28 noviembre 2009

Lucas 16:1

Vamos al Evangelio según San Lucas, Capítulo 16, comenzando con el primer versículo. Lo voy a leer en español. Vamos directamente allí ahora. Capítulo 16, versículo 1: “... dijo también a sus discípulos, “había un hombre rico que tenía un mayordomo y éste, es decir el mayordomo, fue acusado ante él como disipador (es decir como haciendo mal uso de sus bienes) entonces el rico le llamó al mayordomo y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía porque ya no podrás más ser mayordomo. Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿qué haré porque mi amo me quita la mayordomía? Cavar no puedo, mendigar me da vergüenza, ah! Ya sé lo que haré, para que cuando se me quite de la mayordomía me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿cuánto debes a mi amo? El dijo: “cien barriles de aceite”, y le dijo: “toma tu cuenta, siéntate pronto y escribe 50”. Después dijo a otro: “¿y tu cuánto debes?”, y él dijo: “100 medidas de trigo”. El le dijo: “toma tu cuenta y escribe 80”. Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de la luz. Y yo os digo ganad amigos por medio de las riquezas injustas para que cuando éstas falten os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel. Y el que en lo muy poco es injusto también en lo más es injusto, pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Bendiga el Señor su santa palabra. De sabiduría para exponerla.

La última vez que prediqué inicié casi informalmente una serie de mensajes sobre el concepto de mayordomía. Voy a continuar con esto como parte de lo que va a ser una especie de campaña financiera hacia levantar los fondos para nuestro templo. Lo que queremos por medio de esta campaña financiera, no es solamente obtener un dinero de parte de ustedes, y de nosotros también, porque yo también soy parte de eso, todos los líderes de esta iglesia son parte este proceso. Queremos también enriquecer sus vidas, nuestras vidas con una reflexión acerca de lo que es la mayordomía cristiana, lo que es la administración correcta de los bienes que el Señor pone en nuestras manos.

Queremos poner esto en su contexto bíblico adecuado, no queremos manipular a las personas. No queremos explotar a nadie ni queremos usar las emociones, ni el sentido de culpabilidad. Queremos hacer esto en una forma verdaderamente bíblica. La palabra de Dios tiene muchos, muchos temas en esa dirección.

Sabe que se ha dicho que el Señor Jesús habló más de dinero que de cualquier otra cosa en sus enseñanzas y El lo hizo de muchas diferentes maneras. El Señor no tenía miedo de hablar acerca del dinero. Pero El siempre habló del dinero en relación al Reino de Dios. Y siempre buscó hacer esa conexión entre nuestra identidad como pertenecientes a un reino ultra mundo y nuestra relación con nuestras posesiones y nuestra vida aquí en la tierra. El Señor siempre habló acerca de eso en muchas maneras y alabó a las personas que daban en una forma generosa al Reino de Dios. Recuerden por ejemplo la historia de la viuda pobre que dio todo lo que tenía. Algunos esperarían como que el Señor hubiera quizás hasta visto como inapropiado que esa pobre mujer diera todo lo para tenía, pero el Señor no la criticó sino que dijo: hey, miren ese es el nivel de entrega que debe haber hacia el Reino de Dios. Y siempre que Dios quiere hacer algo en el mundo usa hombres y mujeres, El no obra unilateralmente. Al Señor siempre le gusta trabajar en unidad con su pueblo y en eso hay una enseñanza y es que Dios quiere tratarnos como adultos. El permite eso con un propósito. Nuestra iglesia tiene este gran sueño ahora, esta gran visión de levantar un templo para gloria de Dios. Un lugar donde puedan venir muchas almas a escuchar el Evangelio de Dios, un lugar donde nosotros podamos adorar al Señor cómodamente y con mucho más espacio y más libertad y más comodidades que lo que lo hacemos ahora, y el Señor ha sido generoso con nosotros aún aquí, lo sabemos. Y queremos que sea un lugar también que sea una declaración a la ciudad de que Dios está bendiciendo a su pueblo, de que Dios prospera a hombres y mujeres inmigrantes muchos de nosotros, como somos humildes, pero Dios nos está permitiendo porque hay pasión para el Reino de Dios y eso es un ejemplo para todo el mundo, para toda la comunidad.

Esta semana pasada salió un artículo escrito por un reportero que estuvo aquí visitándonos hace unas semanas, y yo estuve en comunicación con él por varios meses, y él escribe para un periódico local el “Boston Globe”, pero también escribe para Associated Press, para la prensa asociada que los artículos los publica en muchos diferentes periódicos de los EEUU. Y este reportero escribió acerca del avivamiento silencioso que está viendo en la ciudad de Boston, y usó nuestra iglesia como ilustración de ese avivamiento. Hay una foto muy bonita, de hecho, en ese artículo y hay muchos diferentes periódicos. En toda la nación nos han llamado para decir que leyeron ese artículo. Y el reportero vino precisamente el día que yo anuncié que la ciudad nos había dado el permiso para construir el templo. Y él escribe acerca de eso en su artículo como un ejemplo de cómo Dios está bendiciendo a esas congregaciones que están siendo fieles a la palabra de Dios a diferencia de muchas otras iglesias que están decayendo porque se están separando de la palabra de Dios. Dios esa manera el Evangelio ya estaba siendo predicado a personas que leyeron ese artículo por un hombre que su interés no era en absoluto promover una fidelidad a la palabra de Dios. El es simplemente un reportero que está reportando sobre un fenómeno.

Lo que quiero decir, hermanos es que muchas veces las cosas que uno hace no tienen resonancia solamente para unos sino también para otros, y yo creo que este edificio es una de esas cosas. Por eso es que nosotros tenemos una gran nube de testigos alrededor de nosotros. Hay mucha gente que está observando para ver el poder en nuestras vidas y para ver si nosotros verdaderamente somos fieles a lo que decimos, si la retórica se ajusta a la vivencia. Y por eso hermanos yo les animo a ver esta campaña financiera, no como un esfuerzo para sacar dinero, porque en última instancia eso es secundario. Es para llevarnos a un nuevo nivel de fidelidad en el Señor y para llevarnos también a una visión que va a permitir mucha gloria para el Señor que sea realizada.

Es más, antes de continuar yo quisiera que tomara un momentito para orar sobre esto, para poner esta campaña en las manos del Señor. Que sea un acto de adoración al Señor. Padre, ahora mismo ponemos en tus manos, Señor, esta campaña financiera y pedimos que sea para tu gloria. Que tu nombre sea glorificado, que los valores de tu reino, Señor, sean exaltados. Dame sabiduría, danos sabiduría como iglesia. Y Padre, ahora mismo yo pido que tu espíritu santo tome control de cada hombre, cada mujer en nuestra congregación y que seas Tu Señor hablando a los corazones. Corona este esfuerzo, Señor, con éxito, que al final de este proceso digamos: el Señor lo hizo. Padre, que así como pudimos darte gracias por el éxito que experimentamos con respecto a la ciudad de Boston y el esfuerzo que hicimos, así mismo, Señor, al final de esta campaña podamos darte la gloria y la honra a ti y decir: Dios lo hizo, y te daremos a ti Señor todo el éxito, todo el crédito, Padre. Gracias Señor en el nombre de Jesús, amen. Amen.

Ya voy a entrar directamente, pero quiero poner algo en su corazón hermanos. Mire, nosotros hemos considerado traer una compañía que como hacen muchas iglesias norteamericana sobretodo, y que nos guiara a través de esa campaña. Cuesta decenas y decenas de miles de dólares y ninguna está ajustada al contexto latino, a la cultura latina. Y después de considerar todo eso decidimos que no es adecuado para nosotros. Y ¿saben qué, hermanos? Yo creo que nosotros no lo necesitamos, porque yo creo, hermanos que tenemos una congregación comprometida. Yo creo que nosotros podemos hacerlo sin tener que darle 100.000 dólares ó 75.000 dólares a una compañía, nos quedamos con ese dinero nosotros, hermanos. 75.000 dólares es un elevador, por Dios. Nosotros podemos hacerlo. ¿Saben por qué a veces hay que gastar tanto dinero? Porque los corazones son duros. A veces es como que necesitamos una gran fuerza para que esa maquinaria de los corazones comience a moverse, que la gente pueda dar. Pero yo creo que cuando tenemos un pueblo tierno que conoce la palabra del Señor no hay que luchar tanto, no hay que pelear tanto y se hacen las cosas más orgánicamente, mas espontáneamente, sin tanto dolor.

Y el Señor me dio algo sencillo que voy a compartir con ustedes por primera vez así en términos públicos y no vamos a hacer nada acerca de eso por un buen tiempo, pero lo voy a poner allí para que el espíritu comience a trabajar en ustedes, como ya trabajó en mí. Yo creo, hermanos, sencillamente que hay dos partes de esta campaña:

Si nosotros logramos conseguir en una iglesia de más de mil personas como es esta, que se asocian con nuestra congregación en una manera u otra, si nosotros logramos que 200 personas se comprometan a dar en dos años, 24 meses, 5000 dólares, ahí tenemos un millón de dólares que es la meta de esta campaña y yo creo, hermanos, que para algo de esta naturaleza vale la pena. El primero ya que se comprometió con el Señor es este que está aquí, porque yo creo que las cosas comienzan por el liderazgo mayor. De paso este es un proyecto que nos va a costar como 4 millones de dólares, cuando haya terminado, porque tiene que hacerse a través de una compañía y tiene que hacerse rápido. Y a través de los años, hermanos, yo he visto que cuando uno le da al Señor generosamente, Dios bendice más allá de lo que esperamos. Y yo quiero dejar allí en su corazón, ahora mismo, depositar esa visión. Yo le pido al espíritu santo que comience a hablar en mis hermanos y que ustedes allí en su corazón sin afán, sin lucha ni nada, usted le pregunte al espíritu santo si usted puede ser una de esas 200 personas que puede en dos años, en 24 meses. Eso quiere decir, hermanos, si usted da 50 dólares semanalmente son 2500 dólares en un año y son para dos años, porque el proyecto nos va a tomar 2 años para completarlo. Es nuestra meta. Y eso es claro, por encima de los diezmos, porque si usted le saca.... porque si desviste un santo para vestir a otro entonces no tiene sentido.

Déjenme aclarar eso, quise incluir un poquito de liviandad para que respiren. Respiren así, hermanos. Respiren. Respiren. Yo se que la gente se pone un poco tensa cuando se habla de dinero, ¿no? Piensen en eso, deposito esa visión ahí en su corazón. Hermanos, usted yo creo no tendrá la oportunidad de participar en algo tan glorioso, no tendrá mucha oportunidad de participar en algo tan glorioso como en esta visión. Yo le doy gracias al Señor porque yo fui parte de este proyecto aquí, de ver este edificio y muchos de ustedes también lo fueron, dieron tiempo, dieron trabajo, dieron de sus dones. Yo miro aquí, y veo a muchos de ustedes como participaron para ver este lugar que ha traído tanta gloria al Señor. ¡Qué contentos nos sentimos de nuestro edificio! ¿verdad? Nosotros, comunidades étnicas que la gente piensa, son pobres, son miserables, son problemáticas, son disfuncionales, qué bueno es cambiar la mente de la gente cada vez que vienen a un edificio bonito, hermoso, bien preparado, bien arreglado y que vean la bendición que Dios le ha dado a nuestra comunidad, el genio que le ha dado a nuestra comunidad. Y por eso hermanos yo quiero animarles en el nombre del Señor a que desde ya se atrevan porque esto... mire hay congregaciones que dan mucho más que nosotros en esto así que esto no es un esfuerzo tampoco heroico en un sentido de la palabra, esto requiere que empujemos un poco, vayamos un poco más allá de lo cómodo. Y eso es lo que requiere que tu y yo nos esforcemos un poco, estiremos un poco las membranas de nuestra generosidad para darle al Señor, para algo glorioso que lo podremos hacer, y vamos a celebrar, yo puedo ya ver esa celebración ese día cuando estemos en nuestro templo. Lo pongo ahí en su corazón, estaremos hablando acerca de eso pero desde ya yo quiero que ustedes comiencen a orar para ver si Dios no les está llamando a usted para ser parte de esa gran visión de 200 personas que den 5000 dólares en dos años. 200, 5000, 2. 200 personas, 5000 dólares, 2 años. Ahí lo tienen ustedes en su corazón.

Vamos a la palabra del Señor para ver cómo eso se encarna. Primeramente hermanos aquí en este pasaje dice que había un hombre rico que tenía un mayordomo. Oiconomos es la palabra que se traduce mayordomo, de donde viene la palabra economía. Y desde ahí ya comenzamos a ver algoacerca de la palabra del Señor, esa idea de un administrador. Claro, se refiere a nosotros, es una imagen de un hombre, una persona que puede ser nosotros. Este hombre no es el dueño de la riquezas, el le administra las riquezas al que es el dueño, que es el rico y ahí hay una idea ya. Es la idea, hermanos, de que todo pertenece a Dios y ¿quiénes son los administradores? Nosotros. Usted va al libro de Génesis y allí Dios creó la tierra y puso al hombre para que la administrara. Desde ahí en adelante toda la Escritura nos dice, todo lo que hay en este mundo pertenece a Dios y nosotros somos administradores de ello, y por eso Dios tiene derecho a pedirnos lo que El quiera a nosotros.

Miren el salmo 24. ¿Qué dice allí? De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan, porque El la fundó sobre los mares y la afirmó sobre los ríos. Así que ahí está la idea, hermanos de que todo lo que usted tiene.... Mire el trabajo que usted hace y el provecho que usted le saca al trabajo es de Dios, ¿saben por qué? Porque el cerebro con que usted hace el proceso y el cuerpo con que trabaja es de Dios, Dios lo creó y por eso lo que usted gana no es suyo sino que es de Dios en ultima instancia. Los átomos que componen tu materia pertenecen a Dios. El piso sobre el cual tu caminas, la salud que tu tienes es un producto de Dios. Es decir que todo lo que tu haces, tu no te puedes salir del señorío de Dios porque todo lo que tu respiras, todo lo que tu haces es un producto de la creación de Dios, el acto creativo de Dios. Todo lo que tu piensas, lo que tu haces, lo que aspiras a ser, tus talentos, tus dones, todo es de Dios y esa es la clave, ese el pensamiento central en el concepto de mayordomía. Y la Biblia está llena de ese principio, no tengo tiempo para desempacarlo completamente. Así que ese es la primera enseñanza.

Aquí hay otra cosa también muy importante y es que fíjese, llega un momento en que el dueño de las riquezas le dice al mayordomo: ven, y da cuenta de lo que tu has hecho con mi dinero. Y eso es también un principio que hay muchas veces en la Escrituras de que un día a todos nosotros se nos pedirá cuenta de lo que nosotros hicimos con lo que a Dios le pertenece que nos fue confiado. Eso, hermanos, la Biblia está llena de eso, de ese principio. El Señor Jesucristo en muchas de sus parábolas habló de que por ejemplo en la parábola del siervo infiel que el Señor de la tierra se va y le dice: trabaja y mientras yo vengo, y entonces regresa y le dice: qué hicieron con sus talentos. Y cada uno tiene que darle cuentas. Y a mi siempre me impresiona el tono de esos momentos no es un tono de favor y de: ¿te gustaría decirme lo que tu hiciste? No, es: Hey, ¿qué hiciste con lo que yo te di? Y la idea es que se espera, se espera que tu uses lo que Dios te da, tu dinero, tu tiempo, tus talentos, para avanzar el reino del que es el dueño de ese talento y que tu hagas algo, que tu inviertas, que tu uses tu creatividad, que uses de visión, que tomes riesgos, pero que de alguna manera tu le rindas lo que el Señor de la tierra te ha confiado a tus manos. Así que eso es algo que a mi me persigue, ese pensamiento. Y yo creo que tu y yo queremos, eso es algo que a mi me persigue continuamente que yo pueda, cuando yo venga ante el Señor y decirle por lo menos con cierta confianza: Padre, yo hice todo lo que pude para avanzar un poco tu reino, mientras yo estuve en el cuerpo y en la tierra.

Yo creo que cada uno de nosotros, si tomamos en serio nuestra identidad cristiana tiene que estar pensando eso. Nosotros nos tomamos tantas libertades, hermanos como cristianos y creemos que esto es algo opcional. Bueno, ¿le doy al Señor hoy o le doy mañana? ¿Tomo parte activa en la vida cristiana o simplemente soy un calentador de banca? Eso no es una opción, tu tienes que producir para el Reino de Dios. Dios espera que tu produzcas. El te ha dado el reino de los cielos, te ha dado la salvación eterna de tu alma y El espera que tu trabajes para su reino y que le rindas lo que El pone en tus manos.

Hay otro punto aquí bien importante y es lo que dice más adelante. Voy a saltar un poco. Dice en el versículo 9, dice: “...y yo os digo ganad amigos por medio de las riquezas injustas para que cuando estas falten os reciban en las moradas eternas”. ¿Qué quiere decir eso? Este hombre cuando se dio cuenta que estaba siendo un mal mayordomo y nosotros no queremos ser un mal mayordomo, diga amen, este hombre cuando se dio cuenta de que iban a despedirlo se puso a trabajar rápidamente para prepararse su salida y le comenzó a perdonar deudas usando el último momentito que le quedaba, perdonándole grandes deudas, porque eso era mucho dinero lo que estaba perdonándole a los deudores del dueño para preparar su salida al final. Y fue astuto, planificó para el futuro. Esto fue lo que el Señor alabó. No es que el Señor está diciendo que es bueno robar y ser deshonesto como este hombre, porque yo se que ustedes a veces cogen las cosas por donde no tienen que cogerlas. No, lo que el Señor alabó fue su astucia en planificar para el futuro, en vez de solamente obsesionarse con lo que estaba pasando en el momento. Hay una gran enseñanza allí y es la siguiente, hermanos: muchos de nosotros los cristianos estamos tan consumidos con las crisis y las necesidades del momento que no planificamos acerca de lo que va a ser el futuro.

Y lo que el Señor está diciendo es: miren, hay una conexión entre cómo tu te comportas con tu dinero y tus pertenencias aquí, y hay una conexión y lo que tu vas a tener en Reino de los Cielos. No estoy diciendo que la salvación depende de las obras y de lo que demos, aclaro eso. Lo que estoy diciendo es, hermanos, que en muchos pasajes de la Escritura misteriosamente se nos dice que en el mundo venidero no es como que todos vamos a tener una batita blanca y un arpa y una nube y eso es todo, el mundo venidero va a ser un mundo de gran dinamismo y de diferentes estados de gloria y de responsabilidad y de acción, no vamos a estar solamente comiendo uvas allí continuamente por toda la eternidad. Yo creo que esto va a ser algo maravillosamente activo, si esto aquí en la tierra es inmensamente creativo y retador, ¿cuanto será la eternidad, hermanos? Piense en eso solamente. La verdad es que yo no quisiera ir con una batita blanca allá, si eso es lo que Dios quiere, amén, no quiero ser hereje tampoco pero yo creo que Dios tiene mucho más para la eternidad y que eso va a depender de cómo nosotros nos comportamos aquí con las riquezas, determinará si te dan un planeta inmenso para gobernar o te dan un pedacito de tierra allí en un planeta de esos fríos e infernales por allá en el final del universo. Yo no se, pero todo dependerá..... es decir la gloria que tu tengas, el nivel de recompensa que tu recibas, el nivel de aprobación, el grado de responsabilidad, algo, tu estado futuro va a depender de cómo aquí tu inviertas para el Reino de Dios. Eso lo dice una y otra vez, lo sugiere en diferentes maneras la Escritura. El Apóstol Pablo habla de diferentes coronas, habla de un trono donde se nos va a dar diferentes grados de recompensa.

Es esta idea de que según nosotros sembremos aquí en el futuro allá, será de igual manera. Miren otro pasaje interesante con respecto a eso, en Capítulo 12 de Lucas. Lucas 12:33: “.... vended lo que poseéis y dad limosna, haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega ni polilla destruya.” La idea es atesora para el cielo porque allá es posible afectar el cielo a través de lo que tu haces aquí en otras palabras. Hay una conexión muy sutil pero muy real entre esas dos dimensiones, la dimensión venidera y esta dimensión. Yo termino aquí. Hay muchas cosas muy importantes en este texto pero lo voy a dejar allí y quizás continúe el domingo que viene. Pero es esta idea, hermanos que no quiero que se pierda, de que en el futuro se nos va a pedir cuentas y que cómo Dios nos trate según lo que hicimos, como el Señor trata al siervo infiel y a los siervos que dieron. Al siervo infiel le dice: sáquenlo fuera, si vamos a ser fieles al texto uno hasta podría decir, bueno, esta persona no usó su bienes así que simplemente no creyó en Jesús. Porque también se podría decir eso, una persona que tiene una experiencia real con Jesucristo le da al Señor, no hay posibilidad de que no le de, y si no le da es porque no tiene una relación personal con Jesús. Uno podría usar ese argumento.

Hermanos Dios nos está llamando a un compromiso, no solamente ahora, yo quisiera hermanos que en el resto de nuestra vida, donde quiera que usted vea necesidad en el Reino de Dios usted diga, eso es para mi, me están diciendo a mi, toma parte en este asunto. Yo quiero que tu te comprometas, mi hermano, mi hermana a una vida de dador alegre, 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año. No hay mejor vida que ser un dador alegre. Yo he visto al Señor bendecirme y bendecir a muchos de nosotros podemos decir lo mismo, en lo poquitito que yo le he dado, cada vez que le doy el me da más y más y más, así que comprométete a ser un dador alegre. Yo quiero que seamos bendecidos con este tiempo hermanos, amen.

Vamos a bajar nuestras cabezas un momento. Vamos a abrazar esa visión de una actitud de ser dadores alegres. Dios ama al dador alegre, dice la Biblia. El Señor bendice al dador alegre, se goza en darle más y más y más, los que toman riesgos, los que se atreven, el siervo infiel de la otra parábola no invirtió el don porque tenía miedo de perderlo, se quedó entonces con el don solamente. Nunca dejes que el miedo te impida darle al Señor. El dar es un asunto de la voluntad y de la razón, iluminada por el espíritu santo, no es asunto se emociones ni de circunstancias. Es uno de los principios más poderosos que yo puedo compartir con ustedes en este día. Señor yo quiero ser un dador alegre, dile. Quiero darme a mi mismo primeramente. Cuando tu me tengas a mi lo tendrás todo de mi. ¡Aleluya! Gracias Señor. Gracias. Abrazamos tu llamado. Padre rechazamos la mentalidad afanosa y que se agarra de las cosas. Nos desvestimos de todo lo que amamos y te lo damos a ti solamente, Señor. Te entregamos todo a ti. Padre, todo te lo entregamos. Danos solamente lo que tu quieras dejarnos. Ayúdanos a ser administradores sabios, íntegros. Gracias, Señor. Gracias, Jesús. En tu nombre, en tu nombre, gracias. Amen. Amen. Gloria al Señor. Denle un aplauso al Señor, hermanos. Amen.

21 noviembre 2009

I Reyes 17

Primer libro de los Reyes, Capítulo 17, dice la palabra del Señor acerca del profeta Elías:

“.... vino luego a él palabra de Jehová diciendo: “levántate, vete a Sarepta de Sidón y mora allí. He aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente”. Entonces Elías se levantó y se fue a Sarepta y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña y él la llamó y le dijo: “Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso para que beba”, y yendo ella para traérsela él la volvió a llamar y le dijo: “Te ruego que me traigas un bocado de pan en tu mano”, y ella respondió: “Vive Jehová tu Dios que no tengo pan cocido, solamente un puñado de harina tengo en la tinaja y un poco de aceite en una vasija, y ahora recogía dos leños para entrar y prepararlo para mi y para mi hijo para que lo comamos y nos dejemos morir”. Elías le dijo: “No tengas temor, ve has como has dicho pero hazme a mi primero -digan todos “a mi primero”, eso suena bien Pentescotal hacerlos decir eso- hazme a mi primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza y tráemela y después harás para ti y para tu hijo porque Jehová, Dios de Israel, ha dicho así. La harina de la tinaja no escaseará ni el aceite de la vasija disminuirá hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra”. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías y comió él y ella y su casa muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó ni el aceite de la vasija menguó conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.” Bendiga el Señor su palabra a nosotros. Amen.

Bueno, para los que se unen a nosotros recientemente quizás no estuvieron ni el domingo pasado ni el ante pasado, estamos como decíamos en medio de un tiempo de reflexionar sobre el tema de la mayordomía, específicamente aplicándolo a nuestra campaña financiera que tenemos para levantar nuestro templo, que sabemos que el Señor nos ha llamado a hacerlo. Dios nos ha llamado a edificarle este templo que va a ser como en un sentido yo creo, la culminación de muchos años de nuestra iglesia estar construyendo.

Yo creo que desde que nosotros llegamos aquí hemos estado en construcción de algo. ¡Qué interesante Dios nos ha llamado a ser constructores! Y yo no creo que esto es coincidencia sino que eso es algo profético de nuestra iglesia porque uno de los pasajes que a mi más me gusta de todo el Antiguo Testamento y que yo creo que Dios nos lo dio hace años atrás, antes de ni siquiera venir aquí a Boston, es ese que dice que reedificarán las ruinas antiguas y levantarán los escombros de muchas generaciones. Y Dios nos ha llamado a ser una iglesia constructora, de hecho que cuando íbamos a hacer el logo de la iglesia una de las imágenes que se me vino a la mente..... ¿saben lo que es logo? Es el símbolo de la iglesia, que actualmente es un león así esquematizado. Cuando estábamos considerando ideas diferentes para el logo, el símbolo de nuestra iglesia, a mi se me ocurrió la idea de una grúa, una grúa en forma de cruz, no se si ustedes han visto estas grúas bien grandes que tienen como una pequeña, una leve sugerencia de cruz, y la idea era hacer una grúa en forma de cruz, que fuera como el símbolo de nuestra iglesia. Porque fíjense nuestra iglesia ha estado, desde que estamos aquí, están construyendo el big dig y todas las carreteras y todas estas cosas, y estamos aquí nosotros.

Construimos primero, renovamos este edificio, luego estamos renovando el otro de acá y ahora vamos a construir un templo con la ayuda del Señor. Y yo creo que hay algo allí de que Dios nos ha llamado a ser una iglesia que siempre esté construyendo, reedificando cosas, renovando cosas, renovando la ciudad, y renovando vidas y ayudando a reconstruir vidas y esa es la obra de la iglesia: ser una reedificadora. Y nosotros somos parte de eso. Así que siempre hemos estado en algo de construir y yo creo que el Señor nos ha dicho de esa manera en una forma profética decirnos: ustedes son constructores, ustedes son reedificadores de ruinas, ustedes levantan cosas que la gente no ve el valor en ellas y las ponen otra vez a funcionar y a ser una fuente de bendición.

Y yo creo que ese es nuestro templo, cuando yo a veces leo sermones de años pasados, como en estos días, que estaba recolectando los sermones que tienen que ver con mayordomía, que yo he predicado a través de los años, y los tengo en diferentes lugares así según libros, etc., pude rescatar sermones cuyo bosquejo hice en el año ’95, ’94 cuando apenas nosotros estábamos comenzando a construir este lugar aquí. Me río a veces de mi inocencia porque en uno yo digo, cuando estamos comenzando a construir aquí, que espero que en 6 meses podamos tener el edificio hecho. Yo escribí allí: ¡jah!, puse allí en el sermón porque la verdad es que la inocencia a veces es una cosa triste. Nos tomó dos años y pico hacerlo y con mucho trabajo y mucho arduo esfuerzo y por mucho más dinero de lo que pensábamos, aunque siempre mucho menos de lo que hubiera costado hacerlo normalmente.

Pero una de las cosas que veo también cuando leo esos sermones es que yo hablo allí acerca de que Dios nos ha llamado a ser una iglesia y que animando a los hermanos a que trabajen y den para construir este edificio que va a ser de bendición a la ciudad de Boston, y hablo acerca de que Dios nos va a permitir establecer relaciones con la ciudad y con el gobierno de la ciudad, con otras iglesias y tantas cosas, hermanos, que yo digo: ¡guau gloria al Señor!, porque todo se ha cumplido. Y eso que lo estamos diciendo, ¿de dónde me salía eso? Yo no sé por que en realidad nada sugería que esa iglesita oscura, allí en Cambridge pudiera llegar a tener alguna de las relaciones y el impacto que Dios por su misericordia y para El la gloria, nos ha permitido tener en la ciudad de Boston y establecer las relaciones y yo se que todavía no hemos visto nada de lo que Dios va a hacer a través de ustedes, de esta congregación por medio de su santo espíritu en nosotros, y si seguimos fundamentados en la palabra del Señor y haciendo las cosas con humildad, como Dios quiere.

Pero verdaderamente uno no se imaginaba en ese tiempo que Dios iba a permitirnos ser constructores y edificadores junto con otras iglesias en la ciudad para bendecir a nuestra comunidad. Y estamos ahora en ese proceso de construir este edificio que yo espero que ya sea en realidad, nunca digas “de esta agua no beberé”, pero que sea lo último ya que Dios nos llame a hacer por un buen, buen tiempo. Y esto es la construcción, no de ladrillos como decimos, sino de una visión para la ciudad de Boston. Yo quiero animar a mis hermanos en estas semanas a reflexionar sobre lo que Dios te está llamando a ti a hacer. Cada uno de nosotros es uno de esos ladrillos de ese edificio. Dentro de ti hay quizás uno y quizás muchos más ladrillos, para construir nuestro edificio. Tienes que verte así, cada uno de nosotros, y hablo aquí sobre todo a los hermanos que se identifican con esta congregación, si tu nos visitas o todavía no estás en esa onda, no te sientas aludido, respetamos donde tu estás en tu jornada espiritual, pero yo creo que a los que están más maduros en el Señor, se identifican con nuestra iglesia, son miembros o aman a nuestra congregación y se alimentan aquí, yo les animo a no quedarse cortos en esta gran empresa que Dios nos permite que es construirle al Señor un templo que nos permita hacer de más bendición todavía a la ciudad y para ese proceso estamos estos domingos hablando acerca de la mayordomía. Yo espero a través de estas enseñanzas, edificar en nosotros una postura de fe, de fe, de generosidad para con el Señor, aumentar nuestra visión para ver todo lo que Dios quiere que nosotros hagamos porque si usted mira en la Escritura que Dios tiene un gran proyecto escoge hombres y mujeres.

El primer proyecto de construcción que hay en la Biblia fue la construcción del Tabernáculo, cuando el pueblo hebreo estaba en el desierto. Y fíjense que aunque Dios envió maná del cielo para que comieran los hebreos, y no permitió que sus zapatos envejecieran y su ropa se deshiciera sobre ellos, sin embargo para la construcción de su tabernáculo, Dios no hizo descender del cielo un tabernáculo hecho, sino que mandó al pueblo a dar, y diferentes personas trajeron diferentes cosas. Unos trajeron telas, otros trajeron metales, algunos contribuyeron sus destrezas de artesanía, otros trajeron madera y diferentes cosas para la construcción del templo. Dios usó a su pueblo y usó a Moisés para impartirle la visión al pueblo de un tabernáculo, y de ahí otros procesos de construcción que hay en la Escritura, como por ejemplo el templo salomónico, y los otros templos que fueron reedificados después de la destrucción del primer templo. Los muros de Jerusalén a través de Neemías y tantas otras cosas, de obras de construcción, siempre vemos que están precedidas, es decir antes de la construcción siempre hay un llamado al pueblo a darle al Señor para hacer posible esa obra, porque al Señor le gusta construir en cooperación con sus hijos. Y nosotros cuando recibimos esos llamados, decimos: amen, Señor, yo estoy presente. Yo quiero ser parte de eso.

Ustedes recuerdan..... lo que estoy poniendo allí en el corazón de mis hermanos, que Dios nos permita tener 200 personas o familias, o unidades familiares, 200 individuos u hogares que se comprometan en dos años, 24 meses a darle al Señor para la construcción de nuestro templo 5000 dólares, que son como 50 dólares por semana, por dos años. Yo se que eso solamente en capuchinos algunos de ustedes lo consumen cada semana. Si usted solamente deja de tomarse esos capuchinos que lo que va a hacerle es engordarle de todas maneras, y ponerle los dientes amarillos, déselos al Señor para que usted vea un gran templo edificado para gloria de Dios. Hay tantas cosas que podemos hacer hermanos, que en realidad si miramos a ver, no son de vida o muerte, y si nosotros decimos: yo voy a eximirme un poquito de aquí y de allí, mire va a salir bendecido usted. Esos trajes viejos que están allí que no se los puede poner hace 5 años, de momento le van a servir y tantas otras cosas, porque usted habrá encontrado una manera creativa de darle al Señor. Así que esa es nuestra petición.

Ahora, nosotros queremos que todo el mundo pueda dar y esa es la segunda meta que Dios ha puesto en nuestro corazón que todo el mundo que se identifica con la congregación León de Judá pueda darle al Señor algo. Si el Señor no le ha dado esa posibilidad o esa fe para dar de esa manera, no se sienta mal, no se sienta aludido y despreciado porque esa no es la idea. Usted puede darle al Señor algo. Todos podemos venir ante el Señor con algo en nuestras manos, así que pídale al espíritu santo que le ilumine, entonces acerca de cómo usted puede darle al Señor, y en qué forma y en qué grado y entonces allí usted con su Señor, nadie debe juzgarle a usted por eso, sino todo lo contrario, el Señor bendice lo que sale del corazón. La Biblia dice que no demos al Señor por obligación o por culpabilidad, sino que con alegría. Así que dele al Señor lo que usted pueda darle con alegría y otro quizás con dolor. Está bien, no hay problema en darle al Señor con dolor también. Eso es importante también.

Y lo tercero, el tercer punto, y con esto ya termino lo prelimar, porque es que estoy poniendo en contexto lo que estamos predicando, es que quizás hay personas, quizás haya personas en esta congregación y yo se que las hay, que podrán dar más de 5000 dólares en dos años, y quizás Dios le ha bendecido a usted en alguna forma o le va a bendecir de alguna manera y quizás Dios ponga allí que yo quiero honrar al Señor con algo más allá de esos 5000 dólares. Si Dios pone eso en su corazón yo le aseguro que no lo vamos a resistir. Bendiga al Señor y bendiga a su pueblo de esa manera. Así que si alguno siente del Señor de dar más de esos 5000 dólares, por favor les animamos a pensar también en eso y pedirle al Señor que le ilumine con respecto a eso.

Hay tienen ustedes lo preliminar. Ahora vamos a la palabra del Señor. Primera de Reyes 17. La Biblia está llena, hermanos, de referencias a este principio de dar. Ahora que yo he estado haciendo una lista de textos desde los cuales predicar en estos domingos, porque quiero verdaderamente bendecir su vida y enseñarles principios para la provisión de su vida, para vivir una vida próspera en todas la áreas de la vida. He encontrado decenas de textos porque la Biblia habla continuamente acerca de este concepto de dar y recibir, de cómo tenemos un Dios que quiere bendecir a su pueblo, pero un Dios también que ha establecido ciertas leyes, ciertos principios, ciertas formas en que nosotros podemos desencadenar su bendición para nuestra vida. Y esos textos están en todas partes. Y de hecho les digo, hermanos que este texto que vamos a estudiar aquí en esta mañana, no es solamente con respecto a recibir comida, alimento o dinero, yo creo que se refiere a cualquier milagro, cualquier intervención divina que tu quieras recibir en tu vida. Puede ser la solución a un problema familiar, a un problema emocional, a una atadura mental que hay en tu vida, a una herida emocional que hay en ti, un problema con un hijo o lo que sea, problema de provisión material, vivienda, dinero, trabajo, estudios, esto se aplica a todas esas dimensiones de la vida. Lo que uno necesita recibir para tener una vida prospera y bendecida, cómo ha Dios establecido principios espirituales para poder desencadenar su bendición. Porque si usted mira Dios es un Dios de orden, y Dios ha establecido principios físicos que los científicos al descubrirlos les permiten operar sobre la realidad y levantar aviones de toneladas que pueden viajar por los aires, meter submarinos en le fondo del mar que pueden viajar por el fondo del mar, carros que corren por la superficie de la tierra, rayos láser que operan sobre algo tan delicado como la pupila de un ojo, porque los científicos han descubierto los principios físicos que Dios ha enterrado en la naturaleza y al descubrir esos principios y ponerlos en operación pueden sacar ventaja de ellos.

Yo sostengo que lo mismo es cierto para los principios espirituales. Dios ha establecido principios espirituales y ha dado un mapa para descubrirlos, los cuales se llama su palabra. Al nosotros poner en práctica esos principios de su palabra podemos, como los científicos en el mundo físico, recibir bendiciones también en el mundo espiritual. Y aquí por ejemplo tenemos uno de esos mapas pequeños, en este texto tan rico que es el texto de la viuda de Sarepta y dice aquí que Dios llamó a Elías a apartarse por un tiempo de Acab y Jezabel, esos reyes malignos que querían matarlo, porque a través de Elías Dios había dicho que no llovería sobre Israel hasta que Elías no diera la palabra, y entonces Dios le pidió a Elías que se escondiera por el tiempo que fuera necesario. Y Elías se escondió en el arroyo de Cherit , ustedes saben la historia, y allí Dios le proveyó a su profeta durante muchos días pan y carne a través de cuervos, y agua a través de un arroyo. Un día, dice la Biblia, que el arroyo se secó y no había más agua porque había sequía en la tierra y entonces Dios le dijo a Elías: ok, Elías ahora vete de aquí, y ahí comienza nuestro texto y ve a Sarepta de Sidón, era una tierra no judía, un pueblo que no era hebreo, vete allí a esa ciudad y allí, dice el Señor, Yo he dado orden, mire eso, yo he dado orden a una mujer viuda que te de de comer, que te sustente, que te mantenga por el tiempo que sea necesario.

Ahí ya yo veo algo, hermanos, es esto: que Dios es un Dios proveedor de sus siervos, de sus hijos. Toda enseñanza de mayordomía primero dice que Dios es el dueño de todo lo existente, como vimos el domingo pasado, pero otro principio de la mayordomía es que Dios es proveedor de aquellos que lo honran y le temen. Y no importa cuanta carencia haya en una tierra, hermanos, Dios es poderoso para proveerle a los suyos. Yo se que hay personas que aman al Señor que padecen miseria en otros países de la vida, pero por experiencia propia de mi familia yo aprendí una cosa y es que cuando Dios llega a una casa, las circunstancias financieras negativas cambian y comienza la bendición. Yo lo puedo decir porque cuando mi mamá conoció al Señor Jesucristo hace muchos años en la República Dominicana, nuestra familia, sus circunstancias financieras eran muy adversas, pero yo recuerdo en mi mente de niño pequeñito que cuando mi mama conoció al Señor algo cambió en nuestra vida y Dios comenzó a proveernos de una manera preciosa. Y yo podría explicarles pero eso no es el punto, el punto es que cuando Cristo entra a la vida de una familia comienzan los procesos de bendición y de prosperidad, si esa familia es fiel al Señor y si usa los principios de la fe.

Eso está en la Escritura, eso no se dice para manipular, no. Yo veo eso en todas las páginas de la Escritura que Dios provee. La Biblia dice, por ejemplo, “joven fui y he envejecido y no he visto justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan”. Yo creo que si Dios me tira en la luna, allá yo se que yo conseguiría un árbol de algo para comer, si fuera necesario, porque ese texto está allí y alcanza hasta la luna misma. “No he visto justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan”. Ahora, podríamos nosotros creer eso, hermanos. ¡Qué difícil es ajustar la mente a las promesas de Dios! Pero Dios es un Dios proveedor, de hecho, uno de los nombres que se le da a Jehová en la Biblia, ¿cuál es? Jehová Giré, que en hebreo quiere decir Jehová es mi proveedor. La esencia misma del carácter de Dios es proveer a sus hijos por eso les proveyó a los hebreos maná en el desierto, les proveyó agua de una roca, les proveyó vestido y zapato y les proveyó su poder, y les proveyó la nube de humo en el día para que los guiara y la columna de fuego en la noche. Óiganme, ni Mapquest tenía un servicio tan bueno como esa nube y esa columna de fuego, era un mapa a través del cual Dios le guiaba a sus hijos a donde tenían que ir, porque Dios es un Dios proveedor en todas las dimensiones de la vida, si nosotros lo creemos. Le proveyó a su siervo Elías, cuando se le acabó el agua dijo: ahora ve, yo tengo otra opción para ti. Siempre hay una opción.

Yo he descubierto eso, hermanos, en la vida. Mi lema es siempre hay una solución. ¿saben qué lo que yo practico en mi vida? y cuando hay.... puede ser una cosa sencillita, pequeña pero mi lema: siempre hay una salida, siempre hay una solución a cualquier problema, porque Dios es la solución a cualquier problema de la vida. Dios es la puerta que se abre cuando todo parece oscuro y no hay nada que la razón sugiera de soluciones, Dios puede proveer en nuestra vida, si creemos, si confiamos en el Señor. Imagínese, usó cuervos para proveerle a su siervo y ahora usa.... fíjese es interesante que a través de la Escritura nosotros vemos algo que Dios usa muchas veces algo que parece que no puede proveer para proveer. Fíjese proveyó agua, ¿de qué? De una peña. Proveyó comida en la alimentación de los 5000 ¿de parte de quién? De un niñito con cinco panes dos peces por allí. Dios siempre.... le gusta proveer a través de cosas aparentemente áridas y estériles. Aquí provee a través de una viuda que ni seguro social, la pobre estaba cogiendo. No había welfare en esos tiempos, no había seguro social, ni cupones, nada, hermanos, ni tarjetas de crédito que uno pudiera por lo menos dar un tarjetazo y decir: ya veré como salgo de esa después. Nada, esta mujer estaba desprovista y al Señor le gusta proveer a través de formas inesperadas.

¿Cuántos han recibido algo en la vida a través de una forma inesperada o de alguien que no parecía que podía serle de una fuente de solución? Porque a Dios le encanta, porque Dios es un Dios..... El tiene un sentido del humor, yo creo. Inclusive El lo hace así para que sea evidente que es su gloria, que no es el hombre sino es El quien verdaderamente en última instancia provee. Y Dios le dice a Elías: yo he dado la orden para que esta mujer te alimente. Ahora, lo hace a través de un proceso complejo y zigzagueante, porque cuando Elías llega allá, a Sarepta, yo creo que él esperaba que lo iba a encontrar una mujer con un abrigo de mink, en una limosina, una viuda rica que quizás hasta se iba a casar con él si le iba bien, o algo por el estilo. Pero cuando llega a Sarepta, fíjese Dios dice: Yo he dado orden, y cuando él llega allí lo primero que ve es una mujer toda deshecha y deprimida porque está llegando a lo último de su vida, y ya lo que le queda es un puñadito de harina y unas cuantas gotitas de aceite para hacer un pankake sin leche ni siquiera. Y esta viuda para peor la situación, ni siquiera sabe quién es Elías y que Dios te dijo, ¿qué? Tu estás loco, muchacho, vete a un psiquiatra. ¿qué te diera yo comida? Pero, si esto es lo último que a mí me queda, me lo voy a comer con mi hijo ya para echarme a morir. ¡Qué interesante!

Hermanos ahí está la cosa, usted ve. Dios da declaraciones en el espíritu que luego tienen que realizarse en el mundo del tiempo y del espacio. Y a nosotros nos toca ser participes muchas veces de los milagros. Dios a veces declara cosas en el ámbito espiritual y a través de su boca que en la realidad externa no parece que nada concuerda con lo que Dios ha dicho y ahí es donde nosotros, muchas veces somos los protagonistas de la segunda parte del drama, porque Dios ha declarado su principio espiritual, pero entonces ahora nos toca a nosotros desarrollar eso, y ser parte del milagro. Nosotros quisiéramos como que los principios de Dios fueran de ‘a’ a ‘b’ a ‘c’ a ‘z’, punto, recto, línea recta, pero Dios no obra así. Dios obra a través de procesos complejos como el que se da aquí. El ha dicho: esta mujer le va a proveer a mi profeta pero los detalles de ese proceso van a ser desarrollados por la interacción entre Elías y la viuda de Sarepta. Dios es un Dios así. Dios es un Dios economista. El dice: se va a hacer esto. Los detalles. Ustedes encárguense de eso, como hacen los grandes ejecutivos. ¡qué fuerte es el Señor!

Y a nosotros entonces nos toca, dependiendo de nuestra fe, ¿ve? Dios al decir que esta viuda le provea a mi profeta ya ha declarado un principio que está reverberando en los aires espirituales, pero ahora entra en acción la fe del profeta y la fe de la viuda y el diálogo que se da entre ellos. Así es, hermanos, muchas veces Dios te ha dicho a ti en tu vida: ese sueño que tu tienes, Yo he declarado que se cumpla. Ese proyecto económico, financiero que tu tienes, Yo he declarado que tenga éxito. Ese deseo que usted tiene de estudiar y de llegar a ser una mujer profesional, aunque tienes 40 años y tres hijos y el resto del tiempo te lo pasas lavando platos, y limpiando la casa, Yo he dado orden para que tu llegues a tomar una maestría. O que aprendas a hablar inglés. O que tengas tu casa un día. Dios ha dado la palabra, ¿usted ve? Pero ahora nos toca a nosotros un proceso de fe para que eso que Dios ha declarado en los aires se realice. Y ahí es donde muchos de nosotros fallamos muchas veces. No le creemos a Dios o porque el proceso se hace un poquito difícil en el camino y no nos va bien, la primera vez que tratamos ya nos echamos a morir y decimos: Olvídate, Dios no es fiel, Dios no cumple lo que promete. Y entonces nos lamemos las heridas por el resto de nuestra vida y llamamos a Dios infiel, cuando era que Dios quería que diéramos un poquito más de esfuerzo y que aprendiéramos, que sacáramos algo de ello.

¿Usted ve? Aquí a Dios no le interesa solamente que esta viuda le de de comer a su profeta y le llene el estómago de pan y de agua. No, Dios quiere algo más. Dios quiere que el profeta aprenda ciertas cosas y que la viuda también aprenda ciertas cosas de fe y del espíritu y que ella también sea bendecida con toda su casa. Porque cuando Dios obra, muchas veces sus procesos arrastran no solamente a nosotros sino a otros que están alrededor de nosotros. Y si nosotros actuamos en fe, somos bendecidos nosotros y otros también que son testigos del proceso de fe que nosotros estamos viviendo. ¡Qué precioso es el Señor! ¿verdad? ¡Qué compleja es la forma de Dios operar! El quería desarrollar un drama entre Elías y esta viuda.

Pero no nos olvidemos de eso, hermanos. El principio aquí que yo veo importante es que Dios está proveyendo. Dios ha dado una orden: mi profeta no puede pasar hambre. Mi profeta tiene que ser bendecido. Aunque otros están pasando hambre por su maldad y su falta de fe, yo quiero que mi profeta sea bendecido. Y esto hermanos, aquí hay otro principio bien importante: cuando nosotros le damos al Señor siempre tenemos que darle al Señor desde una postura de confianza y de fe de que El es nuestro proveedor. El trasfondo mental de nuestra acción de fe siempre debe ser Dios es poderoso y fiel para proveerme. ¿usted ve?

Mire que cada vez que Dios llama a la gente a dar, hay algo como que le dice: no temas o le dice: no te preocupes, yo te voy a dar. Mire por ejemplo Lucas, Capítulo 12, porque estos principios están en todas partes, no solamente en Antiguo Testamento. Lucas 12:32, dice: “no temáis” –digan conmigo, hermanos “no temáis”, otra vez “no temáis”- manada pequeña porque a vuestro padre le ha placido daros el reino”.

Mire la promesa allí. El dice, gente de León de Judá no teman, no se preocupen, ustedes no os afanéis por el día de mañana. No anden con esa ansiedad en sus vidas y esa idea de que su vida es algo frágil que en el día menos pensado va a perder su trabajo, lo van a botar de la casa, se va a enfermar, le va a faltar el dinero para pagar el agua o la luz. El Señor dice: no temas, yo soy tu proveedor. No temas, manada pequeña, porque a tu papá le ha dado la gana de darte el reino completo, todo. Dios te ha prometido todo. Yo vivo como que la tierra es mía, porque es de mi padre que me ama, y yo trato de vivir de esa manera, de esa confianza de que Dios es mi proveedor. El ha dejado esos textos ahí en la Escritura, de Elías y de otros para enseñar que El puede hacer lo mismo conmigo.

Y entonces miren lo que continúa, a vuestro padre le ha placido daros el reino, dice: “vended lo que poseéis y dad limosna. Haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega ni polilla destruye”. Usted ve, primero él establece un trasfondo de provisión y de promesa y de fe. No temáis. A mi me ha placido entregarles el reino, y ahora miren la consecuencia de eso. Por lo tanto, vendan lo que tienen, denle limosna a los pobres, sean generosos, porque ustedes tienen una línea, tienen una cuenta de crédito ilimitada, es como los bancos le dan una tarjeta a alguien, dice: límite, 100.000 dólares.

Hermanos nosotros tenemos una línea de crédito en el reino de los cielos y Dios dice por lo tanto atrévete a ser generoso aquí en la vida. Da. En todo lo que tu puedas, ayuda al pobre. Ayuda a la gente necesitada. Da de tu tiempo generosamente, da de tus energías. A mi me gustan los cristianos enérgicos, hermanos. La gente aplatanada, como dicen los caribeños, no son santos de mi devoción, porque yo creo que Dios quiere gente con un exceso de energía porque sabe que de esa energía hay mucha más que tiene Dios. Dios es poder y cuando tu das al Señor..... mira, no te va a faltar. Créelo. Esfuérzate y se valiente, dice el Señor, porque Yo estaré contigo donde quiera que tu vayas. En otras palabras, lánzate, atrévete, has cosas, emprende cosas, porque Yo estoy contigo. Y de donde tu diste hay más para que tu recibas más todavía.

Lo que pasa es que nosotros no le creemos a Dios y somos conservadores con nuestra energía, con nuestro tiempo, con nuestro dinero, con nuestras posesiones, y siempre estamos contando como miserables las moneditas que tenemos.... y Dios dice: no seas tacaño. Da. Porque a mi me ha dado la gana de darte el reino. Atrévete en el nombre del Señor. Muchas veces tantas oportunidades que hay, hermanos para nosotros servir a alguien o darle a alguien y no nos atrevemos porque estamos pensando,.... Alguien nos llama deprimido y nos dice: me voy a pegar un tiro, hermano, estoy deprimido aquí. Dice: bueno, si hermano, por favor hablemos otro día porque yo tengo que irme a dormir, estoy cansado y tengo que levantarme a las 5 de la mañana. En vez de decir: bueno, voy a consolar a este hermano, le voy a hablar porque aunque tengo sueño y pierda una hora y media de sueño, pero el Señor me lo repondrá mañana por la madrugada.

Entonces estamos siempre pensando en el temor, lo que no tenemos, en vez de pensar en el Dios que ha dicho: yo tengo más de donde salió eso. Hay más, hay un tesoro ilimitado. Atrévete. Da de tu energía, da de tu tiempo, da de tus talentos, invierte en mi reino porque Yo no tengo límites en lo que te puedo dar.

Y por eso muchos de nosotros, hermanos, vivimos vidas mediocres y vidas limitadas, donde la provisión de Dios no nos llega y es porque tenemos unos cablecitos bien finititos por donde solamente puede pasar un poquitito de la bendición de d. Yo he aprendido que mientras yo más doy, Dios más me da. Mientras más generoso yo soy en el Señor, más generoso es Dios conmigo. Por eso es que Dios dice: no te preocupes, da.

Mire cómo le dice Elías a la viuda. Mire aquí la mentalidad del hombre y la mentalidad de Dios. Elías manda a la viuda a buscarle un poquito de agua. Esa es la cascarita para que ella resbale. “Busca un poquito de agua”. Y ella, parece que tenía bastante agua, “claro que si, no hay problema”. Y después como quien no quiere la cosa dice: “ah, y por favor si me puedes traer una tortita hecha con ese harina y ese aceite”. Dice: “ah, no ahí si que no, no te puedo ayudar. Ahí si que no se va a poder, como decía un señor que conocíamos nosotros cuando éramos chiquitos. No se va a poder”. ¿Por qué? Porque ella dice, lo único que tengo es un poquito de harina y un poquito de aceite y eso está reservado para mi y para mi hijo y ya pensamos con eso nos echamos a morir porque no hay más nada. No digas más me (34:41) que no hay más yerba, como dicen los dominicanos. Fíjese ella está pensando en su limitación. Ella no ha escuchado la palabra del Dios proveedor. Ella no conoce al Dios proveedor que Elías conoce. Entonces ella solamente está pensando en sus limitaciones. Ella está pensando en lo que no tiene. Ella está operando, en lo que yo llamo, la mentalidad de carencia. Los cristianos podemos operar de dos zonas: la zona de carencia o la zona de abundancia y provisión. El cristiano carnal, racional solamente opera pensando en que si yo doy al Señor me va a faltar. Si yo saco de mi cuenta ese dinero que no voy a tener para pagar los biles o para completar el proyecto que yo tenía, o lo que sea. Ve, uno piensa con la mentalidad de carencia, y eso se ve en toda la Escritura.

Por ejemplo cuando Caleb y Josué y los otros 10 espías regresan de la tierra prometida, los diez espías incrédulos le dicen pueblo hebreo que lo habían mandado: miren, señores, ni se molesten en ir a Canaan. Eso está lleno allí de una gente que miden 6, 8 y 7 pies y tienen unos molleros que ni Arnold Swarzenneger y tienen unos carros y lanzas de metal y caballos gigantes y nosotros al mirar esa gente tan alta nos veíamos como energúmenos, como langostas, dice, como cositas chiquititas. Esa es la mentalidad de carencia. Es la mentalidad que solo ve las limitaciones en la vida. Es la mentalidad de la persona que solo piensa, bueno, pero en mi familia nunca ha habido nadie que tenga dinero. No ha habido ningún profesional. Qué es eso de que yo dijo: comprar mi casa o yo ir a la universidad. No es posible. Porque está pensando de la carencia.

Es la idea cuando el Señor te dice dame a mi primero, como le dice Elías a ella, atrévete a honrarme con tu diezmo. Atrévete a honrarme con una promesa y yo te prometo que no te va a faltar. Pero la persona dice: bueno, pero esos serán otros allí porque ese gana 50.000 al año, pero yo solamente gano 24 ó 20 ó 18. Yo no puedo hacerlo. Porque uno está pensando en la limitación, uno está pensando según la carne. Uno está pensando según la razón. Como esta mujer solo pensó, me queda solo un puñadito de harina, un poquito de aceite, y ya me voy a morir, y de dónde le voy a dar yo a este hombre lo que a mi me toca. ¿usted ve? Esa es la mentalidad de carencia. La mentalidad de carencia la vemos a través de toda la Escritura.

Los discípulos cuando el Señor les dice: Denle ustedes de comer a toda la multitud. Ellos dicen: ¿que le demos nosotros de comer a toda esta gente? Mire si tuviéramos 20.000 dólares no podríamos comprar pan, y es más si tuviéramos el dinero dónde íbamos a comprar, si por aquí no hay una panadería en todos los alrededores. La mentalidad de carencia. Pero el Señor que conoce al Dios proveedor, les dice: vayan por allí, pónganse a buscar y miren a ver qué encuentran. Cinco panes, dos peces. Vengan acá, los bendice, ora por ellos, y come toda la multitud y sobran 12 cestas llenas de panes y de peces. ¿Por qué? Porque el Señor quería darles una lección: no vivan conforme a la mentalidad de carencia. Vivan conforme a la mentalidad de fe.

Hermanos, hay una cosa, que cuando tu vives conforme a una mentalidad de fe y de posibilidades, tu vida se convierte en algo magnético hacia la bendición y hacia la prosperidad y hacia las oportunidades. Hermanos, yo trato en todo lo posible de cultivar una mentalidad de posibilidades y yo he descubierto que secretamente es como que hay un magnetismo que atrae las posibilidades, atrae las bendiciones. Yo quisiera tener tiempo para darles ejemplos de esto, pero miren, uno solo aunque el tiempo se nos va, pero estas cosas son importantes.

Ese edificio hacía años que Dios había puesto en mi corazón construir ese edificio y yo quería comenzar mucho antes de que se complicara el vecindario con todos los condominios que se han mudado aquí, porque yo sabía que iba a ser mucho más difícil el proceso del vecindario. Sin embargo había tantas trabas legales y tantas dificultades en el proceso, que yo sabía que iban a venir, que yo me acobardé durante mucho tiempo y esperé y esperé y esperé. Porque no me atrevía a meterle mano, parecía imposible. Yo me acuerdo un día en que Meche y yo en la cocina de casa, yo le dije a Meche: Meche, si ese proyecto un día tu ves que se da y tu ves que nos aprueba la ciudad el que hagamos ese edificio, di que tu has visto un milagro. Ella misma estuvo de acuerdo en que así era. Porque había cosas allí, imposibilidades que ni siquiera surgieron, que nos hubieran podido impedir que ese edificio siguiera, si ellos hubieran sabido cosas que podían usar. Y sin embargo un día yo dijo: Señor, si esto es de ti, lo único que yo puedo hacer es comenzar a caminar en fe. Y si esto es de ti tu vas a resolver los problemas y tu vas a tumbar a los gigantes y eso se va a dar, y la ciudad nos va a dar el permiso. Y saben, yo comencé a orar y decidí en mi mente que, ok vamos a emprender eso.

Un día invitaron al grupo de alabanza, ellos recuerdan, el grupo de alabanza a la iglesia de Roxbury Presbiterian Church para que tocara allá en una reunión de varias iglesias de oración y adoración y eso fue unos pocos días después que yo decidí. Y le dije al Señor: Señor, lo primero que yo necesito es un arquitecto, alguien que nos haga estos planos por un precio bien bajo y ser una persona lo mejor que hay en la ciudad de Boston. ¿Y saben qué? Ese día domingo después del servicio cansado yo y agotado después de las reuniones aquí en la iglesia, llego allí cuando ya comenzaba el servicio, nuestro grupo estaba tocando y cuando voy caminando hacia el asiento que encontré, detrás del asiento donde yo me iba a sentar estaba Glenn Knowles, un arquitecto cristiano que yo había conocido años atrás en Cambridge, en la iglesia norteamericana que compartía el edificio con nosotros. Y Glenn Knowles es graduado de Harvard y trabaja para una de las mejores compañías de arquitectura de aquí, de la ciudad de Boston, un hombre ilustre en la arquitectura y con corazón de servicio al Señor y cuando yo lo vi, en mi corazón yo dije: este es mi hombre, este el hombre que Dios ha puesto allí para hacer este trabajo. Comencé a hablarle y acordamos reunirnos y el resto es historia. Ahí están los diseños que nos salieron por una fracción del costo de lo que salen normalmente ese tipo de cosas. Al Señor la gloria.

Y este hombre a través del proceso fue mi abogado, mi arquitecto y mi compañero de batalla. Cada vez que nos metíamos en la boca del león con un grupo del vecindario o de la ciudad porque el Señor cuando provee, provee en grande. Pero, se requirió que yo dejara mi mentalidad de dificultades y de obstáculos y la cambiara a una mentalidad de posibilidad, y que me atreviera a dar los primeros pasos de fe. Cuando usted comienza a caminar en el nombre del Señor el río se abre delante de usted, porque eso es lo que Dios está esperando. Un mover de fe. El está esperando que nos atrevamos, que rompamos la mentalidad esta de limitaciones y de imposibilidades y de que nunca se hizo antes esto, que nadie en mi familia, o que yo no tengo, no puedo, no se, y que usted diga: todo lo puedo en Cristo que me fortalece, como dice el Apóstol Pablo.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Y tu puedes romper todas las cadenas que el diablo pone en tu mente y en tu vida y en tu circunstancias, todo está en que tu le creas al Señor y que te atrevas y que tengas lo que se llama una mentalidad de posibilidad. Y eso es lo que yo veo en Josué y Caleb. Dice la Biblia que había en ellos un espíritu diferente al de los otros. Y Caleb y Josué, cuando estos diez espías dijeron: esto es imposible, esta gente son inmensas, son demasiado grandes para nosotros, Josué y Caleb dijeron: No le teman a ellos, porque Dios los ha entregado a nosotros y lo vamos a comer como pan, dijo Josué y Caleb. Porque más grande es el que está en nosotros que el que está en el mundo. Yo creo que la gente que está en Cristo y que tiene su fe activa piensa en esa manera. El Dios que está dentro de mi es más grande que cualquier circunstancia. Yo voy a salir adelante sea como sea. Dios abrirá un camino. Ese coro (43:09) dice: sendas Dios hará donde piensas que no hay. Eso es verdadero para el que cree, hermanos. ¡Aleluya! Pero sabes que en el proceso muchas veces hay trabas porque ese es el Dios que tenemos.

Hace poco escuchamos una enseñanza de un escritor llamado Elbridge que habla del Dios desde los dramas y del Dios que hace dramas. A mi me encanta los dramas. Mi doctorado es en literatura, y yo amo los dramas, amo la trama de una novela o aún de un poema o de un cuento. A Dios le gustan los dramas y en los dramas, miren las comedias de televisión por ejemplo, el muchacho conoce a la muchacha, se enamoran, pero si se casaran enseguida la película tomaría 5 minutos, pero ¿qué pasa? No, viene una que el conocía hace 10 años y se pone a hablar con ella en la calle y la primera que se enamoró de él los ve hablando y ya piensa que él la ha dejado y se mete un lío allí tremendo, y los próximos 45 minutos se tratan de resolver ese problemita que comenzó para alargar la cosa y ahí estamos nosotros llorando con los Kleenex o comiendo pop corn a diestra y a siniestra, porque la trama se está poniendo sabrosa ¿no?, hasta que llega finalmente que se casan y viven felices para el resto de sus vidas ¿no?. Porque esa es la esencia, la trama es la complicación, eso es lo que hace un drama y Dios se le encanta, Dios es el novelista por excelencia.

Entonces Dios nos dice: yo te voy a bendecir, yo he dado la palabra para que tu seas bendecido, entonces tu le crees al Señor y ahí comienza un proceso que puede durar años, meses, semanas. Va a haber dificultades, gigantes a quienes les vas a tumbar la cabeza, mares que vas a atravesar, doncellas a quienes vas a salvar de gigantes terribles, pero llegarás a la meta porque Dios dijo: llegarás porque Yo lo he dicho.

Pasen a la otra orilla, dice el Señor Jesús. Mientras van hacia la otra orilla encuentran un mar bravo, una tormenta y el Señor allá en su trono orando, los ve y a medio de la noche camina hacia ellos y se monta en la barca y le dice a la tormenta: Cesa, calla. Y se calla la tormenta y llegan a la otra orilla porque el Señor dijo: llegarán a la otra orilla. Dios es complejo en sus procesos. Muchas veces nosotros nos dejamos intimidar por la complejidad de los procesos y nos acobardamos y entonces perdemos la oportunidad que Dios quiere darnos. Nunca te des por vencido porque el proceso se haga arduo en el camino. Di: no, lo que el Señor está haciendo es que me está enseñando cosas. El quiere bendecirme más allá de la meta pequeñita que yo tenia. Las metas del Señor siempre son mucho más amplias de lo que tu mente pequeñita puede concebir, mi hermano, mi hermana. A Dios le encantan los viajes, le encantan los procesos. La vida del cristiano es siempre lo mismo, lo que dice: vete de tu tierra y de tu parentela a una tierra que yo te he de enseñar. Ese es el proceso de fe en su esencia misma. Y cada vez que Dios te da un sueño, una palabra, una meta, una trama, lánzate en el nombre del Señor. Como Abraham pasarás sustos, cometerás errores, harás cosas que no pensabas que ibas a hacer, pero llegarás a la meta porque el Señor te dijo: Yo voy a estar contigo donde quiera que tu vayas.

Hermanos yo quisiera tener más tiempo para desarrollar todos estos temas. Quizás continuaremos el próximo domingo. Pero lo importante es que veamos aquí eso. Esta mujer es probada. Elías le dice: Ve y búscame a mi primero. Dice: dame a mi primero. Hay que darle al Señor primero.

Digan conmigo: hay que darle al Señor primero, primero. Cuando usted le da al Señor primero usted recibe. Elías le dice: dame a mi primero y después tu vas a tener para comer, no solamente hoy sino mañana y pasado mañana, y la semana que viene y el mes que viene hasta que vuelva otra vez a crecer pan en la tierra. Así es que Dios obra, usted se atreve en el nombre del Señor. Nada le garantiza que usted va a llegar, solamente la palabra de Dios. Las primicias es un concepto que está en la Escritura de Génesis hasta Apocalipsis. “Honra al Señor con tus primicias.” Dale al Señor primero.

Proverbios 3:9, “honra a Jehová con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos y serán llenos tus graneros con abundancia y tus lagares rebosarán de mosto”, dice el Señor. Tus graneros estarán abundantes y llenos, mi hermano, mi hermana. Pero honra al Señor con tus bienes, dale al Señor las primicias. No le des la rabandija (48:06), no le des la cola, no le des lo que te queda, no le des lo que te sobra, no le des cuando tu ya pagaste todo y sabes que todo está bien y todo está cubierto, entonces de lo que te queda tu le das al Señor. No, al Señor hay que darle primero, hay que sacarlo a El, lo de El primero.

Si tu tienes fe en que tu Dios provee, dale al El primero. Atrévete en el nombre del Señor. Yo no creo que tu vida está tan extrema como la de esta mujer, por eso es que Dios escoge los extremos también, para ilustrar sus principios claramente, en la pureza del tubo artificial que El construye. Esta mujer no tiene nada. No le queda nada. Está en los extremos de su vida. La mayoría de nosotros no está en esa posición extrema. Y ahí es donde el Señor le dice: dame, ahora, primero. Arriesga tu vida. Arriesga tu provisión,. Arriesga tu esperanza. Arriesga tus ilusiones. Ponlas sobre la mesa del sacrificio. Dame a mi primero, y entonces tu verás si yo soy Jehová, si yo soy fiel y si yo cumplo lo que prometo o no. O si yo tengo poder o no para bendecirte y abrirte el mar delante de ti. Honra al Señor con tus bienes. Ahí tiene un principio que es más preciso que los principios de la gravedad o de cualquier otro principio físico. El que honra al Señor primero, el que pone al Señor primero en su vida, el que ama al Señor de todo corazón con toda su mente, con todas sus fuerzas, el que no se preocupa por si mismo, sino se preocupa por la gloria del Dios. El que siempre que hay una necesidad dice: yo estoy presente porque yo tengo una línea de crédito directa a mi Padre. Y le da al Señor en cualquier situación, o da con generosidad en su vida en el nombre del Señor. Esa persona será prosperada, será bendecida y nunca le faltará nada. Escuche que se lo digo, escríbalo, ponga la fecha y póngalo a prueba y usted verá si Dios es fiel o no en su vida.

Vamos a ponernos de pie. Gloria al Señor. No dejes que esa palabra se escape de tu corazón porque yo creo que es palabra que Dios me ha dado en esta mañana para usted. Esos son principios de la Biblia, esos principios no están en el corazón del hombre. Esos principios son principios divinos. Si tu quieres compra ese cassette y escúchalo de nuevo porque es semilla de fe que Dios pone en tu vida. Dios quiere bendecirte. Dios quiere proveerte. Dios quiere sacarte de tu carencia. Dios quiere que tu tengas una vida amplia, una vida de logros, una vida exitosa. Pero hay principios espirituales y Dios te dice: toma riesgo, arriésgate. Si tu no te arriesgas no va a venir la bendición, dice el Señor. Siempre hay que arriesgarse. David se arriesgó cuando se tiró encima de Goliat, un energúmeno, un muchachito enano contra ese gran gigante. Nada más que unas piedras y una honda. ¿Qué le garantizaba a David que él iba a regresar sano? Nada. Si los grandes soldados no se atrevían a meterle mano a Goliat pero David arriesgó su vida porque amaba al Señor y amaba la gloria de Dios. El resto es historia.

Tu eres un David, tu eres una David. Tu puedes hacer cosas grandes en el Señor. Tu puedes vivir una vida próspera. Tu futuro, la curva de tu vida será ascendente. Tus hijos serán bendecidos. Tu llegarás a cosas que tu no te imaginas. Los mejores tiempos de tu vida están delante de ti pero tienes que creerle al Señor primeramente. Si tu te quedas en la zona de la limitación, en la zona de la carencia, en la zona de la timidez, en la zona de la pobreza, en la zona del no puedo, no se, no tengo, Dios no va a activar su palabra que El ha dado para bendecirte.

Todo creyente vive en la zona del logro, del éxito, de la posibilidad. Algunos no realizan eso porque se quedan solamente en potencialidades. No usan los principios de la Escritura y por lo tanto siempre su vida es pequeña, sus hijos son pequeños, su familia, su casa es pequeña. Pero si nosotros nos atrevemos, hermanos a vivir en la zona de la posibilidad, en Dios y nos atrevemos a arriesgar, a morir porque antes de toda resurrección tiene que haber muerte. Si no hay muerte, no hay bendición. Siempre cuando Dios quiere bendecirte, primero te mata. En alguna manera pequeña o grande pero te mata, te lo aseguro. Siempre tiene que haber crucifixión de la mente, de la razón, el yo, el orgullo, la autosuficiencia, lo que sea, pero algo Dios siempre te pide. Sacrifícame eso primero. Muérete y entonces Yo te voy a bendecir, te voy a levantar. Vas a ser mucho mayor de lo que eras cuando comenzaste.

Hermanos, quiera el Señor que nuestra mente sea revolucionada en este día por la palabra de Dios. Bajemos nuestra cabeza. Recibe en el nombre de Jesús, recibe en el nombre de Jesús la palabra de fe. Recibe en el nombre de Jesús, la palabra de posibilidad, vive tu vida, vive tu vida creyendo en el Dios de los milagros, en el Dios de la provisión, en el Dios fiel, el Dios que dice que toda la tierra es suya. El es dueño de todo y El quiere usar su poder a tu favor. Recibe la palabra de fe. Renuncia a la mentalidad pequeña. Ahora mismo di: renuncio a la mentalidad limitada, a la mentalidad del no puedo. Renuncio a la mentalidad de la pequeñez, de las limitaciones y abrazo el espíritu de la posibilidad en Cristo. Todo lo puedo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Aleluya! Gracias Señor. Gracias Señor. Gracias Dios, te adoramos Señor.

14 noviembre 2009

Génesis 22 (parte 1)

Vamos al Libro de Génesis rápidamente y allí usted va a encontrar en el Capítulo 22, y déjenme leer algunos versículos aquí, comenzando con el versículo 1, Génesis 22: “... aconteció después de estas cosas que probó Dios a Abraham y le dijo: “Abraham”, y él respondió: “heme aquí”, y dijo: “toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moría y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” Y Abraham se levantó muy de mañana y enalbardó su asno y tomó consigo dos siervos suyos y a Isaac, su hijo, y cortó leña para el holocausto y se levantó y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos y vio el lugar de lejos, entonces dijo Abraham a sus siervos: “esperad aquí con el asno y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos y volveremos a vosotros”. Y tomó Abraham la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham, su padre, y dijo: “Padre mío”, y él respondió: “Heme aquí mi hijo”, y él dijo: “he aquí el fuego y la leña, ¿más dónde está el cordero para el holocausto?” (una de las preguntas más inocentes que se han hecho en toda la historia de la humanidad, esa) y respondió Abraham: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío”, e iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar y compuso la leña, y ató a Isaac, su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo y dijo: “Abraham, Abraham”, y él respondió: “heme aquí”, y dijo “no extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada porque ya conozco que temes a Dios por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”, entonces alzó Abraham sus ojos y miró y aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos y fue Abraham y tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo, y llamó Abraham el nombre de aquél lugar Jehová proveerá. (Digan todos: Jehová proveerá. Amen.) Por tanto se dice hoy en el monte de Jehová será provisto. Amen”

Vamos a dejarlo hasta allí, después yo puedo elaborar quizás un poco más sobre lo que continúa pero en ánimo de avanzar.... Como saben hermanos estamos usando estos domingos para meditar sobre el tema de la mayordomía, de nuestra vida de entrega al Señor, de darle al Señor generosamente. Estamos meditando sobre las posesiones, sobre el dinero, sobre los talentos, sobre el tiempo, sobre esas cosas que nosotros consideramos nuestras, nuestra familia, nuestro cuerpo, nuestras vidas en total, y cómo Dios espera que nosotros nos relacionemos con esas cosas cuando las relacionamos a su vez con El y con lo que El espera de nosotros.

Y la idea es animarnos a todo. Primeramente a hacer de estos principios universales que están en la palabra de Dios, principios que gobiernan en todos los aspectos de nuestras vidas, pero también específicamente animarles a ustedes a disponerse, a disponerse a darle al Señor en una forma generosa en estas próximas semanas cuando hagamos el llamado ya para ofrecer nuestra promesa, para levantar nuestro hermoso templo y que nuestra iglesia haga acto de presencia.

Ayer me pasé tres horas hablando con nuestro arquitecto y hablando acerca de las próximas etapas de nuestro proceso de diseño y de trabajo en el templo. El domingo pasado yo presenté a dos hermanas, en el servicio de las 12 que estaban aquí, que venían de California. No dije quiénes eran, pero eran la vicepresidenta de la Christian Community Credit Union de California y uno de los empleados de esa institución, y ella venía para conocer la iglesia. Después tuvimos la oportunidad de almorzar con ella y nuestro tesorero, Alejandro Calderón, y ella estaba tremendamente agradecida de haber estado aquí, impresionada con el ánimo y el espíritu de la congregación y con las cosas que Dios está haciendo a través de esta iglesia que son ustedes y yo. Estaba impresionadísima y comprometida en ayudarnos en el financiamiento de nuestro templo.

Y hay una pieza muy importante que es lo que nosotros vamos a dar y yo le he mandado un reto a la congregación, a esta iglesia y es que..... hay un grupo de 200 personas que estamos llamando a que se comprometan a dar en un período de 24 meses, dos años, 5000 dólares y también que otros den, los que no puedan entrar en ese grupo, porque estamos haciendo un llamado conforme a la fe, y que estiremos un poco nuestra fe también. Algunos no podrán, o no se sentirán que pueden ir a ese nivel, y está bien, hermanos, porque no queremos que nadie se sienta presionado en una forma inapropiada. Así que el que pueda dar mil, el que pueda dar 2000, el que pueda dar 500 dólares, lo que sea, queremos que un ciento por ciento de la congregación de algo, hermanos. ¿Cuántos dicen amen, que pueden dar algo, eh, aunque sea algo, usted puede dar? Y no se sienta en ninguna manera empobrecido por eso si no puede dar todo lo que estamos pidiendo, pero que todos demos algo para avanzar este templo a su conclusión. Yo les prometo en el nombre del Señor que Dios ha de bendecirnos.

Como nuestro hermano Yoalmo nos decía en esta mañana, él ha podido ver esa bendición. Nosotros hemos seguido la trayectoria de esta familia y de muchos de ustedes, cómo Dios les ha bendecido a través de los años porque han dado generosamente al Señor. Y Dios ama eso. Dios ama al dador alegro. Entonces queremos primero esos 5000 dólares de parte de 200 personas y también finalmente esa idea, el que no pueda dar eso, puede dar lo que sea.

Y tercero que quizás hay algunos hermanos, algunas familias que Dios ha bendecido en una manera extraordinaria, por una razón u otra o que sienten que darle al Señor algo todavía mayor que eso, no queremos limitarlos. Queremos también algunas promesas y algunas ofrendas que sean mayor de 5000 dólares, si Dios le mueve en esa manera. No queremos tampoco poner una limitación ni de un extremo ni tampoco del otro. Pero yo creo que mi meta es que todos demos, todos los que nos identificamos con esta iglesia, hermanos, demos algo, así que recuerde esto también. Y gracias a Dios gente como Yoalmo ya se han sentido inclusive antes de ni siquiera de que hagamos un llamado oficial, han dicho: pastor, yo quiero dar ese paso de fe y gloria a Dios por eso. Ahora, ya hacia el final de marzo vamos a estar haciendo un llamado congregacional para que nos lancemos a esta gran empresa. Yo se que Dios nos va a dar la victoria en el nombre de Jesús. Amen.

Así que en estos domingos yo estoy levantando esa fe en nosotros, y estoy con la ayuda del Señor proveyendo una plataforma bíblica para esto que estamos haciendo. Estoy tratando de proveer principios de vida porque queremos también enriquecerlos a ustedes que no sea solamente sacarles el dinero, sino también dejarlos bendecidos con estos principios que nos permiten recibir las bendiciones de Dios, porque son principios extraídos de la Escritura.

Yo les decía el domingo pasado, hablamos acerca de Elías y la viuda, ¿recuerdan? La viuda de Sarepta, veíamos como el Señor proveyó para Elías, porque Dios es un Dios proveedor. Y cuando le damos a Dios tenemos que darle desde esa perspectiva, de que Dios va a proveer. Cuando Elías le pida a la viuda que le de esa torta cocida con un poco de agua, él le dice: “no te preocupes”, como dice el Señor en Lucas después, donde leímos, “no temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.”

Cada vez que Dios nos pide que le demos algo, El nos está diciendo: “no te preocupes”. Dame a mi primero porque hay más de donde eso vino, hay mucho más. Y Dios nos llama a darle a El. Elías le pidió a la viuda, decíamos, que le diera en la zona de la incomodidad, ¿recuerdan eso? La viuda estaba dispuesta a darle a Elías un poco de agua, no había problema porque ella tenía mucho agua, pero cuando Elías le pidió de lo poco que ella tenía, que era la harina y el aceite, ahí ella dijo: no puedo. Y ahí es donde Dios quería que esta viuda fuera probada, fuera estirada su fe.

Mire qué interesante que Dios le pidió a esta viuda que fuera la proveedora de Elías, que sacrificara, pero no solamente Dios quería algo de ella, sino que Dios quería bendecirla a ella, quería bendecirla mostrándole al Dios verdadero por medio de su profeta, quería bendecirla mostrándole un principio para que ella pudiera vivir una vida bendecida y próspera, y quería bendecirla también proveyéndole comida en medio de una gran hambre nacional para todo el tiempo que durara esa sequía. Es decir que cuando Dios nos pide que le demos algo, El siempre tiene un plan mayor, es un ejercicio. Yo creo que cuando nosotros le damos a Dios es más bien un ejercicio simbólico, que Dios nos permite participar en ello para bendecirnos y enseñarnos ciertas cosas y estirar nuestra fe, y llevarnos a otro nivel de madurez espiritual. Pero Dios quiere que le demos siempre en la zona de lo incómodo, donde nos cuesta, donde nos estiramos. Yo creo que cuando le damos a Dios, hermanos, siempre tiene que haber ese sentido de sacrificio porque si le damos a Dios simplemente lo que no nos cuesta, lo que no nos amenaza, lo que no nos incomoda entonces no tiene el mismo valor.

Yo recuerdo el pasaje de..... ¿cuántos han leído la historia de Ornan el jebuseo? Usted dirá ¿con qué se come eso? Nadie, parece. Ornan, el jebuseo, esto está en la Biblia en Primero de Crónicas, Dios le dijo a David que le ofreciera sacrificio en un terreno cuyo dueño era un hombre que se llamaba Ornan, y que comprara ese terreno y que lo reservara para Dios y para sus sacrificios y David se acercó a Ornan, ahí está en Primera de Crónicas 21, de 22 a 25, David se acercó a Ornan y le dijo: “Ornan, quiero comprarte esta tierra para ofrecerle sacrificio al Señor”. Ornan, que era un hombre muy sabio, muy entendido, le dijo a David –miren el 22- “entonces dijo David a Ornan: “dame este lugar de la era para que edifique un altar a Jehová, damelo por su cabal precio para que cese la mortandad en el pueblo”, y Ornan respondió a David (miren lo que es tener un corazón dadivoso para con el Señor, y generoso). El rey viene a donde usted y le dice: “quiero comprarte esa tierra”, y usted le dice: “este hombre tiene muchísimo dinero así que se lo voy a vender por lo más caro, para sacarle mayor provecho. ¿verdad?. Mire cual fue la reacción de este hombre generoso). Le dice Ornan a David: “tómala para ti y haga mi Señor el rey lo que bien le parezca, es más dice, aún los bueyes daré para el holocausto y los trillos para leña, y trigo para la ofrenda. Yo lo doy todo.”

Miren la generosidad de este hombre para con Dios. El sabía que esto era para Dios y dijo: no, yo no se lo voy a vender, rey. Se lo voy a regalar, es más no solamente le voy a regalar la tierra, sino que le voy a dar la leña para el holocausto, le voy a dar el metal que usted necesita, todo para que se de esa ofrenda. Yo lo doy todo.

Digan, hermanos, yo lo doy todo. No sabemos lo que decimos a veces, ¿verdad? Pero mire no solamente eso. Había una competencia en estos dos hombres. Qué bueno es cuando competimos para quién le da más al Señor. Esas competencias a Dios le gustan. En el versículo 24, miren la respuesta de David, dice: “... entonces el rey David dijo a Ornan: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio.” Y aquí estas palabras son famosas en la Escrituras. Estas palabra siempre me han perseguido a mi a través de toda mi vida, “.... porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste”.

Hermanos, nosotros no queremos sacrificarle al Señor holocausto que no nos cueste. Usted ve que ese principio universal, siempre que le demos a Dios debemos darle de manera que nos cueste. Si usted le está dando a Dios y no te duele, si no te estás estirando en fe, si no te está incomodando, si no tienes que rascar la cabeza y decir: me atrevo yo a eso, ¿saben qué? Posiblemente no le estés dando a Dios en la zona que a El le gusta que le den: la zona de la incomodidad, la zona donde nos cueste.

David bien hubiera podido decir: bueno, está bien, gracias. Que generoso este hombre. David dijo: no, no yo quiero darle al Señor un holocausto, pero quiero que me cueste. A Dios le gusta cuando nosotros le damos. Y eso es lo que yo quiero animarles, hermanos a que en esta campaña que nosotros le demos al Señor un holocausto que nos cueste, que nos incomode. Pídele al Señor que te ilumine, que estire y aumente tu fe para que tu puedas darle al Señor más allá de lo cómodo. A Dios le gusta eso. Y esto es un principio bíblico que se repite una y otra vez.

La viuda, recordemos este principio, los ricos le daban al Señor de su exceso, de lo que les sobraba. Y el Señor dijo: bueno, eso está bien. Pero esa viuda, que dio la única blanca que tenía, la peseta que le quedaba, esa dio más que los que dieron 25.000 dólares, porque ella dio todo lo que tenía. Dio todo su sustento. Puso toda su vida, toda su seguridad sobre la mesa. Amó al Señor tanto y dio en la zona de lo difícil.

Un último pasaje aunque no termine este estudio y lo continué el domingo, pero si usted va a Segundo de Corintios, porque a veces la gente piensa, bueno si, está bien pero algo está ahí haciendo el pastor para como hacer un juego de manos, para confundirme y yo quiero que usted vea que este principio se repite varias veces en la Escritura.

Segunda de Corintios, Capítulo 8, versículos del 1 al 3. Pablo alaba a los macedonios, -un día volveremos a este pasaje seguramente-, a los macedonios por su ofrenda. Segunda de Corintios, Capítulo 8:1: “.... asimismo hermanos os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia que en grande prueba de tribulación la abundancia de su gozo y su profunda pobreza, abundaron en riquezas de su generosidad”. Mire aquí lo que dice el versículo 3: “.... pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme sus fuerzas y aún más allá de sus fuerzas”. Esta gente era pobre, estaba en tribulación, estaban bajo persecución y aun así le dieron al Señor, no solamente conforme a su fuerza sino que más allá de sus fuerzas, y Pablo los alabó. Pablo los señaló en una manera especial por esa generosidad con que ellos dieron.

Muchas veces nosotros le damos al Señor de nuestra riqueza, nuestra abundancia, nuestra suficiencia, nuestra comodidad, y Dios dice: No, no, no me des de tu comodidad, no me des tu seguridad. Dame de tu inseguridad. Dame desde la zona donde no te siente que hay razón para tu pensar que te va a ir bien. Entra en la zona de la fe, la zona de la fe es siempre la zona del déficit. Eso suena también que yo quisiera escribirlo para que no se me olvide. La zona de la fe es la zona del déficit, es la zona donde tu te sientes que no tienes seguridad de que vas a salir ileso. Y ahí es donde nuestra vida tiene que ser así siempre, hermanos. Un día con la ayuda del Señor, construiremos nuestro templo, habremos recibido la ofrenda necesaria, pero habrá otros momentos en tu vida en que Dios te va a preguntar a ti: ¿estás tu dispuesto a creer en mi, como Abraham?

Entremos por un momento ahora, directamente. Abraham ilustra este principio y yo voy a señalarles a través de la Escritura, yo espero en los próximos minutos, como un abogado que está tratando de construir un caso, yo les voy a enseñar que este principio se ve una y otra y otra vez, a través de la Escritura. Estos principios que yo le estoy elaborando aquí. Abraham era un hombre que amaba a Dios. Dios, a los 75 años, estéril su esposa, le promete un hijo, a los 100 años le cumple la promesa y le da un hijo, y a los 130 años le dice: dame ese hijo que tu amas tanto y sacrifícamelo. Mátamelo. Ofrécemelo como un holocausto. Córtalo en pedazos como se corta y buey y ofrécemelo a mi. Ahí comienza un drama que es de mucha instrucción para nosotros. Hay un principio que yo veo en la vida de Abraham en este pasaje. A mi siempre me ha conmovido ese pasaje del Capítulo 22. Yo creo que fue el momento más grandioso en toda la vida de Abraham. Fue el momento que definió a este hombre. Ese momento nos mostró el corazón de este hombre y por qué Dios había escogido a Abraham y por qué Abraham podía ser el padre espiritual del pueblo hebreo y de la iglesia de Jesucristo por extensión.

Aquí vemos muchos principios espirituales que nos pueden ayudar en nuestra vida de mayordomía y en todos los aspectos de nuestra relación con Dios. Yo veo algo aquí, hermanos, y es este principio que cuando Dios nos pide que le demos algo, Dios involucra siempre un proceso de crucifixión. Siempre en el dar, en esa manera, cada vez que yo diezmo, Dios me crucifica un poquito. Cada vez que yo le doy al Señor una ofrenda más allá de lo cómodo o de lo normal, yo muero un poquito, porque tengo que morir a mi yo, tengo que morir a mi deseo de seguridad, tengo que morir a mi razón que me dice “no des porque si das te va a faltar”, tengo que morir al instinto humano de supervivencia, de querer asegurarse siempre su comodidad y su seguridad, tengo que morir a esas cosas. Tengo que morir a mi amor al dinero, tengo que morir a mi apego a las cosas que me gustan y ponerlas en riesgo y en ese momento hay una gota de sangre invisible que se desprende de nuestro corazón porque tenemos que morir a lo humano, a lo normal, a lo biológico, y Dios nos está pidiendo que nos movamos a la zona de la espiritualidad, de la fe. Por eso es que si usted no está dispuesto a morir, usted no puede agradar al Señor porque siempre hay esa idea de que tenemos que vivir entregando las cosas al Señor. Y por eso es que el Señor nos dice en otro pasaje que si nosotros no estamos dispuestos a darle todo, a entregarle todo, padre, madre, hijo, lo que sea, no merecemos ser sus discípulos, porque hay que morir, hay que estar dispuestos a vivir como un peregrino. Y Abraham era un hombre que entendía esto, porque Dios le da su hijo y después al final, el único hijo que él tenía con aspiración de descendencia... él tenía un hijo ilegítimo pero ese no era el hijo de la herencia, Dios había dicho que era a través de Sara y el hijo que él había tenido a través de Sara, Dios ahora se lo pide para que lo sacrifique. Y Abraham hubiera podido decirle: no. Porque Dios le estaba pidiendo algo irrazonable, porque Dios le estaba pidiendo algo que no era legítimo en un sentido, pero vemos aquí que Abraham no le dijo al Señor “No”, sino que dijo: bueno, aunque yo no entiendo.

¿Les ha pedido Dios a ustedes algo en su vida, ha hecho Dios algo en su vida que usted no entiende por qué? ¿Lo ha puesto Dios en algunas situación que usted cuestiona hasta la bondad y la consistencia y la justicia de Dios? Usted dice: Señor, pero si yo te he servido. Yo he hecho esto, yo he hecho lo otro, y tu me estás quitando esto. Y uno se aira y se molesta con Dios muchas veces. Pero Dios es soberano y Dios a veces nos crucifica y nos pone.... Yo titularía este sermón Muerte en los montes de Moría, porque allí fue donde.... se llamaba el monte de Moría, donde Dios le pidió que sacrificara a su hijo. La muerte no fue la muerte de Isaac, la muerte fue la muerte de Abraham. Cuando Abraham bajó de esa montaña Abraham era otro hombre, Abraham había muerto, Abraham había dejado su vida allí, porque él ya estaba dispuesto a meterle el puñal a su hijo y matarlo y con eso ya destruir toda su vida, su felicidad, sus aspiraciones de descendencia espiritual y biológica. Todo, un anciano de 130 años, Dios le está pidiendo que le mate a su único hijo. Está diciendo: mátate tu mismo. Y Abraham estuvo dispuesto a hacerlo, así que allí se quedó Abraham. Hermanos y por eso es que Abraham es un ejemplo para nosotros. Y mire, cuando Dios nos pide algo, nos pide: dame esto, dame lo otro, y nosotros refunfuñamos y nos quejamos y nos rebelamos y criticamos al Señor. Óigame, a este hombre Dios le pidió la totalidad de su vida, y en ese proceso que explora aquí en Génesis 22, hay una serie de principios muy importantes que yo quiero dejar con ustedes.

Lo primero, miren el versículo 1 dice: “.... aconteció después de estas cosas que probó Dios a Abraham”. Probó, “probó Dios a Abraham”. ¿Cuántos saben que Dios prueba? Hermanos, Dios siempre nos está probando. A veces en las cosas más sencillas que usted no piensa, Dios está poniéndole una prueba a ver cómo usted va a reaccionar. Y a veces nosotros ni siquiera sabemos que Dios está involucrado en una situación pero es El quien está diciendo: bueno, ¿a ver qué tu vas a hacer en este caso? Si tu me vas a honrar, si tu crees mis principios o si verdaderamente tu simplemente eres de la boca para afuera, como decimos nosotros. Hay situaciones en que Dios.... Yo creo, por ejemplo, que para muchos de nosotros esto que estamos viviendo, este drama de construir nuestro templo es una prueba. Si tu vas a hacer caso omiso y te vas a considerar no aludido,.... bueno, eso es para otros, pero yo ahora mismo no puedo, no tengo tiempo, lo que sea. O tu vas a decir: no, yo soy parte de este proceso y yo le voy a dar al Señor, y yo voy a creer que Dios me va a bendecir.

Dios siempre nos está probando. La Biblia dice en un pasaje muy maravilloso que siempre me impacta también, dice que “los ojos del Señor recorren toda la tierra para encontrar a aquellos que tienen corazón perfecto para con El para bendecirlos”. Y entonces Dios a veces prueba, como probó a Israel en el desierto, dice: “para saber lo que había escondido dentro de ti”, dice, para probarte, para humillarte, para quebrantarte, para sacar a la luz. Las pruebas sacan a la luz lo que está dentro de nosotros. Si un hombre solamente tiene comodidad y retórica y boca solamente para con el Señor, la prueba va a sacar eso a la luz, porque el oro es probado por el fuego, dice que Dios nos prueba como el oro por el fuego para sacar, para separar la impureza y dejar solamente el oro puro. Por eso es que el oro se funde y se derrite para que se le saquen la escoria y quede solamente el metal purificado y así Dios nos prueba a nosotros. Y nos dice: ¿estás tu dispuesto a sacrificar eso que tu tanto amas por mí? Dios probó a Abraham. Recuerde eso siempre, Dios nos prueba.

Yo le puedo decir personalmente y como muchos de ustedes pueden dar su testimonio, Dios me ha probado a mi continuamente a través de mi vida. Me probó hace 21 años cuando me llamó a pastorear esta iglesia, cuando el reverendo Juan Vergara se regresó a Puerto Rico. Yo era un estudiante graduado de la universidad, no tenía deseo.... yo sabía que Dios me había llamado al ministerio en general pero yo había pensado que Dios me había llamado a trabajar en el mundo académico, en la universidad, enseñando esto y lo otro, escribiendo libros y eso era mi deseo, y para eso yo había vivido toda mi vida desde niñito, educándome, deseando tener una vida académica. Ese era mi gran plan, ese era mi gran propósito y yo vivía con ese sueño, me veía en una oficina universitaria viendo estudiantes y dando conferencias y escribiendo libros y viajando muy elegantemente por el mundo. Así cualquiera sirve al Señor, ¿verdad que sí? Y entonces, Dios me llamó y en mi corazón me dijo: Roberto, yo no quiero que esta iglesia desaparezca. Yo se lo voy a poner en esa manera. Quiero que esta iglesia permanezca. Yo te he llamado a pastorear esta iglesia, esta comunidad que está naciendo, que ha comenzado tan bonita, no la dejes que se muera. Pastoréamela.

Y yo comencé a razonar con el Señor, le dije: pero Señor, si en mi familia nunca ha habido gente así universitaria y ahora tengo la oportunidad de yo desquitarme de todos esos años de pobreza y vivir la vida que yo he querido vivir. Y además esta es una iglesia demasiado pequeña, no me pueden pagar mi salario y además yo no quiero depender de un grupo de gente para mi vida. Me acabo de casar. Quiero tener mi familia, quiero tener mi casa y yo, los pastores que he visto siempre en mi pasado dominicano o en Brooklyn, NY todos son muertos de hambre, no ganan dinero, pasan trabajo, los tratan mal. Yo no quiero ese tipo de vida. El Señor me dijo: bueno, eso es lo que yo te estoy pidiendo, ¿quieres tu pastorearme esta iglesia, quieres tu servirme? Yo estoy pensando.... es mi segundo año en la universidad de Harvard, quiero seguir adelante, quiero sacar mi doctorado, Señor. Me dijo;: no te preocupes, yo me voy a encargar de tu doctorado. No lo vas a perder. Pasaron 5 años después de eso hasta que yo pude graduarme en mi doctorado, y casi lo pierdo. Pero les podría decir cómo el Señor se movió tan maravillosamente para que yo pudiera terminar mi doctorado. Un milagro de los más grandes de los que yo he experimentado en mi vida. Pero decidí darle mi vida al Señor, y perdone que traiga mi testimonio personal pero a veces que más podemos hacer que compartir lo que Dios ha hecho en nuestra vida. Le dije: está bien, Señor. Lo voy a hacer. Aquí estoy 21 años después pastoreando y sirviendo al Señor porque El me lo pidió.

Ahora, déjenme decirles algo, eso no me hace a mi ningún héroe ni nada, yo me atreví a decirle si al Señor. Con esa comunidad pequeña de personas que comenzaba allí en ese lugar. Pero en 21 años, hermanos yo les puedo decir que Dios me ha bendecido mil veces más de lo que yo le he dado a El. Hoy en día la gente ve una congregación de cierto tamaño y ven cierto tipo de ministerio en la ciudad y esto, y dicen: ¡ah, qué bien, qué suerte ha tenido el pastor Miranda! Hermanos, uno tiene que sacrificarse en el Monte de Moría. Hay que morir. Tu tienes que morir a lo que tu amas, tu tienes que morir a tus sueños, tu tienes que morir a tus preferencias personales. Tu tienes que incomodarte. Tu tienes que sacrificarte. Tu tienes que sangrar delante de Dios. Tu tienes que pagarle al Señor por adelantado para que el Señor te bendiga después. Esa es la ley. Hay que darle al Señor primeramente para que el Señor pueda bendecirnos. Y entonces Dios, como en el caso de Abraham, te ha de bendecir y dar con abundancia y con creces. “El grano de trigo, si cae a tierra y muere, lleva fruto, pero si no muere queda solo”, dice la palabra del Señor. Si tu mantienes tu vida solamente en lo cómodo, en lo seguro, tu no vas a morir. Pero si tu mueres y mueres a tus sueños de seguridad, de grandeza, de aspiraciones personales Dios te dice: Yo te voy a dar vida como tu conoces.

Esa es la regla de la palabra del Señor. Y Dios nos prueba.

Yo le hubiera podido decir al Señor: Señor lo siento mucho. No puedo. Eso es demasiado grande para mi, lo que tu me estás pidiendo. Y ¿saben qué? Dios hubiera dicho: Roberto, yo comprendo. No te preocupes porque así es el Señor. Pero me hubiera perdido yo de tremenda bendición. Hubiera estado escribiendo quizás algún libro por allí cogiendo polvo en algún anaquel de una biblioteca que nadie lo lea siquiera. Yo le digo a la gente, mis libros son mi pueblo, la gente que yo ministro y lo que Dios está bendiciendo a través de este ministerio. Son, como decía Pablo, son cartas abiertas. Son libros vivos, libros que están siendo predicados en la vivencia de la gente, y para mi eso no tiene precio, no hay gloria como esa. Pero Dios te va a probar. Escúchame, muchas veces nosotros, Dios nos dice: ¿estás tu dispuesto a servir un aprendizaje de unos cuantos años? Yo llevo 21 años de aprendizaje, como Jacob con Laban, y todavía no me han dado lo que prometieron. Si no me lo dan nunca, Gloria a Dios, me moriré tranquilo. Pero estoy en aprendizaje hasta que Dios decida, porque a veces las pruebas de Dios son bien largas. Hay maneras en que Dios está trabajando que nosotros ni siquiera nos damos cuenta. Pídele a Dios que te abra tus ojos para ver las pruebas que Dios trae a tu vida, para sacar algo que está escondido en ti y para llevarte a otro nivel de vida y pregúntale al Señor si este no es un tiempo en que Dios te está probando.

Ahora, lo segundo, ya lo he enunciado más o menos lo que voy a decir, es que Dios nos prueba. Dios prueba nuestro corazón por medio de nuestras posesiones. Escuche eso. Dios prueba nuestro corazón por medio de nuestras posesiones. Dios prueba lo espiritual por medio de lo material. Dios probó a Abraham pidiéndole su hijo, su posesión más querida. “Toma ahora tu hijo, mire como se lo subrayó, tu único, Isaac”, por si acaso no sabía a quien se refería todavía, y también le dijo “a quien amas”. ¿Era Dios un sádico que estaba allí deleitándose, tu hijo, tu único, Isaac a quien amas? Óigame se lo estaba como estrujando en la cara. Ese ser que es tan valioso, tan precioso, tan único para ti, dámelo. Tómalo, sacrifícamelo, end of story, como se dice en inglés. No le pidió disculpas, no le dijo que lo iba a bendecir, no le explicó nada, porque Dios, hermanos, Dios es el dueño de todo y Dios hace lo que le da la gana. Nosotros no podemos quejarnos de Dios en ultima instancia. Dios es soberano. Dios podía pedirle a Abraham su hijo porque Dios era el dueño de Isaac. Dios lo había creado. Dios le dio a Isaac de una mujer estéril y vieja como era Sara, así que ese hijo era de Dios.

A veces, hermanos las peticiones de Dios vienen en un paquete bien desagradable porque Dios quiere saber si estamos dispuestos a honrarlo aún en lo escandaloso y en lo insultante. Si estamos dispuestos a mantenernos ahí firmes, y le dijo: dame ese hijo y adiós ya sabes cuál es la orden. Dios nos prueba a veces en nuestro corazón por medio de aquellas cosas. El Señor dice que donde está nuestro tesoro, allí está nuestro corazón, y Dios quería saber dónde estaba el tesoro de Abraham. ¿Era Dios su tesoro o era Isaac su tesoro? Hasta que tu no has resuelto ese problema, hasta que tu no has decidido, quién es el que tiene prioridad en tu vida, quién es el que está sentado en el trono de tu vida. Es tu dinero, es tu tiempo, es tu comodidad, es tu privacidad, es tu casa, es tu esposa o tu esposo, son tus hijos, es tu reputación. ¿Dónde está tu tesoro? Y donde está tu tesoro ese es el que va a dominar tu vida. Dios dice: mira, Yo no comparto mi prominencia con nadie. Yo no comparto mi trono con nadie. Tu tienes que decidir primero. Y Yo te voy a poner en una situación en que tu tienes que determinar qué es lo que tu más amas: si amas mi reino o amas las cosas del mundo, incluyendo el dinero, el tiempo y todo lo demás. Yo te voy a poner en situaciones que te van a hacer decidir, en situaciones de crisis donde tu vas a ser confrontado con una opción o la otra. Decide y determina qué es lo que tiene prioridad en tu vida. La palabra del Señor dice que “nadie puede servir a dos señores” y el primer mandamiento de la Escritura es “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu mente, toda tu alma, todas tus fuerzas”. No hay segundo lugar para el Señor. Es una cosa o la otra,. Y Dios quería como hacer eso claro en la vida de Abraham antes de poder bendecirlo.

Antes de que Dios pueda bendecirnos El tiene que determinar qué es lo que más amamos y nos prueba a través de las posesiones porque eso es lo que nosotros más amamos generalmente. Y probó entonces a Abraham, así como probó Jesús al joven rico y cuando el joven rico vino y le dijo: Señor, ¿qué tengo que hacer para ser salvo, para ganar la vida eterna? El Señor le dijo: bueno, lo único al final de la conversación le dijo, “toma todo lo que tienes, véndelo, dáselo a los pobres y sígueme”. El Señor lo estaba probando a ese joven. Yo sostengo, no tengo razones para probarlo, pero yo creo, hermanos que si ese joven rico le dice al Señor Jesucristo: está bien Señor, aquí tienes todo mis bienes, lo voy a hacer como tu dices. ¿saben qué? Cuando ese joven iba al ATM a buscar todo el dinero, el Señor le hubiera dicho: párate, regresa acá. ¿sabes qué? Quédate con tu dinero, yo solamente estaba haciéndolo para probarte, para ver si tu estabas dispuesto a pagar el precio de esa tranquilidad espiritual que tu estás buscando, que no te la ha dado la riqueza, ni la reputación religiosa que tienes, ni tu posición en el Sanedrín, ni tu prestigio social, que te inquieta venir a mi corriendo así desesperado como llegaste. Y si tu quieres ganar esa paz que tu estás buscando, Yo solamente quería saber: el precio es que tu me des todo lo que tu amas. Y dice la Biblia que este joven se fue triste porque tenía muchas posesiones. ¿Qué pasó? Su tesoro, su corazón estaba en su dinero, en su posición, y el Señor lo probó por medio de sus posesiones. Y este joven se fue triste como llegó porque si no buscamos primeramente el Reino de Dios y su justicia, las demás cosas no vienen por añadidura. Se quedan allá.

Ahora si le damos al Señor primero y buscamos primeramente el Reino de Dios las demás cosas Dios las provee en su momento, incluyendo el dinero, la comodidad, la privacidad, la paz del alma, todas esas cosas vienen porque a Dios le gusta bendecir a sus hijos, hermanos. Pero El quiere resolver el asunto del corazón. Dios quiere bendecir a gente que ha muerto y que no necesita el dinero ni las comodidades para entonces darles las comodidades y el dinero. Esa es la ironía de Dios. Por eso muchas veces nos presenta la disyuntiva: ¿estás dispuesto a sacrificármela? Y no te dice nada más a veces sino que simplemente te pone allí. Es decir que eso es un principio muy importante. Dios prueba nuestro corazón por medio de nuestras posesiones.

Otro principio: Dios no nos garantiza a veces que saldremos ganando de la prueba. Dios no le garantizó a Abraham que iba a pasar nada con su hijo. Le dijo simplemente: entrégamelo y mátamelo. Sin embargo, Dios tenía algo tremendamente poderoso. Hermanos, yo no te puedo garantizar, digamos que tu decides, bueno yo quiero ser uno de esos 200 que le hacen los 5000 dólares, yo no me atrevo ni te voy a decir: no te preocupes hermanos que Dios te va a dar 10.000 ó 20.000. Sería un charlatán si yo dijera eso. Yo no te puedo probar, y por eso es precisamente un movimiento de fe, porque no hay garantía de retorno. Y tu tienes que jugártelas y tienes que decidir, o tienes que ponerte a esperar a ver cómo Dios te va a bendecir, si te va a bendecir a través de dinero, si te va a bendecir a través de salud, si te va a bendecir a través de ese príncipe azul que has estado esperando durante 10 años, si te va a bendecir a través de esa casa que estás anhelando, si te va a bendecir a través de una sanidad interior, emocional, espiritual. Hay muchas maneras en que Dios te puede bendecir, la manera Dios va a saber si vas a experimentar un crecimiento espiritual y tu fe va a ser aumentada y entonces vas a tener acceso a otras riquezas divinas. Yo no se, no puedo garantizarte eso. Es un riesgo el que nos tomamos, pero yo te puedo asegurar que yo, lo que veo una y otra vez en las páginas de la Biblia es que si tu te atreves, Dios no se va a quedar deudor. Dios no te va a fallar, no te va a faltar, no debes temer porque el principio de Dios es proveerle a los que lo honran y los bendicen. Abraham no estaba seguro de eso.

Y lo último y lo voy a dejar aquí, y creo que voy a continuar el domingo que viene entonces, es que Dios lo ha dado todo. Dios lo ha dado todo. Y por eso El puede pedírtelo todo. ¿Dónde yo veo eso aquí en esta Escritura? Mire, hay un drama invisible que está dibujado en este drama y es el drama de Dios y Jesucristo. Desde que Dios le dijo a Abraham: dame tu hijo, tu único, ahí ya el lector inteligente espiritualmente de una vez, ¿qué hace? Recuerda, porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que crea no se pierda sino que tenga la vida eterna. Dios sabía que un día El tenía que dar a su único hijo también. Es más yo no se cuántos tienes una Biblia que tienen las palabras en rojo, que se refieren al Mesías, a Jesucristo. Mi Biblia en el versículo 8 del Capítulo 22 tiene ese versículo en rojo porque se refiere, según la interpretación de los críticos, lo pusieron así porque cree que se refiere a Jesucristo. Dice: “... y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío”. Ese cordero es el cordero pascual que se llama Jesucristo que Dios estuvo meditando en su propio sacrificio como Abraham en esos tres días camino a Moría. Dios estuvo meditando desde Edén y sabes y antes de la fundación del mundo yo creo. Pero Dios estuvo rumiando el día en que el iba a tener que entregar a su hijo también, su cordero, en la cruz. Y a través de la Escritura vemos el pensamiento obsesivo de Dios en muchas ocasiones acerca de su cordero, que El tenía que ofrecer, su único hijo, como por ejemplo en la pascua que celebraron los hebreos antes de salir de Egipto, y otros pasajes. Dios estaba rumiando ahí, un día yo voy a tener que entregar a mi único hijo también. Y aquí, cuando le pide a Abraham que entregue su hijo, su único hijo Dios sabe. El está probando al que va a ser el padre espiritual de todo Israel y de toda la iglesia, ese padre espiritual tiene que saber lo que el Padre Universal siente en su corazón de sacrificar a su único hijo. Yo creo que había un principio casi judicial aquí establecido que ese padre espiritual que era Abraham tenía salir de la misma cepa que su padre espiritual allí en el cielo, y experimentar el dolor de un padre que sacrifica lo que más ama por un principio universal de amor por la humanidad. Y por eso Dios le dijo a Abraham: yo quiero meterte en mi drama y quiero hacerte partícipe, como Pablo que decía: yo quiero conocer a Cristo en su resurrección, dice, y en sus padecimientos también. Que muchas veces queremos conocer a Cristo en el poder y en su poder para sanar, y para hacer milagros y todo eso, pero cuando nos dicen: mira, por qué no conoces a Jesús también en su padecimiento. Ahí nos echamos para atrás y comenzamos a resbalar.

Pero sabe que usted no puede conocer a Cristo en su totalidad hasta que usted no lo conozca en los montes de Moría cuando El le dice: dame lo que tu más amas. Dame lo que a ti más te gusta. Dame lo que más te agrade. Dame lo que tu más valoras, porque yo hice eso. Hasta que usted no se encuentra en esos puntos así de crucifixión usted no es digno de llevar el nombre de cristiano, déjenme decirles. Si usted no ha dado algo que le ha dolido en el alma, usted no sabe lo que es la cruz. Y por eso es que yo decía es que en todo evento de darle al Señor como Dios quiere, hay un principio de crucifixión. Bueno, Abraham estaba siendo crucificado. Y Dios le dice: mira, Abraham, yo te puedo pedir ese único hijo porque Yo sí que lo voy a dar. Para ti yo te estoy pidiendo simplemente un ejercicio espiritual, pero para mí, Yo voy a dar mi único hijo.

Y hermanos a veces nosotros le negamos a Dios tantas cosas y nos escandaliza cuando Dios nos pide algo, y nunca pensamos que Dios lo dio todo. Y que cuando nosotros le damos al Señor le estamos dando a un ser que no escatimó. Dice el Apóstol Pablo: “ el que no escatimó ni aún su propio hijo”, dice y también añade “ como no nos dará también juntamente con El todas las cosas”. ¡Que bendición! Eso es lo maravilloso, es que Dios no solamente Dios todo lo que El tenía, en términos de lo que más amaba, sino que también dice: mira, como Yo lo di a El, yo te voy a dar todas las demás cosas. Eso es lo bello,. Por eso yo digo de nuevo, volviendo a otro principio que enuncié antes, que nosotros siempre tenemos que darle a Dios desde esa postura de que Dios es generoso con nosotros. Dios nos da con abundancia y entonces El dice: dame, porque Yo soy un padre generoso. Y si Yo te di a mi hijo como no te voy a dar también, juntamente con mi hijo, el carro, la casa, la comida, la supervivencia, la salud, la paz de tu corazón, la salvación de tu alma. Yo di lo más precioso.

Hermanos nosotros no podemos ser tacaños con un Dios que lo ha dado todo. Ese es mi principio final. Tenemos que ser generosos. El que lo ha dado todo merece que nosotros le demos lo mejor de nosotros mismos.

Vamos a bajar nuestras cabezas. Gloria al Señor. Si Dios te pidiera lo que tu más amas, si Dios te pidiera tus sueños, tu comodidad, tu dinero, ¿podrías tu hacer lo que hizo Abraham? ¿Podrías decirle al Señor sin regaños, ni argumentos ni resistencia: está bien, Señor y humildemente lanzarte al camino a crucifixión como lo hizo Abraham? Tres días de camino pensando, me espera el trago más amargo de todos y aquí nunca veo a Abraham quejándose, nunca veo a Abraham echando pestes de Dios o diciendo nada rebelde, sino: Señor, tu me lo pediste,. Tu sabes, amen. No entiendo, pero si eso es lo que tu quieres de mi, te lo voy a dar. ¡Qué ejemplo para nosotros, hermanos! Yo quiero ser como Abraham. Yo no le he dado al Señor hasta la sangre. Yo no le he dado al Señor hasta la sangre. Y todavía hay mucho que yo se que el Señor quiere que yo le tengo que dar, y tu también.

El Señor quiere que nosotros nos despeguemos de las cosas, que soltemos. Eso es todo lo que el quiere, que tu sueltes. Suelta desde adentro. Muere desde adentro para que no tengas que morir por afuera. Esa es la clave.

Señor ayúdanos, ayúdanos a morir.

Ayúdanos a morir a lo que más amamos y a la comodidad y las otras cosas.

¡Ayúdenos a perder el apego a la comodidad, seguridad, privacidad, descanso, sueños, dinero, tiempo, todas esas cosas que son tan preciosos a nuestra naturaleza carnal. Líbranos Señor.

Libértanos Señor de todo lo que amamos y déjanos transferir todo nuestro tesoro, esa perla de gran precio, déjanos venderlo todo para comprarla a ella en esta mañana Señor. Necesitamos tu ministración, padre. ¡Aleluya! Gracias Jesús. Gracias Jesús.