30 agosto 2009

Isaías 40:27

En el versículo 27, Isaías 40:27, dice “¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tu Israel, mi camino está escondido de Jehová y de mi Dios pasó mi juicio? No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, El cual creó los confines de la tierra. El no desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas a quien no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas, como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.” Bendiga el Señor su santa palabra.

Esta mañana, en realidad el sábado por la mañana, como a las 4 de la mañana, mientras teníamos nuestro tiempo de vigilia aquí, un momento para yo compartir algo con los hermanos y estaba buscando allí una palabra fresca de parte del Señor y encontré este pasaje de Isaías, Capítulo 40, y mientras lo examinaba para ver si era apropiado para animar a nuestros hermanos, pensé: “en realidad es tan básico ese mensaje que quizás no se presta más que a una o dos oraciones rápidas, con frases rápida de comentario.” Porque mucho hemos recitado ese pasaje donde dice que los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan a Jehová..... etc, etc.

Pero siendo obediente a lo que sentía que era una palabra del Señor para el grupo, obedecí y la compartí con los hermanos y algunos me testificaron que fue de gran bendición, y mientras lo hacía sentía en realidad, la confirmación del Señor, y por eso, era un grupo pequeño ya a esa hora de la mañana, siento que Dios quiere darnos una palabra de ánimo. El viernes todo el fluir desde el comienzo mismo de la reunión fue del amor de Dios para con nosotros, la gracia de Dios que fluye sobre nuestras vidas, las buenas intenciones del Señor, el deseo que tiene el Señor de que nuestra vida espiritual no sea estéril, no sea rígida, no sea gravosa, sino que verdaderamente Dios tiene buenas intenciones para con nosotros, Dios quiere bendecirnos, Dios quiere afirmarnos y fortalecernos.

Y este pasaje habla precisamente a personas que quizás se sienten como que han llegado al final del camino. Quizás tu te sientes que tu carga te pesa demasiado, y llevas demasiado tiempo bregando con una situación difícil que no obedece a las oraciones, no obedece a las peticiones ni a los ayunos y tu ya estás quizás sintiéndote tentado a decir: ya no más, no voy a seguir intercediendo ni orando porque ya Dios se olvidó de mi y de mi camino. Esta mañana cuando entraba al servicio saludé una hermana que hacía un tiempecito que no la veía y me decía: Pastor, estoy aquí, estoy contenta pero llevo ya tres meses de lucha y de situaciones difíciles. Yo le dije, hermana usted está en el lugar correcto, aquí en la casa del Señor, aquí puede encontrar la esperanza que usted necesita, el gozo y la palabra que usted necesita. Y quizás como ella, yo sentí que eso fue una confirmación del Señor de que Dios quiere darnos ánimo para seguir en la batalla, seguir allí hasta que el Señor de lo que El tiene para nosotros.

El escritor Isaías, el profeta de Dios, comienza ahí en el versículo 27 con una pregunta, que es una pregunta retórica porque tiene su propia respuesta ya, la respuesta es obvia. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tu Israel, mi camino está escondido de Jehová y de mi Dios pasó mi juicio? En otras palabras, Isaías está refiriendo a Israel mismo, Jacob era otro nombre que se le daba a Israel, y le está diciendo: ¿Por qué piensas tu que Dios ya se olvidó de ti? Tenemos que entender el libro de Isaías, y el ministerio de Isaías. Isaías escribió a un pueblo derrotado, a un pueblo que estaba ya siendo exiliado, estaba pagando el fruto de su pecado de idolatría, de olvido de Dios, habían pecado contra Dios, estaban bebiendo las consecuencias de sus pecados, se sentían alejados de Dios, se sentía que no había esperanza para ellos. Un poderoso reino estaba en contra de ellos, no podían contar con el favor de Dios y Dios usó al profeta Isaías para escribir palabras, entre otras cosas, de ánimo para esa nación bajo juicio, esa nación desmoralizada.

Y por eso Isaías tiene pasajes maravillosos de consuelo, de parte del Señor, y por eso es que Isaías también contiene algunas de las profecías más bellas acerca del Mesías venidero. Porque el Señor quiso, no solamente bendecir a los judíos en exilio con palabra de promesa y de esperanza para ellos en el momento histórico que estaban viviendo, sino que también quiso bendecirlos con una visión a largo plazo, de un día en que Dios manifestaría su favor en una forma sin precedentes, final, y por eso hay estos pasajes también de promesa mesiánica, para el pueblo de Israel. Pero aquí específicamente le habla a los judíos y por extensión nos habla a nosotros, te habla a ti, y me habla a mi también. Porque Israel es el pueblo original de Dios pero la iglesia es esa continuación del favor de Dios entre los hombres. Nosotros somos el nuevo Israel. No que Dios haya terminado su propósito con Israel, pero esas promesas dadas a Israel, son promesas dadas a los hijos de Dios y nosotros también podemos tomarlas en el nombre del Señor. Amen. Están muy callados ustedes en esta mañana.

Pero Dios quiere también bendecirlos con esa promesa. Israel eres tu, Jacob eres tu y Dios te dice a ti. ¿Por qué tu dices que tu camino ha desaparecido de la vista del Señor? ¿Por qué te sientes tu como que ya Dios se olvidó de ti? Hermanos, el Señor, dice la palabra “nos tiene esculpidos en la palma de su mano”. Dios te conoce, Dios tiene conciencia de tu necesidad y a veces tu quizás te sientas como que tu has hecho cosas que ya te han quitado el favor de Dios, ya tu no tienes derecho a recibir nada de Dios. Quizás tu has cometido errores en tu vida y te has metido en situaciones serias, quizás hasta has negado a Dios en algún momento de tu vida, y tu quizás, como Israel, te sientas, ya mi oportunidad pasó, ya mi tiempo pasó. No hay esperanza para mi. O quizás es la primera vez que tu vienes a la iglesia y sientes que esos milagros que la Biblia dice que pueden suceder y esas respuestas son para aquellos que llevan mucho tiempo en el Evangelio o los que saben orar, o los que son expertos en la Biblia o los que saben hacer guerra espiritual. Yo quiero decirte que lo único que Dios necesita es un corazón que le crea, un corazón contrito y humillado. Un corazón que diga: Señor, para ti no hay nada imposible.

Cuando tu miras en la palabra, yo recordaba esta mañana, el caso del paralítico sentado allí al lado del estanque y dice la Biblia que cada cierto de número de meses o años venía un ángel misteriosamente, invisiblemente, removía el agua y la gente ya sabía que cuando veían esa agua removerse así, por una mano invisible, eso quería decir que el poder de Dios estaba allí y el primero que se lanzara al agua recibía la bendición y era sanado. Y ese hombre paralítico estaba allí y llevaba años sin poder recibir su milagro, porque había otros más ágiles que él que se lanzaban antes. Y quizás ese hombre se sintió como se sentía Israel, o quizás como te sientes tu. Ya mi esperanza ha pasado y no hay futuro para mi porque otros..... y así es que piensa el hombre, pero Cristo ha venido a traer una nueva forma de Dios relacionarse con los hombres. Ahora no es por el esfuerzo, ahora es por la gracia de Dios, esa gracia que nosotros no merecemos. No es por lo que tu haces, no es por la fuerza que tu tengas, no es por tus buenas obras, no es por el dinero que tu das a la iglesia, es simplemente por el favor y la gracia y la misericordia de Dios en tu vida.

Si tu tienes un corazón que desea ver la gloria de Dios y tu te estás humillando delante del Señor, y tu dices: “Padre, para ti no hay nada imposible”, ese milagro puede darse en tu vida también como se dio en la vida de ese paralítico. Porque el Señor Jesús se acercó a él y le dijo: “¿Cuál es tu problema, qué tu necesitas?”, él le explicó “cada vez que yo quiero tirarme al agua cuando se mueve siempre hay alguien que se viene delante de mi y yo pierdo la oportunidad”, y el Señor le dijo: “No te preocupes, yo te sano”. Y ese hombre salió con su camilla en el brazo como un símbolo de que con Cristo todo es posible, de que Cristo es la fuente de la gracia y de la misericordia.

Anoche mientras comenzábamos, o la noche anterior, mientras comenzábamos nuestro servicio, el Señor me hablaba en el Libro de Zacarías acerca, precisamente en la construcción del templo, en el Capítulo IV, en el Libro de Zacarías hay un llamado al pueblo de Israel a edificar el templo después del exilio, después de los tiempos de Isaías, precisamente. Dios invita al pueblo hebreo cuando han regresado del exilio a edificar su templo. Y los israelitas se sentían derrotados después del exilio, era un grupo pequeño el que había regresado a Israel. La tarea de construir un templo digno del Señor parecía muy grande, parecía muy difícil, no tenían recursos, no tenían dinero suficiente, no tenían suficientes albañiles y gente talentosa. Y el Señor quiso animarlos a que le construyeran el templo, porque el Señor quiere su templo construido, así como lo quiere aquí también en León de Judá, que le construyamos un templo. Se necesita gente esforzada que entiendan que Dios quiere que ese templo sea construido y que crean que Dios lo hace posible.

Entonces El le escribió a través de Zacarías al pueblo, y miren cómo le dice aquí en el versículo 6, 4:6, Zacarías. “...... entonces respondió y me habló diciendo: “esta es palabra de Jehová a Zorobabel”, es decir, Zorobabel era el que iba a construir ese templo, un gobernante de Israel, “..... que dice, no con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿quién eres tu, oh, gran monte, delante de Zorobabel serás reducido a llanura. El sacará la primera piedra con aclamaciones de ¡gracia, gracia! a ella.”

¿Y qué es lo que está diciendo aquí? Dios está animando a su pueblo diciendo: “miren, ustedes van a construir ese templo, parece difícil, pero mi templo no se va a construir necesariamente con el esfuerzo de los hombres sino con mi espíritu. Ven, las obras del Señor se hacen no con el talento, no con lo que nosotros podemos necesariamente hacer nosotros, sino es Dios usándonos. Y entonces Dios dice: “..... y entonces cuando ustedes pongan la primera piedra, en señal del comienzo de la obra, el pueblo va a decir ¡gracia, gracia! Es decir, ese templo va a ser construido no con sudor necesariamente y lágrimas y sufrimiento y padecimiento, sino con mi gracia, con mi favor, con mi bendición y ustedes lo van a levantar, y ese monte que parece inmenso, ustedes lo van a aplanar para que sobre el esté mi templo, y será reducido a un valle en un momento, porque mi gracia va a fluir a través de ustedes.

Hermanos, la idea es que quizás hay una tarea que Dios tiene en tu vida, hay una situación, hay un gran monte que está frente a ti, tu estás luchando con alguna situación difícil y Dios dice: “mira, en un momento ese gigante que parece invencible, Yo lo voy a reducir a nada, y tu vas a comenzar a ser bendecido, y tu vida va a ser edificada, y tu vas a oír aclamaciones de ¡gracia, gracia!. Cuando tu estés en dificultades, hermano, cuando tu estés en problemas, di ¡gracia, del Señor!. Envía la gracia de Dios contra tu problema. Envía la gracia del Señor contra tu necesidad y esa declaración del favor de Dios reduce los obstáculos a nada.

En vez de nosotros dejarnos atemorizar por los problemas y las dificultades de la vida, Dios nos llama más bien a confiar en su favor, en su bondad, en su misericordia, en su fidelidad. Y por eso aquí en el siguiente versículo dice en Isaías, Capítulo 40; “no has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra. El no desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance”. Miren la respuesta que le da Isaías a esa gente que está desmoralizada. No les dice “tu problema tiene solución, no te preocupes, Dios te va a contestar”. La contestación de Isaías es una invitación a mirar hacia Dios, a poner la mirada en el Señor, a enfocar los atributos de Dios, a pensar quién es Dios, y a meditar en sus obras maravillosas, en su carácter perfecto, en su poder, en su conocimiento, en su sabiduría. Isaías le dice a esa gente afligida: “miren a Dios, miren los atributos de Dios, miren quién es Dios. Dios conoce todas las cosas, El no desfallece”, es decir, Dios tiene conocimiento de todo y también tiene poder para resolverlo todo.

Y si usted mira todo ese Capítulo 40, sobretodo el versículo 12 en adelante, es una gran alabanza y un gran señalamiento de quién es Dios, del poder que El tiene, lo invencible que Dios es. Y en realidad lo que tenemos aquí en el versículo 27, aunque yo comencé con el 27 es más bien la culminación de esos versículos anteriores, porque es simplemente una aplicación práctica de todo lo que antecede a esa pregunta retórica. Si usted mira en el versículo 12, Isaías dice “¿quién midió las aguas con el hueco de su mano, y los cielos con su palmo, con 3 dedos juntó el polvo de la tierra y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al espíritu de Jehová o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado?

Versículo 15 “he aquí que las naciones le son como gota de agua que cae del cubo y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas. He aquí que El hace desaparecer las islas como polvo, ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio, como nada son todas las naciones delante de El y en su comparación serán estimadas en menos que nada y que lo que no es”. ¿Tu entiendes?

La clave al poder del cristiano está en enfocar a Dios, no enfocar las crisis, no enfocar los problemas, no enfocar las situaciones difíciles por las cuales estamos pasando, ni siquiera enfocarnos a nosotros mismos y nuestras limitaciones personales, sino poner la mirada en el Dios poderoso que nosotros tenemos. Ese es el secreto, hermanos, de una vida llena de poder. Esa es una de las armas más efectivas que nosotros tenemos para vivir una vida exitosa. Es mantener la mirada puesta en nuestro Dios, llenarnos tanto de la conciencia de quién es Dios que al nosotros mirar por nuestros ojos, estemos mirando por los ojos de Dios y sintamos el mismo poder y la misma confianza que Dios tiene para remover cualquier obstáculo, para vencer cualquier situación.

Usted recuerdan el pasaje cuando Josué y Caleb son enviados con los 12 espías a la tierra prometida, y cuando ellos regresan de la tierra prometida, 10 de los espías dieron un reporte muy negativo. Los espías no miraron y vieron esa tierra que fluía leche y miel, no vieron los grandes racimos de uva, señal de una fertilidad muy grande en la tierra, sino que vieron a esas tribus que eran dueñas de esas tierras que Dios les había entregado a ellos, y vieron sus grandes cuerpos y su fuerza y vieron sus ejércitos bien desarrollados, y vieron sus armaduras y sus armamentos muy bien preparados y ellos se miraron a sí mismos, habiendo estado años y años en el desierto, quizás no tan nutridos como ellos, ni tan bien entrenados en la guerra y se enfocaron en las dificultades, se enfocaron en las amenazas que había, pero Josué y Caleb, dice la Biblia, que “en ellos había un espíritu diferente a los otros 10” y Josué y Caleb miraron donde tenían que mirar.

Si usted busca en Números, Capítulo 13, después de todas las diferentes quejas del pueblo, dice que Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés y dijo: “subamos luego y tomemos posesión de ellas porque más podremos nosotros que ellos”, y entonces dice más abajo, “los israelitas mirando, dice en el versículo 33 decían, y éramos nosotros a nuestro parecer como langostas”, es decir se estaban mirando a ellos mismos. Pero Josué y Caleb estaban mirando al Señor.

Si usted busca también en el Deuteronomio, Capítulo 1, en el versículo 28 dice “¿a dónde subiremos? Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazón diciendo “este pueblo es mayor y más alto que nosotros, la ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo, y también vimos allí a los hijos de Anac, entonces os dije: “No temáis, ni tengáis miedo de ellos. Jehová, vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, El peleará por vosotros, conforme a todas las cosas que hizo por vosotros en Egipto, delante de vuestros ojos.”

En otras palabras, los judíos, los 10 espías estaban mirando las cosas negativamente, miraron la grandeza de los gigantes, miraron los ejércitos, se miraron a sí mismos y se vieron como insectos ante la grandeza del enemigo, pero Josué y Caleb dicen: “pero Dios está con nosotros.” Ellos miraron a Dios, ellos miraron al Señor que había prometido acompañarlo, y dijo “no temamos, nosotros vamos a destruir, nosotros vamos a vencer”, y por eso, hermano, cuando tu encuentres en una situación difícil, no te enfoques sobre el problema. Enfócate sobre Dios que es fiel. Dios que es bondadoso, Dios que es misericordioso. Al tu enfocar tu mirada en El, al tu empaparte con su presencia, el poder de Dios va a entrar a tu vida, la confianza del Señor te van infundir ánimo para tu confrontar cualquier situación que tu te puedas encontrar. Lo importante, hermanos, para el creyente es precisamente estar siempre enfocado en la persona del Señor.

¿Por qué nosotros tomamos tiempo para ayunar, tomamos tiempo para estar en una vigilia? A algunos le puede parecer quizás una vigilia..... yo he hablado con Meche acerca de esto en años anteriores y aún en este año, y decíamos: “la verdad es que una inversión bastante grande de tiempo, son 12 horas en este caso, como hicimos este viernes, más después todo el tiempo de recuperación. Alguno se puede preguntar ¿valdrá la pena esto? Y yo creo que el provecho de uno pasar tiempo así delante del Señor es que nosotros vamos almacenando el poder y la gloria del Señor. Cuando estamos ante la presencia de Dios, cuando pasamos tiempo meditando en el Señor, orando, clamando, nos convertimos en esponjas que van atesorando y amontonando el poder y la gracia de Dios dentro de nosotros. Nuestra conciencia va siendo renovada y entonces podemos con más fuerza, con más ánimo, salir y confrontar los problemas.

¿Por qué venimos a la casa de Dios? Una buena parte es adorar al Señor, rendirle gloria y honor pero también es renovar nuestra conciencia del Dios Todopoderoso al cual servimos, es recordarnos que somos miembros del reino de la eternidad, que somos espíritu, que las batallas se ganan con el espíritu del Señor, que por más que nosotros trabajemos, por más que nos esforcemos, si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican. Pero si Jehová edifica la casa, entonces sabemos que la casa va a permanecer y nosotros entonces buscamos esa renovación de la conciencia del poder de Dios en nuestra vida.

Cuando estés pasando por situaciones difíciles, de dificultad, de reto en tu vida, mira hacia tu Dios. No te concentres en el problema. No te concentres en esa situación persistente de tu vida. No te concentres en los fracasos del pasado. No te concentres en lo grande del enemigo, sino piensa: “mi Dios es mucho más grande, y Dios está conmigo y yo venceré en su nombre.”

Cuando el Apóstol Pedro era un mero pescador se encontró en una gran tormenta con los demás discípulos y clamaron al Señor y vieron al Señor caminando sobre las aguas en señal de su señorío, de su poder. Y Pedro, como siempre se había adelantado, le dijo: Señor, si eres tu has que yo camine hacia ti. Y el Señor le dijo: “Pues, adelante, Pedro”. Y dice la palabra que mientras Pedro caminó en fe, él caminó sobre las aguas pero en una parte del relato dice que cuando él comenzó a ver la tormenta que rugía alrededor de él, comenzó a hundirse. Quitó la mirada del Señor, se concentró en el problema, se concentró en lo racional. El comenzó a pensar: es imposible, ¿cómo puedo yo estar caminando sobre las aguas con esta tormenta tan grande, con estas olas tan inestables? Nadie ha hecho eso jamás, el Señor quizás lo pueda hacer, pero yo no. Y al comenzar a mirar la situación, las circunstancias, perdió su poder y tuvo que clamar de nuevo al Señor y el Señor le tendió la mano y lo sacó para que él pudiera caminar efectivamente sobre las aguas.

No podemos mirar al problema. No podemos estar mirando lo difícil que parece la visión, quizás Dios ha puesto algo en tu vida, un deseo de seguir adelante y de superarte en algún aspecto de tu vida. No pienses: es demasiado grande, es demasiado difícil. Si Dios está contigo, tu puedes hacer cualquier cosa. El Apóstol Pablo dice que todo lo podemos en Cristo Jesús. No mires lo grande de la dificultad, mira lo grande del Dios que dice “yo estoy contigo”. El Señor Jesucristo dice: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Yo he visto a muchos de ustedes hacer cosas maravillosas, el mismo Mark, que Dios lo está usando allí en Honduras, he visto su persistencia a través de todos estos años. Ha habido momentos en que ha habido contratiempos y cosas que pensamos que se iban a dar, no se dieron, pero este hombre ha persistido y ha sido fiel a una visión y se ha mantenido allí, y vemos como Dios lo está levantando, lo está bendiciendo, está dando lo que se necesita para un ministerio exitoso.

Ayer mismo hablaba con una hermana de la congregación, la conozco hace muchos años y he visto como esta hermana que tiene sus limitaciones con el inglés, y ya con dos hijos crecidos y con un trabajo a tiempo completo, y con cantidad de dificultades, cómo Dios la motivó a comenzar sus estudios, hace muchos años atrás. Y esta mujer ayer me decía: “Pastor, ya estoy escribiendo mi tesis para mi maestría”, escuchen, para su maestría. Y yo le decía: “Hermana, yo quiero ir un día también a tu graduación de tu doctorado. La tesis que tu vas a escribir al final va a ser la tesis del doctorado.” Y yo lo creo, los hombres quizás dirían imposible, pero con Dios no hay nada imposible, hermanos. Lo importante es que la gente mantenga la mirada puesta en la grandeza del Señor, no en las dificultades, no en los problemas. Al Señor le encantan los problemas, porque son oportunidades para El mostrar su gloria. Y muchas veces más Dios va a reducir nuestra capacidad humana para que cuando El haga el milagro, sea evidente que El lo hizo y que nuestra fe pueda ser aumentada.

Mientras decía esto, miré a...... mientras hablaba de esto precisamente no porque ni siquiera había mirado en esa dirección, aquí hay otra mujer, no se por qué todas son mujeres, porque hay hombres que también hacen cosas grandes y que Dios los bendice también, esta mañana alguien oraba por mi, de hecho aquí, un varón de Dios, que llegó aquí a la iglesia hace unos tres, cuatro años, no recuerdo. Llegó con un brazo en un sling, como en una...... se había roto el brazo y estaba sostenido el brazo con algo aquí, el caso es que este hombre, recién llegado a la iglesia, oramos por él. Yo sentí al Señor decir: “tu eres un guerrero y Dios te va a levantar, y Dios va a hacer cosas grandes para ti. Es el hermano Francisco, de hecho. En ese tiempo su esposa no quería venir a la iglesia, le dijo a él: “si tu crees que tu me vas a ver en esa iglesia, tu vas a esperar hasta tu muerte porque yo nunca voy a ir a la iglesia.” Esa mujer ahora está llena del espíritu santo, es una guerrera de Dios, viene él, vienen sus hijos aquí a la iglesia, estuvimos en Israel juntos, esta mañana oró por mi. Yo sentí la bendición, intercedió por mi vida, profetizó sobre mi vida, y me fue de gran bendición porque a Dios le encanta levantar, lo que parece pequeño Dios lo pone grande y Dios lo pone a bendecir a otros porque lo importante es, hermanos, que nosotros pongamos nuestra mirada sobre El.

Esta persona de quien les decía hace un momento hace poco fui a su oficina profesional y me enseñó su tarjeta de wellfare. Hoy es una persona que trabaja en el mundo de la medicina, no voy a decir mucho más que eso. Tiene su consultorio, tiene una casa muy bonita en uno de los barrios más selectos de la ciudad de Boston y Dios la está bendiciendo y está siendo prosperada. Y yo la conozco desde que comenzó a ir a la universidad para sacar su grado profesional. Ese es el Dios que bendice a su pueblo, hermanos. Ese es el Dios para el cual no hay nada imposible. Dios puede hacer. Dios le encanta sacar del anonimato a la persona que nunca ha hecho nada grande. Dios quiere obrar en tu vida.

Si tu tienes un sueño, si tu tienes una visión, o si tienes un problema no te enfoques en lo grande de la dificultad, enfócate en el Dios Todopoderoso que dice: “mientras tu más mires hacia mi más poder va a correr a través de ti y más grande van a ser las cosas que tu vas a hacer, porque a mi me gusta manifestar mi poder a través de los que me buscan”. No mires, esa es la palabra de Dios para tu vida en este día. No mires las dificultades, ni mires lo crónico, lo persistente de tu problema. Mantén tu mirada enfocada en mi y deja que al tu estar en comunión conmigo, mi poder pueda correr a través de tu vida.

Por eso yo digo, hermanos saquen tiempo para buscar del Señor, saquen tiempo para llenarse del espíritu santo. La salvación es gratis pero el poder de Dios requiere hombres y mujeres valientes, esforzados. Dios ama a la gente que se esfuerza y que están buscando como mineros el oro escondido para que Dios los use para gloria de El y para bendición de otros. Dios quiere levantar un pueblo poderoso que tenga suficiente provisión para todo lo que ellos necesitan en su vida, para su vida familiar, para su vida emocional, para su vida relacional, para su vida financiera, para su vida de trabajo y que entonces tengan suficiente extra para darle a otro para ser de bendición a otros.

La viuda de Sarepta cuando llegó Elías a pedirle comida, le dijo: “Mira, lo único que yo tengo es un poquitito de harina y un poquitito de aceite y ya íbamos a hacer una torta para comérnosla yo y mi hijo para morir porque no nos queda más nada.” Elías le dijo: “No te preocupes, mira, dame a mi primero y no te va a faltar a ti”. La mujer obedeció y dice la palabra de Dios que hubo suficiente comida para Elías, para ella y para su hijo en todos los días que hubo hambre en la tierra. Porque cuando Dios da, Dios da en abundancia, porque no importa que parezca imposible. Lo importante es que tu mires a Dios. Dios te da para que tu comas tu en todas la áreas de tu vida y para que tengas suficiente para otros también. Porque cuando Dios bendice, Dios da en gran cantidad. No mires al problema, mira al Dios que está sobre el problema.



El Señor le dijo a Pedro: “Pedro, echa tu red para pescar”, y Pedro dijo: “Pero, Señor toda la noche hemos estado pescando y no hemos sacado un solo pez, pero en tu nombre, en tu palabra yo echaré la red.” Y dice la palabra que cuando Pedro echó la red en el nombre de Jesús, esa red cogió tantos peces que tuvieron que llamar a otros barcos porque el barco de ellos se estaba hundiendo de tantos peces que tomaron. Porque cuando Dios da, Dios da en abundancia. Porque cuando Cristo te dice “echa la red”, aunque no hayas cogido peces antes, esta vez la vas a coger porque Cristo es quien está dando la palabra. Cuando Cristo te dice, mírame a Mi, concéntrate en Mi, llénate de Mi, llénate de Mi poder y deja entonces que Yo obre a través de ti. Si nosotros pasáramos más tiempo buscando el poder de Dios y llenándonos de la unción de Dios, tendríamos que pasar menos tiempo trabajando y entonces podríamos levantar el edificio con palabras de “gracia, gracia”, en vez de sufrimiento y padecimiento. Atrévete a pasar más tiempo buscando de Dios, buscando el poder, buscando la unción de Dios. Y tu vas a ver cuanto más fácil se hacen las cosas que ahora te cuestan tanto trabajo.

Yo les digo a mis hijas, sobre todo a Sonia, mi hija mayor que está en Harvard haciendo sus estudios, le digo: “Sonia, no mires las dificultades académicas, no mires en lo difícil que es el reto tan grande. Asegúrate de llenarte del poder de Dios primeramente. Asegúrate de poner tu mirada en Cristo Jesús. Asegúrate de estar lo suficientemente fuerte espiritualmente. Porque yo les digo, hermanos, cuando usted tiene el poder de Dios en su vida, no hay nada que se haga difícil. Dios hace las cosas, se hacen como por arte de magia. Otros están allí sudando y luchando y peleando y tu vas suave porque Dios está contigo, Dios te bendice, y si estás esforzándote, Dios renueva tus fuerzas en el mismo acto de trabajar, Dios te bendice y te da más fuerzas para que sigas adelante.

Por eso aquí dice que el Señor da fuerzas al que no tiene ninguna y multiplica las fuerzas de los demás. En otras palabras, aún cuando hay cosas que requieren esfuerzo, el Señor te va a renovar. Yo cada día veo más y más eso. A veces la gente dice: “te vas a quemar, estás trabajando demasiado, esto y lo otro”. Mire, yo le digo “yo me siento más contento ahora que hace 15 años cuando tenía mucho menos trabajo. Me siento con más energía, más fuerza, más ánimo para servir al Señor porque estoy buscando más de la unción de Dios en mi vida. Y cuando nosotros hacemos eso, hay que trabajar menos, Dios nos renueva en el acto. Somos como esos aviones que vuelan y no tienen ni siquiera que parar para llenarse de gasolina, en el aire mismo y pueden seguir el viaje. Dios quiere renovar tu vida. Dios quiere bendecirte y darte más y más. Tu puedes trabajar, puedes esforzarte, puedes hacer muchas cosas. Si tu tienes una mentalidad pequeña y temes y dudas, ahí viene el sufrimiento, ahí viene el fracaso, ahí viene la quemazón, ahí viene la esterilidad. Pero si tu te mantienes con el Señor corriendo a través de tu vida, si tu vas otra vez y bebes el agua cristalina de la presencia de Dios, tu te vas a renovar, vas a seguir adelante, vas a tener más fuerzas. Asegúrate de primero buscar el Reino de Dios, y su justicia y todas las demás cosas te vendrán como por añadidura.

Oh, hermanos, si nosotros entendiéramos, si pudiéramos poner la mirada en el Señor antes que cualquier otra cosa. Si pudiéramos llenarnos de la presencia de Dios, cuán fácil serían las cosas.

Les dejo con este versículo de Segunda de Corintios, Capítulo 3, versículo 17 y 18. Dice allí “.... porque el Señor es el espíritu y donde está el espíritu del Señor allí hay libertad, por tanto nosotros todos mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen como por el espíritu de Dios.”

Usted ve, donde está el espíritu de Dios, donde está la presencia del Señor, donde está la compañía del espíritu, allí viene la libertad, allí viene el éxito, allí viene la respuesta al problema. Pero entonces dice “.... por tanto nosotros mirando cara a cara el rostro del Señor, somos transformados y la gloria del Señor viene a ser parte de nuestra gloria”. Eso es lo que está diciendo aquí, y yo creo que el escritor de Segunda de Corintios, el Apóstol Pablo, está yo creo que haciendo una leve referencia a cuando Moisés subió al monte y dice la Biblia que estuvo 40 días ante la presencia del Señor. ¿Y qué pasó cuando Moisés bajó del monte? Dice que su cara reflejaba la gloria del Señor, su cara reflejaba el brillo de la gloria de Dios ante el cual había estado durante 40 días. Y era tan grande la gloria de Dios sobre el rostro de Moisés, que tuvo que ponerse un saco porque le inspiraba miedo, era terrible, la presencia de la cual él se había empapado, estando en cercanía, en intimidad con Dios durante 40 días y 40 noches.

Porque eso es lo que pasa cuando tu estás en la presencia de Dios, cuando tu estás mirando la gloria de Dios continuamente, cuando tu estás renovando periódicamente tu conciencia eterna, espiritual, ultra mundo. Cuando tu estás recordándote a ti mismo que tu eres un hijo de Dios, que tu no corres con gasolina meramente humana, tu verdadera comida no es la comida física, material, sino que tu verdadera comida como dijo Jesucristo es que tu hagas la voluntad de tu Padre, que tu estés en comunión con tu Padre. Cuando tu entiendes esto, ¿saben qué? La gloria de Dios comienza a llenar tu vida misteriosamente.

Hermanos, cada día más y más yo entiendo bien claro que el crecimiento del creyente no se da por medio de enseñanza, aunque yo creo en la enseñanza, no se da leyendo buenos libros, aunque creo y soy un ávido lector de buenos libros, no se escuchando sermones como este, aunque creo que tienen su utilidad, se da cuando tu vas directamente y comes y bebes de la mesa del Señor directamente.

Cuando tu buscas la presencia de Dios en tu vida, cuando tu te renuevas en la presencia de Dios porque lo que pasa muchas veces es que la vida con sus ajetreos y sus dolores y sus cansancios y su desasosiego te va minando, te va debilitando, y cada día que pasa tu te haces más y más un prisionero del tiempo del espacio de tu dimensión humana y como que vas mirando más y más hacia abajo y a tu alrededor y tu conciencia se vuelve una conciencia horizontal, humana, carnal, terrenal, teológica. Y entonces tu tienes que periódicamente ir y sanarte, curarte de esa mentalidad cotidiana, temporal.

Y el único lugar a donde puedes ir es a la presencia del Señor para que El tome su paño y te quite toda esa costra, todo ese polvo humano, temporal, lave tu rostro con su palabra, con su presencia y tu lo puedas mirar otra vez, y recuerda que El está contigo, que tu eres una hija de Dios, que tu eres un hijo de Dios, que tu no perteneces a esta ciudad, que hay una ciudad no construida de manos de hombres que te espera y que tu destino es un destino eterno, y que tu energía tiene que ser una energía del espíritu, no la energía de los hombres, que tus batallas tu las ganas con el poder de Dios, no con tu propia fuerza, y que es en el poder de Cristo corriendo a través de ti que tu puedes levantar alas como las águilas, y surcar los aires y vencer a los gigantes que están en tu vida.

Es el poder de Dios corriendo a través de tu vida mientras tu tomas tu mano y la extiendes hacia El y te pegas hacia El y la electricidad de Cristo corre a través de ti y destruye el yugo, destruye la opresión, destruye la sequía, destruye la enfermedad, y la gloria de Dios puede fluir para sanar tu vida. Es a través de esa cercanía, esa intimidad. Tienes que buscar esa intimidad con Dios. Tienes que sacar tiempo. Tienes que tener el valor espiritual para quitar tu mirada del problema con el cual estás bregando, que mientras más lo tratas de manejar tu, más te metes como un carro enchivado en el lodo, y tienes que dejar un momento, apartarte del problema e ir a donde tu Dios para que tu Dios bregue con el problema por ti y contigo. Esa es la respuesta a toda necesidad.

El Señor Jesucristo dice “permaneced en mi y yo en vosotros y llevaréis muchos frutos, porque sin mi nada podéis hacer.” Cuando tu permaneces en Cristo, cuando miras a lo glorioso de tu Dios, mira lo poderoso de tu Dios, mira lo fiel de tu Dios, mira lo bondadoso que Dios es. Recuerda que cuando tu te viste en un gran aprieto una vez, y no parecía que nadie podía resolverlo, el Señor hizo el milagro. ¿Si o no? ¿Cuántos de nosotros podemos decir eso? ¿Cuantos de nosotros podemos decir pacientemente esperé a Jehová y se inclinó y escuchó mi clamor y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso, puso mis pies sobre peña, enderezó mis pasos, y puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios? ¿Cuántos podemos decir eso? ¿A cuántos nos ha sacado Dios del desierto? ¿A cuántos nos ha sacado Dios de dificultades y el que lo hizo una vez lo vuelve a hacer. Pon la mirada en el Señor. Pon la mirada en el Señor. Pon tu esperanza en el Señor. Renueva tu conciencia de la proximidad de Dios. Renueva tu conciencia de tu identidad. Tu no estás solo, tu no eres un producto de una coincidencia. Tu no eres un producto del azar, del tiempo, Dios te creó en el vientre de tu madre y te ha sacado con un propósito, con un destino, y Dios quiere bendecir tu vida y Dios quiere llevarte a la otra orilla porque comenzó la buena obra, será fiel para terminarla.

El Señor está hablando de gracia, gracia, gracia, a su pueblo, hermanos. Es el tiempo de la celebración porque el esposo viene pronto y no es tiempo para estar en esterilidades y en sequías, sino para celebrar y decir: Padre, gracias porque tu vienes pronto y podemos vivir una vida de esperanza.

Esta mañana cuando yo llegué al servicio de las 12 había una jovencita distribuyendo rosas, están por ahí, ustedes las tienen. Eso yo no se lo pedí, esto no era parte de un programa sino que ella sintió en su corazón distribuirles rosas a los hermanos y en eso yo vi una palabra profética de Dios para nosotros. Ustedes recuerdan que hace 2 domingos o 3 domingos, hacia el final del servicio había aquí un hermoso florero con cantidad de flores y en un momento de gran celebración y de entusiasmo, Dios me motivó a coger flores y tirárselas y yo lo hice porque sentí del Señor que era una palabra que iba muy bien con la predicadora había anunciado a nosotros del Dios que nos liberta, el Dios que nos bendice, el Dios que está contento con nosotros, el Dios que quiere llevarnos al lugar de delicados pastos y que quiere aderezar mesa delante de nosotros para que comamos y gocemos en presencia de nuestros enemigos. El Dios que tiene grandes y buenos propósitos para cada uno de nosotros.

Y en esta mañana yo creo que en ese regalo de esas flores, Dios está diciéndote: “mira, yo quiero bendecir tu vida, Yo quiero llenar tu vida de esperanza. Yo estoy contento contigo. Yo no te quiero destruir, todo lo contrario, quiero darte vida y una vida con bendición y con futuro.” No tienes que temer a la vejez. No tienes que temer que no tienes un buen plan de retiro. No tienes que temer que te vas a quedar solo. No tienes que temer que no estás casada. Confía en tu Señor que dice “Yo estoy contigo todos los días hasta el fin del mundo, no te preocupes acerca del futuro, no te preocupes acerca de lo grande del problema. Esas flores son señales del favor de Dios. Dios dice gracia para mi pueblo, bendición para mi pueblo, buenos propósitos para mi pueblo. No mires tus dificultades, no mires tus luchas, mírame a Mi. Yo soy fiel, yo estoy contigo. Yo te bendigo. Yo te levanto. Yo te doy victoria. Yo no dejaré que tu seas avergonzada. Todas las batallas que tu emprendas en mi nombre, Yo te daré la victoria, dice el Señor. Mantente pegado a tu Dios, mantén la mirada puesta en El. Confía en el Señor. Llénate del poder de Dios.

Alguien ha dicho “no maldigas la oscuridad, prende una luz”. Es tiempo ya de que el pueblo de Dios deje de estar peleando contra lo negativo. Llénate de lo positivo, y lo positivo anulará lo negativo. Cuando uno prende una luz la oscuridad se va, porque la oscuridad no tiene vida propia. La oscuridad es simplemente la ausencia de la luz. Cuando hay luz la oscuridad cede automáticamente. Cuando hay unción, cuando la ¿? del espíritu santo está en tu vida, cuando la presencia de Dios está en tu vida plena, los gigantes son derribados, los demonios huyen, las tinieblas ceden, las cortinas del infierno son descorridas y la presencia de Dios puede hacer valer su poder en tu vida. Llénate del poder de Dios. Llena tu mente de..... pon la mirada en Dios, no te preocupes de los fracasos del pasado, dice el Señor. No te preocupes de los errores, las caídas del pasado, no te preocupes de las derrotas del pasado. No te preocupes de los diagnósticos del pasado. Cree en el favor, la misericordia, la bondad, el poder, la conciencia de Dios de tu vida, y no te atrevas a decir “ya mi camino está desconocido para Dios. Ya pasó de Dios mi causa.” Dios todavía está en el asunto. Dios todavía quiere darte tu milagro. Dios todavía quiere darte la victoria que tu necesitas.

Levántate y ponte de pie y levanta esa flor y si alguien no tiene, favor a los demás, y algunos quizás puedan venir aquí..... Se generoso y comparte esas flores con otros, si no la tienen, compártanla con alguien más. Si usted tiene más de una, yo le invito en el nombre del Señor, a hacerlo también como un acto de generosidad. ¿Sabe por qué? Porque mientras más damos, más somos bendecidos. Lo que tenemos no es solamente para nosotros sino para otros. Compártanlo. Compártanlo en el nombre del Señor. Atrévase a compartir y levante eso, porque ese es el favor de Dios para su pueblo, esa es la bendición de Dios para nosotros. Allá arriba también, nosotros decimos “nuestro Dios tiene buenas cosas para nosotros, nuestro Dios tiene buenos propósitos para nosotros. Lo mejor todavía está por venir. El mejor vino todavía está por ser servido, hermanos. El mejor manjar, Dios lo tiene reservado para nosotros todavía. ¡Aleluya! Todavía falta la mayor visitación de Dios en todos los tiempos. Yo lo creo, aquí en Massachussets donde el diablo parece que se está paseando por encima de los cristianos, aquí mismo el Señor lo va a humillar, y aquí vamos a ver la gloria de Dios manifestada. Porque no es lo grande del gigante, es lo grande del Dios al cual nosotros servimos. ¡Aleluya!.

Y Dios no permitirá que su pueblo sea avergonzado. A veces Dios permite precisamente que el enemigo parezca grande y que el león parezca que nos va comer y que nos va a derribar y que nos va a triturar, para que cuando salga el poder de Dios sea manifiesto. Nada puede permanecer contra Dios. Las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia, dice el Señor. Créelo en esta tarde el Señor te está animando, el Señor te está bendiciendo, el Señor te está ungiendo, y ahí está el favor de Dios para tu vida, para esta congregación, para cada familia aquí representada, para cada hogar aquí representado, para cada problema que el diablo quiere avergonzarnos con ello. Nosotros decimos “gracia”.

Digan todos “gracia, gracia, gracia, gracia de Dios. Gracia en mi vida. Gracia en mi comunidad. Gracia en mi ciudad. Gracia en mi familia. Gracia con mis hijos. Gracia con mi vida. Gracia con mis finanzas. Gracia con mi salud. ¡Aleluya!. Gracia con mi espíritu. Gracia al pueblo de Dios dice ¡Aleluya! Es con la gracia de Dios manifiesta en nuestras vidas, esa conciencia de Dios en nuestra vida. Te damos gloria Señor. Ponemos la mirada en ti, Padre en esta tarde. Celebramos quién tu eres. No nos miramos a nosotros mismos, no miramos a los hombres, no miramos, Señor, a los grande del problema, no miramos a las amenazas que se mueven alrededor de nuestra cabeza, miramos a nuestro Dios. Te miramos a ti, Dios eterno. Padre misericordioso. Dios de amor y de bondad. Dios que siempre has amado a tus hijos. Dios que enviaste a Jesús para que tuviéramos vida y para que la tuviéramos en abundancia. Dios que enviaste a Jesús para que rescatara lo que se había perdido, para que tomara lo vil y lo sanara y lo limpiara, para que derramara sangre preciosa para que nadie pudiera acusarnos porque tu eres el que nos ha justificado por medio de la sangre de tu hijo.

Te adoramos y te bendecimos, Señor. Perdona nuestra incredulidad. Perdona nuestra falta de fe. Perdona los escenarios de mal que a veces permitimos que el diablo arroje sobre nuestra conciencia. Neutralizamos todo eso, Señor y nos pegamos a ti, nos llenamos de tu gloria, miramos a ti, te consideramos a ti, Jesús. Te consideramos a ti solamente Señor. Tu has dicho “yo he vencido al mundo” y nosotros podemos vencer también porque tu has vencido y vencerás a través de nosotros. ¡Aleluya! Gracias Jesús. Te adoramos y te bendecimos Señor. Celebramos eso.

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