30 enero 2010

Zacarias 9:9

En el libro de Zacarías, profeta Zacarías, es uno de los últimos libros del Antiguo Testamento, uno de los profetas menores, no menor por edad sino por el volumen de lo que escribió. Un pedacito así de instrucción bíblica: En la Biblia hay profetas mayores y profetas menores, los profetas mayores fueron los que escribieron gran volumen como Isaías o Ezequiel, fueron profetas que escribieron una cantidad grande de enseñanza, y otros profetas que escribieron libros menores, de mayor extensión que se llaman los profetas menores.
Vamos a leer el versículo 9, de Zacarías. El Señor puso está palabra en mi corazón esta mañana, de hecho mientras le pedía una palabra así específica para nosotros y la comparto con ustedes, sobretodo en el versículo 9. Vamos a leer los versículo 9 y 10 de Zacarías 9. Dice allí la palabra del Señor “alégrate mucho, alégrate mucho hija de Zion, da voces de júbilo hija de Jerusalén, he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador. (Samuel prepáratelo en inglés) justo y salvador, humilde y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino, hijo de asna y de Efraín destruiré los carros y los caballos de Jerusalén y los arcos de guerra serán quebrados y hablará paz a las naciones y sus señorío será de mar a mar y desde el río hasta los fines de la tierra”. Amen.
Saben que ese pasaje fue escrito varios siglos antes de que se cumpliera esa profecía. El profeta Zacarías escribe en una época sombría de la vida de Israel, cuando Israel ha sido llevado a cautivo, ha estado en cautividad muchos años, regresa y ya Jerusalén está destruido y tienen que volver reconstruir la ciudad, y en ese ambiente de opresión y de tristeza por toda la gloria que se había perdido, Zacarías ministra y escribe su profecía.
Ese es el contexto de este llamado a regocijarse. Es un contexto sombrío, es un contexto de tristeza más bien. Israel está bajo la opresión de muchas naciones, sobre todo Persia que es el superpoder de esa época y que tiene señorío sobre Israel. Y hay otras naciones que también quieren destruir a Israel, y tomar posesión de ella. Y en ese ambiente de incertidumbre y de opresión repetida, el Señor envía esta palabra de esperanza, y les habla acerca de un ser maravilloso que ha de venir y que va a arreglar las cosas, y que va a ponerlo todo en su lugar. Por eso es que el profeta Zacarías dice estas palabras. Ahora entendamos, para que veamos algo interesante y es que de nuevo hay que recalcar que esto fue escrito, y eso se sabe históricamente, este libro de Zacarías fue escrito cientos de años antes de la venida de Jesucristo y Zacarías tiene muchos pasajes que hablan acerca de ese Mesías que iba a venir.
Es interesante que muchas veces en el Antiguo Testamento la venida del Mesías se presenta con un trasfondo triste, sombrío, peligroso, de amenaza. Y sin embargo siempre está acompañado de un llamado al regocijo y al gozo. Si usted mira por ejemplo en el libro de Isaías, Capítulo 9, usted puede ver allí esta idea de un llamado a la celebración, Capítulo 9.
Dice en el versículo 2 de Isaías 9 “... el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz, los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.”
Hermanos, tenemos que recordar eso, que muchas veces la palabra nos llamará a regocijarnos y a pensar en lo que Cristo hace posible en medio de tiempos de tribulación y de angustia, en que todas las cosas no nos van bien. Y en ese tiempo el Señor nos dice: mira, aunque todo no está bien contigo, aunque toda tu vida no está perfectamente bien y todas las piezas no están en su lugar, aun así regocíjate porque mi hijo va a asegurarse de que todo salga bien en tu vida. Mi hijo va a traer luz a tu vida y va a traer solución a tus problemas. Es maravilloso hermanos ese llamado de Dios a desafiar las tinieblas, a desafiar la negatividad y nos llama a regocijarnos en una forma como desafiante y militante en medio de la prueba.
Mi hermano, el Señor muchas veces permitirá que vengan tribulaciones y angustias a tu vida para preparar el trasfondo para la liberación que Dios quiere hacer en tu vida. ¿Y tu sabes lo que garantiza la solución, lo que garantiza el descender del poder de Dios a tu vida? Cuando tu, yo lo llamo preventivamente, decides gozarte en el Señor y celebrar al Señor y celebrar la liberación de Dios, aunque todo dentro de ti grite “no lo haga” porque no hay nada que justifique el celebrar y adorar. Y en esos momentos es cuando más tenemos que decir: No, yo voy a adorar al Señor, yo voy a declarar su bondad, yo voy a celebrar porque la palabra dice que “...el gozo del Señor es mi fortaleza”. Y nosotros tenemos que aprender a cultivar como un acto de la voluntad en el espíritu, el gozo del Señor, y celebrar al Señor aunque alrededor de nosotros todo no esté bien.
Hay algo hermanos, que cuando nosotros proféticamente anunciamos las cosas buenas que el Señor va a hacer por nosotros y rehusamos ponernos el manto frío y húmedo de la depresión, que el diablo quiere ponérselo a nuestras vidas, ese es el vehículo que muchas veces Dios usa para traer su salvación a nuestras vidas. Yo pensaba esta mañana, yo tengo autoridad para decirles eso, ¿sabes por qué? Porque yo no soy una persona de temperamento necesariamente muy expresivo y muy gozoso. Yo puedo encontrar diez razones por las cuales las cosas no van a salir bien para cualquier evento de la vida, pero yo he tenido que aprender a regocijarme y a celebrar y para mi eso no es una destreza natural, es una destreza que yo he aprendido y que he descubierto que resulta. Da resultado.
Cuando uno se niega a someterse al temperamento o a las circunstancias, y uno dice: No, con todo yo me voy a gozar en el Señor, yo voy a celebrar al Señor, yo voy a declarar la buena voluntad de Dios en mi vida, yo voy a declarar que El es bueno y que El tiene buenos propósitos en mi vida. Y cuando usted comienza a hacer eso como que se le comienza a calentar el cuerpo y el espíritu y comienza a fluir entonces la bendición de Dios en su vida, porque no hay nada que tenga más poder que derrotar al diablo que la alabanza del hijo de Dios cuando está en medio de pruebas y de tribulaciones, porque ahí es donde verdaderamente la fe se cumple. Hay un corito que dice: alabar a Dios cuando las cosas te salen bien, que bueno es, alabar a Dios cuando no hay problema, que cosa buena, pero si le alabas entre tus quebrantos ese Cristo santo se glorifica dentro de ti. Amen. Puede aplaudir, está bien. No me aplaude a mi, aplaude la palabra del Señor.
Hay que gozarse en el Señor. El profeta Abacuc escribiendo acerca de eso dice en el Capítulo 3 de Abacuc, versículo 17, y ustedes conocen el pasaje: “... aunque la higuera no florezca ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales, con todo yo me alegraré en Jehová, ¡Aleluya! Y me gozaré en el Dios de mi salvación.”
Abacuc está pensando, ¿qué es lo peor que me puede pasar? Bueno, si me falta esto, si me falta lo otro, si me cierran las puertas por aquí, si se me viene el mundo abajo, pero yo voy a ser una determinación de que con todo, a pesar de todo yo me voy a gozar en el Señor, y yo voy a alabar al Señor de todas maneras.
Hermanos, usted sabe que usted tiene que ensayar eso, porque eso no le va a venir naturalmente. Yo muchas veces me pregunto ¿que pasaría si me sucediera lo peor, lo que yo más temo, si yo me quedara como yo más temo quedarme, y si se me fueran todos los andamios de la vida, y se me desprendieran todas las cosas que yo considero como fuente de mi seguridad, ¿podría yo todavía alabar al Señor? Y yo digo, no creo que si, yo voy a confiar en que en ese momento la gracia del Señor me va a permitir alabarlo y glorificarlo y gozarme en El por fe, porque es por fe muchas veces que tenemos que hacer las cosas hermanos.
¿Sabes que hermano? El diablo no puede bregar con una persona que decide alabar al Señor en medio de su tribulación. Porque esa fe destruye, avergüenza y derrota al diablo. Cuando tu estás en situaciones de prueba, lo que el diablo te va a decir es como le dijo la esposa de Job a Job, “Maldice a Dios y muérete”. Eso que Dios dijo es mentira, eso son patrañas de los evangélicos, Dios no es tan bueno como El dice. Pero en ese momento tienes que decir como Job: No, yo creeré, aunque El me mate, yo creeré en El, dice Job, y yo lo veré con mis propios ojos. Y ciertamente Job vio la gloria, la misericordia, la bondad de Dios, su restauración y nosotros tenemos que hacer lo mismo, tenemos que creer y una y otra vez la Biblia nos llama a eso: a creer en medio de las pruebas. Y eso lo hace posible Jesucristo.
Usted ve el profeta Zacarías le está diciendo a los judíos, en medio de su tribulación, en medio de naciones que los están mirando hostilmente para destruirlos y para poseerlos y oprimirlos, el profeta les dice: regocíjense, alégrate mucho hija de Zion, da voces de júbilo. Muchas veces, hermanos lo que va a ahuyentar al diablo son esas voces de júbilo que usted va a dar en su casa y los demonios van a huir corriendo como los ratones a meterse a su escondite porque un hijo o una hija de Dios se atrevió a alabar al Señor en medio de la tribulación y de la prueba. Yo digo que esa es la última carta que se juega un hijo de Dios, cuando todas las demás cartas nos fallaron y no hay más lo único que nos queda es decir: Dios es bueno y para siempre su misericordia. Yo se que El va a traer su liberación, yo no se de donde va a venir pero yo se que la liberación vendrá de algún sitio, como dijo también uno de los profetas. Dios sacará liberación de alguna parte le dijo el tío de Esther, “si no viene a través de ti, vendrá a través de alguien”, y eso es a lo que yo he aprendido siempre en mi vida, ¿sabe? Que yo creo que Dios siempre tiene una solución para mi vida. Dios, aunque todas las puertas se cierren, ya es como un lema de mi vida, que siempre si no es la solución que yo espero, Dios sacará la solución de alguna otra parte y yo lo he visto eso una y otra y otra vez.
Cuando estábamos en esta cuestión del templo y las dificultades estaban allí y la incertidumbre de si íbamos a recibir el permiso o no, y a cada rato pues, salía otro nuevo grupo que quería un pedazo de mi piel y una explicación más y una reunión más y todo esto, y a veces parecía difícil la cosa. Pero yo decía: Bueno, Señor ¿qué es lo peor que puede pasar, quizás que no se construya el templo?, que yo creo que yo apuesto mi corazón que se construya, pero en medio de todo eso yo sabía, bueno si no es allí es porque tu tienes un templo mejor y más grande en algún otro sitio. ¿Entiende?, porque a veces las cosas no suceden como nosotros queremos.
Pero yo se una cosa, que mi Dios es fiel y que lo que El promete se cumple y que si El no saca la solución de un lado, la saca del otro porque El es un experto en milagros. Y nosotros tenemos que confiar eso, siempre asegúrate de que tu sepas eso en tu vida. El hijo de Dios con su poder, con su salvación, siempre está listo para nacer de nuevo en tu vida y para rescatarte de donde quiera que tu estés. Así que por lo tanto regocíjate preventivamente, alégrate preventivamente. Nunca le des lugar a la depresión, a la tristeza. Nunca te quedes en ese lugar terrible donde el diablo quiere meterte, en un escondite allí oscuro y tomándote pena a ti misma. Muévete y levántate y glorifica al Señor y ponte pintalabios si eres mujer, y si eres hombre no te pongas pintalabios, ponte otra cosa, pero celebra. Aquí en Massachussets hay que aclarar esas cosas, ¿sabe? Pero, sea lo que sea regocíjate y vístete bien. Yo creo en eso hermanos, cuando a veces no me siento muy contento o muy alegre es cuando mejor trato de vestirme y para decirle al diablo: Hey, no te vas a salir con la tuya. Este hijo de Dios cree que Dios es poderoso. Es así, hermanos.
Cuando estamos pasando por pruebas muchas veces el diablo quiere que nosotros simplemente nos echemos a morir y que dejemos de vestirnos y dejemos de llamar a nuestros hermanos y de venir a la iglesia y de hacer buenas obras y la palabra les dice: no, no, nunca te canses de hacer el bien. Nunca te canses de glorificar al Señor. Nunca le huyas al diablo, siempre dale la cara al diablo y dale la cara a la vida porque yo estoy contigo y más fuerte soy yo que lo que está en el mundo. Yo te voy a sacar adelante. Esa es la esencia de la vida cristiana.
Alégrate mucho, hija de Zion, da voces de júbilo, hija de Jerusalén. He aquí tu rey vendrá a ti. ¡Aleluya! ¡Qué linda esa promesa! Tu rey vendrá a ti. Sabes que Cristo vino al mundo, no como un rey impersonal y genérico y distante, sino que vino como un rey personal para cada uno de nosotros.
Es una cosa que siempre me impacta acerca de que cada vez que se anunció la venida de Jesucristo se anunció en término personales, muy íntimos. Fíjense como dice en Isaías, dice: “... porque un hijo nos es nacido, hijo nos es dado”. No dice: un hijo es nacido o un hijo ha nacido. No, dice: un hijo nos es nacido. En otras palabras, un hijo ha nacido en el seno de la familia. Cuando Cristo nació, nació en el corazón de cada hombre o mujer que lo recibiera, lo aceptara. Cristo vino como un ser personal. Cristo vino a establecer una relación para que tu no sientas solo más, para que no te sientas desamparado, para que no creas que solamente eres tu y la vida peleando allí, sino que tu tienes a Cristo contigo. El Señor vino a anunciarse a ti y a mi y si tu lo recibes el Señor se hace parte de tu vida también, el Señor entra a tu vida. Un hijo nos es nacido, un rey vendrá a ti. Ahí nos habla del carácter real de Jesucristo. Cristo vino en una forma humilde pero El es rey también, El es Señor de Señores, es el rey de reyes. Nosotros servimos a un gran rey, a un rey todopoderoso. Dice: “justo y salvador, humilde y cabalgando sobre un asno”.
Mire las cualidades que hay aquí: viene justo primeramente, sabe el Señor es justo. Y déjenme decirle algo que estas cualidades son para que nosotros también las imitemos. Estas cualidades son para que nosotros las imitemos. Las cualidades de nuestro Señor Jesucristo son para que nosotros las imitemos. La cualidad de la justicia, el Señor Jesucristo es justo. El vino a enderezar todas las injusticias de la humanidad, todo el maltrato de la gente, la opresión del hombre contra el hombre, la guerra, todas estas cosas, la explotación. El Señor vino a establecer un reino de justicia. Y mientras El venga nosotros tenemos que vivir en justicia unos con los otros, y debemos tratarnos con justicia unos a otros.
El vino para salvar, El es un rey salvador. El vino para rescatarnos de nuestros pecados, para salvarnos de nuestras situaciones difíciles, para traer solución a nuestros problemas, y sobre todo para reconciliarnos con el Padre Celestial. ¿Y sabe qué? En algún sentido nosotros también tenemos que ser salvadores para otros, tenemos también que ser misericordiosos para con otros, y tenemos que ejercer también misericordia para con los demás.
Hay una cualidad aquí que para mi es la más importante de todas. Dice que El vino cabalgando sobre un asno, humilde sobre un pollino, hijo de asna, y eso hermanos es bien importante, para mi esa es la esencia de este pasaje que está ahí: en esa cualidad, humilde de Jesús. Fíjese que uno pensaría: Bueno, el Señor es el rey que viene a salvar a su pueblo, viene a quitar la opresión, el yugo de estas grandes naciones, va a ser un rey poderoso, un rey lleno de fuerza, un rey atractivo, montado en un caballo blanco, con todo un ejercito detrás de El, y con toda una corte que le rinda pleitesía, y de momento como que cambia aquí las cosas. Uno está esperando: bueno, ese rey que va a salvar, va a tener todos esos atributos. ¿Sabe qué? Dice; viene humilde, cabalgando sobre un asno.
Yo leía un comentario de un escritor acerca de este pasaje y este hombre, que es un experto en el idioma hebreo, dice que la palabra que se traduce “humilde” es todavía mucho más fuerte en su implicación que la palabra simplemente humilde en español. La palabra es más bien, humillado, afligido, abatido, pobre, insignificante, es una palabra bien negativa.
¿Y por qué es importante señalar esto, hermanos? Porque muchos hebreos no pudieron entender que Jesús era el Señor porque ¿qué pasaba? Ellos esperaban un rey lleno de gloria, ellos esperaban ese rey como los hombres esperan que sea un rey y en su carnalidad ellos no leyeron, aunque ellos sabían que estos pasajes eran pasajes mesiánicos, pero su carnalidad y su orgullo nacional judío, no les permitió ver ese mensaje que yo les estaba diciendo: mi hijo, mi rey, el que yo voy a enviar a liberarlos, no va a venir como vienen los demás reyes. No va a venir a pelear una pelea física con las naciones y a ponerlos a ustedes a hacerlos el superpoder de la tierra, mi rey va a venir en una manera y en un paquete que ustedes no lo esperan. Va a venir humilde, sencillo y abatido y todo lo contrario de lo que normalmente ustedes esperarían que fuera un rey.
Eso es importante que nosotros lo entendamos, hermanos porque yo veo algo y es que Dios no quiso hacer las cosas como los hombres querían. Hay una controversia que Dios tiene con los hombres, el orgullo. Y nosotros queremos las cosas hacerlas con la fuerza humana, con el vigor y la astucia de nuestra mente y con nuestros recursos y nuestro talento. Y Dios dice: No, lo que yo traigo, la victoria espiritual que yo quiero hacer en este mundo no se va a ganar con armas de hombre. Y yo voy a establecer una forma de hacer las cosas muy diferente a como ustedes están acostumbrado a hacerlas, y mi hijo, mi rey, el que yo voy a enviar va a ganar con armas sencillas y armas de luz y armas de amor, y armas de bondad, armas de humildad.
Hermanos lo más importante de esa revelación es que esa es la forma en que nosotros también tenemos que pelear las batallas de nuestra vida, con armas de luz, no con armas de violencia. Yo le pido al Señor cada día que me ayude a poner a un lado las armas de la violencia, y de la ira, y de la opresión, y de la astucia humana, y de la fuerza humana, porque yo he descubierto que cuando el cristiano acepta a Cristo comienza a moverse bajo unas reglas y una dinámica muy diferente a la que se debaten los hombres, y que ya nuestras luchas tienen que darse con una metodología diferente, es la metodología de la debilidad y de la pobreza.
Yo creo que muchos de nosotros tenemos dificultades en nuestra vida porque todavía no nos ha amanecido esa gran verdad, hermanos, que nosotros tenemos que vestirnos de las armas de la luz. Y como Cristo, pelear con la humildad, la misericordia, la gracia, el perdón y ese es el vehículo a través del cual entonces fluye la gracia y la bondad de Dios en nuestra vida. Hermanos, hagamos un pacto con el Señor de poner a un lado las armas que el diablo usa. El diablo siempre podrá pelear con un hombre fuerte, con una mujer fuerte y lo vencerá porque el diablo es mucho más fuerte que ninguno de nosotros.
Pero lo que el diablo no puede pelear, lo que el diablo no puede vencer es un hombre, una mujer quebrantada y humilde y que dice: Padre, yo pongo a un lado mis armas, pongo mi espada, pongo mi revolver a un lado, pongo el palo que podría usar para golpear a alguien y ahora me visto de tu misericordia, perdono a los que me ofenden, me olvido de lo que me han hecho y pido que tu gracia descienda en mi vida y que tu te manifiestes en amor a través de mí. ¿Y sabe qué? El diablo eso no puede vencerlo, hermanos. ¿Dónde llevó a cabo el Señor Jesús la victoria más grande de todas? En la cruz del calvario. Allí inmovilizado, atado, clavado, derrotado, humillado, allí el Señor derrotó, dice, los principados y las potestades y anuló todas las acusaciones del diablo en nuestra contra.
Y así tenemos que hacer nosotros, en esta navidad, yo creo que la esencia del mensaje navideño es eso: que Dios usa las cosas humildes y sencillas para llevar a cabo sus mayores milagros, y que nosotros tenemos que tratarnos de esa manera. En este año que comienza, hermanos hagamos un propósito de cabalgar la vida humildemente, caminar humildemente, pongamos a un lado la aspereza. Pongamos a un lado la acusación. Pongamos a un lado el odio y la violencia. Y vistámonos del amor y de la humildad de Jesucristo. Caminemos ese camino que Dios nos ha trazado usando la sencillez y la mansedumbre, el amor de Dios. El Señor vino como un niño sencillo. El Señor vino como un humilde bebé, por medio de esa humildad el Señor hizo posible que la gracia de Dios corriera a este mundo y nosotros vamos a recibir bendición en este año, vamos a recibir bendición, pero va a ser por medio de ese caminar como Cristo caminó. Yo quiero, hermanos, que este año más que nunca nuestra iglesia sea una iglesia de armonía, de amor y de misericordia.
Yo quiero hermanos, que en este año si hay entre nosotros alguna pugna, si hay en cualquiera de nosotros algún resentimiento si alguien te debe algo, si alguien no te ha dado todo lo que tu piensas que tu merecías, si alguien no te ha tratado tan bien como tu piensas que debieras haber sido tratado, que no guardes en tu corazón ningún resentimiento contra esa persona. Busca las reconciliación, perdona a los que te ofenden. Camina la vida humildemente. Camina la vida con transparencia. Seamos transparentes unos a otros. Dejemos la ira. Dejemos la discordia. Dejemos las malas palabras. Dejemos la violencia en nuestro trato y cabalguemos humilde como el Señor Jesucristo vino. ¿Y sabes qué? Dios te hará poderoso a través de eso, Dios te libertará de las luchas que tu tienes. Dios humillará al diablo y dirá: Deja a mi hijo tranquilo ya, porque mi hijo ahora está usando las armas de la luz y tienes que respetarlo, tienes que darle libertad. Si nosotros obramos de esa manera Dios va a hacer su obra en nuestra vida. En esta navidad, hermanos yo creo que ese es el mensaje primordial de todo lo demás, la esencia de nuestro Señor Jesucristo hablará paz a las naciones, hablará paz a las naciones. Seamos hombres y mujeres de paz. El Señor Jesucristo vino a destruir los carros y los caballos, los arcos de guerra, dice, serán quebrados. Que Dios nos ayude, hermanos a ser parte de ese ejercito apacible en esta tierra, ese ejercito de paz.
Esa es la navidad. La navidad es paz y nosotros vamos a ser hombres y mujeres que caminemos en la humildad y la mansedumbre de nuestro Señor Jesucristo.
Vamos a ponernos de pie. Vamos a recibir ese llamado de paz a nuestros corazones. Vamos a cantar ese.... imaginemos a ese niño, ese bebé, humilde y sencillo que vino cabalgando en un pollino, un una asna y ese es el espíritu en que nosotros tenemos que caminar y ese espíritu nos da un poder, hermanos increíble. Nos da poder para romper todas las ataduras, para liberarnos de todas la dificultades que hay en nuestra vida. Es en esa confianza en el Señor, en pararnos en la bondad y la misericordia del Señor, no pelear nosotros con nuestras propias armas, sino dejar que el Señor nos liberte, que el Señor nos saque adelante, y confiar en El y tener gracia unos para con los otros. Ese es el origen, hermanos de todo gran triunfo en la vida. Vamos a cantar ese himno.
Vamos a bajar nuestras cabezas un momento, vamos a abrazar ese llamado de Dios ahora a nuestras vidas de paz y de misericordia. Padre, yo soy el primero que confiesa que muchas veces me falta esa mansedumbre que Cristo vino a ejemplificar y en esta tarde, Señor pido junto a mis hermanos que tu derrames una porción especial de la mansedumbre y del amor de Cristo y la humildad de Jesús en nuestros corazones. Señor Jesús el mundo está acostumbrado a la violencia y a la aspereza, a veces nosotros mismo pensamos que si no usamos esas armas vamos a ser abusados y explotados y oprimidos, pero tu nos has enseñado que en esas armas de alabanza y de fe y de declaración de tu bondad y tu fidelidad y de gozo y de celebración y de amor, perdón, nosotros podemos vencer en una manera que ningún hombre con sus armas humanas puede hacerlo. Ayúdanos a abrazar y a adoptar el espíritu de Jesucristo, Señor, en esta tarde. Y a ser como nuestro maestro, gente de paz, gente de amor y de bondad.
Señor abrazamos el espíritu de nuestro Señor Jesucristo en esta tarde.

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