaco, el jueves en la noche tuvo un segundo y esta madrugada me llaman para dejarme saber que el niño ya había muerto.

Yo me pongo a pensar, Señor fueron tantas las veces que tanto la hermana Marta como yo nos sentamos a orar con la mamá de este niño, es una mujer que si tiene creencias en el Señor Jesús, allá en Honduras ella iba a una iglesia pero estaba apartada por cierto tiempo y al ella haberse conectado con nosotros en esta situación, ella decidió renovar su relación con el Señor. Yo recuerdo que ayer me llamaron de emergencia porque el niño no le aseguraban ayer, y yo fui al hospital, nos dieron permiso para entrar yo con la mamá y que la mamá pudiese agarrar la mano del niño porque el niño está en una incubadora que no se puede tocar. Mientras ella agarraba la mano de su hijo ella comenzó a llorar. Yo lo más que pude hacer fue ofrecer una pequeña oración en ese momento, ciertamente pidiéndole al Señor que hiciera su voluntad en medio de todo eso.

Cuando yo escuché que el niño murió esta mañana yo creo que a uno siempre le cae ese sentimiento de : ¿Señor, por qué no pudiste hacer un milagro y sanar a este niño? Nosotros teníamos una fe persistente cuando yo oraba, yo sabía, yo pensaba que tu podías hacer un milagro en ese niño, ¿por que no lo hiciste? ¿quién soy yo para cuestionar a Dios? Mientras venía en el carro para acá yo entendía en mi espíritu que el Señor me dijo: tu me pediste que yo hiciera mi voluntad y la hice. Tomé una vida pero otra vida fue reconciliada conmigo. Y esa reconciliación va a bendecir al resto de la familia. Hermanos en nuestra fe persistente podrán haber cosas que no veremos pero van a haber otras que si van a suceder, van a haber otras cosas que si van a poder ver. Estarás pidiendo un milagro de vida y tal vez la vida donde tu la esperas no se de, pero en otro lugar va a salir vida. Solamente si tu fe se mantiene persistente en el Señor ahí es donde Dios te va a dar toda la recompensa que tu esperas no tan solamente para ti sino que aquellos a quienes más tu amas.

Hermanos yo entiendo que en esta mañana este pasaje nos reta a que nuestra fe sea persistente, que si hay algo que tu estás buscando, lucha, lucha y lucha hasta alcanzarlo, no dejes que nada te quite el enfoque hasta que tu alcances lo que buscas, ni el rechazo, ni tal vez comentarios o tal vez tradiciones, enfócate en el que puede hacer todo en tu vida, enfócate en que si ocurre en tu tiempo o en el tiempo de los que vienen detrás de ti, la recompensa va a llegar. ¿Dónde vamos a estar nosotros? ¿Cuál va a ser nuestra perspectiva? Yo espero que persistamos hermanos, no importa qué. Que persistamos. Y la recompensa va a llegar a ti o a los tuyos. La recompensa va a llegar. Vamos a estar de pie, vamos a orar.

Hermanos yo no conozco la situación con la cual tu llegaste aquí esta mañana, pero de algo yo si estoy seguro y eso es que el Señor si lo sabe. Jesús sabia cual era la situación de esta mujer, las pregunta y comentarios que Jesús hizo tenían un propósito y era que la fe de esta mujer creciera a su máximo potencial. En tu vida, mis hermanos, podrá parecer que Jesús muchas veces está callado, podrá parecer que hasta ni te está prestando atención pero El sabe lo que hace, El quiere que tu fe crezca. Hoy tenemos un reto de que nuestra fe crezca, hermanos. Yo quiero tomar un tiempo para orar. Para aquel que necesita que su fe crezca o aun que la fe comience por primera vez, aceptando al Señor Jesús en tu corazón. Yo quiero abrir una oportunidad para hacer eso hoy. Si hay alguien que en esta mañana quiere decirle al Señor Jesús: Señor yo quiero que tu entres a mi vida, yo he experimentado rechazo, te necesito a ti, vengo a ti, ayúdame.

Si tu quieres ser una de esas personas que quiera tomar esa decisión hoy yo te invito a que tu levantes tu mano para nosotros orar por ti. Dios te bendiga hermana. Si tu quieres aceptar al Señor Jesús hoy, en esta mañana por primera vez como tu Señor y tu salvador, como aquel que es el autor de tu fe, siéntete libre de levantar tu mano para nosotros orar y si no te es mucha molestia, mi hermanos, quisiera que pasaras al frente para orar. Gracias Jesús, gracias a Dios. Si alguien puede acompañarla a ella también aquí, gracias Dios.

Señor Jesús nosotros venimos delante de tu presencia, Dios como una iglesia, como un cuerpo, presentado a esta mujer que viene hoy delante de ti. Tu conoces sus corazones mejor que nadie más, tu conoces la fibra más profunda en su corazón, tu sabes las cosas con las cuales ellos pelean, y tu tienes la respuesta para cada una de esas cosas. La respuesta eres tu. Jesús cubre los corazones de cada uno de estas personas hoy, perdona sus pecados, lávalos con tu sangre, purifícalos con tu santo espíritu y dales un nuevo comenzar hoy. Como esta mujer que tuvo un encuentro contigo y su vida cambió, la vida de su hija cambió así yo pido que la vida de mis hermanos y hermanas hoy cambie al tener un encuentro contigo. Tómalos en tu mano Señor, declara una palabra de bendición sobre ellos y que su fe, mi Dios, reciba la recompensa que esperan. Gracias te damos Dios. Sus vidas están en tus manos. Amen.

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