05 diciembre 2009

Gálatas 2:20

Galatas 2:20 y 21. El versículo 20 dice: “Con Cristo, diga.... estoy juntamente crucificado.... y ya no vivo yo...... más vive Cristo en mi.... y lo que ahora vivo..... en la carne..... lo vivo.... en la fe del hijo de Dios, ..... el cual me amó..... y se entregó a sí mismo por mí.....” Dejémoslo ahí.

Este versículo lo escogí como un punto de partida para mi meditación en esta mañana. Como ustedes saben les acabo de decir que vine de visitar la ciudad de Medellín, en Colombia y fue una gran experiencia, una experiencia muy hermosa y le agradezco mucho al hermano Fabio Alsate, a su familia allá, a la familia Alsate, que me auspiciaron y nos bendijeron con su respaldo y mucha ayuda que nos dieron allá. Pero una de las cosas que experimenté..... Medellín es una ciudad quinta esencialmente latinoamericana, es como si fuera una especie de microcosmos del continente latinoamericano. Ahí se pueden ver todas las bellezas de nuestro continente y también todos sus aspectos quebrantados. Medellín es una ciudad que es como si usted imagínese una gran montaña y un dedo viene y aprieta la sima de la montaña y lo mete así, imagínese como una montaña de goma, ¿verdad?, y ese dedo viene, aprieta la montaña en el medio y hace una cavidad en el medio, y ahí está la ciudad e Medellín, en el centro, y entonces a todo la extensión de esa montaña alrededor, grandes montañas alrededor, la ciudad ha crecido y se ha desparramado en todas las faldas de esas montañas, y esa es una hermosa vista de la ciudad de Medellín. En esas faldas de la montaña hay de todo, hay edificios muy caros y muy lujosos, y casas de mucho dinero, con quintas y grandes extensiones de tierra para la gente muy rica, y hay condominios como aquí en EEUU y también hay inmensas extensiones de pobreza. Familias que están amontonados unas con las otras y hay extrema pobreza también como lo hay en todos los países de Latinoamerica. Así como en Latinoamérica, porque en Latinoamérica sabemos que dondequiera, en Brasil tengo entendido que es así, en República Dominicana de donde yo vengo, definitivamente es así. Muchas veces usted está en una calle muy lujosa y cruza a dos cuadras y está en el medio de la pobreza más extrema. Y así es en todos los países de Latinoamérica. Es lo mismo en todas partes. Si usted va a Tailandia, a Indonesia, al Asia, al África es esa mezcla increíble de gran riqueza y gran pobreza.

Otra cosa que me impacta acerca de Medellín es la gran sensibilidad espiritual que tiene la gente, la gente ama a Dios. Y sin embargo también uno nota una gran esterilidad espiritual. Mucha religión muerta, mucha religiosidad muerta, mucho formulismo espiritual, mucha gente que en realidad conoce de Dios pero no conoce a Dios, no han tenido una experiencia personal con Jesucristo. Los taxistas pasan por una iglesia y se hacen la señal, se persignan y todos son muy respetuosos. Y también Medellín como todas las ciudades de Latinoamérica es una ciudad de gran sensualidad también y de mucho pecado como toda ciudad, eso no la distingue en absolutamente nada de cualquier otra ciudad en Latinoamérica. Yo creo que Medellín como ustedes saben ha sido el lugar del cartel famoso de Medellín pero hubiera podido ser cualquier otro país de Latinoamérica, se lo aseguro. El diablo escogió ese lugar por razones que el bien conoce, pero en ese sentido Medellín no fue nada extraordinario, sino que fue el lugar que allí se posó una maldad por un tiempo, pero esa sensualidad que se ve allí en esa ciudad, existe en cualquier otro país de Latinoamérica. Medellín necesita sanidad de Dios. La cultura de la droga y de la muerte ha dejado en los antioqueños un sentido como de dolor y de luto y mucha gente está herida, son como refugiados que pasaron por una guerra, y hablan de la guerra, de la cual acaban de terminar y hay mucho dolor, mucha gente que perdió sus hijos y la ciudad estuvo como bajo un poder maléfico durante muchos años. Gracias a Dios eso ha sido quebrantado hasta cierto punto bastante, pero no se crea que las raíces parece que todavía no se han arrancado completamente, el mal está ahí como agazapado, listo para volver a surgir si se le da oportunidad y hay una gran necesidad de sanidad espiritual.

Y todo eso me hizo pensar, hermanos en la gran necesidad que hay en nuestro continente, incluyendo Brasil, esa gran extensión de tierra de Latinoamérica, en nuestro continente de Jesucristo. Me acordé mucho mientras estaba allí, viendo esas masas de gente. En el hotel donde yo estaba, estaba muy en el centro de la ciudad y yo descubrí un balconcito en un pasillo y ahí cogí una silla, me la llevaba, a veces pensaban que me la estaba robando la silla del cuarto, y la llevaba allí a esa esquina y ahí me ponía a mirar toda la ciudad. Yo creo que Dios me dio ese lugar para observar, tanto las montañas donde estaba la ciudad y la calle donde había todo tipo de vendedores, vendiendo absolutamente de todo allí. Y mientras yo miraba veía una célula de lo que es Latinoamérica con sus almas tan necesitadas del Evangelio. Y me acuerdo de la palabra de Jesucristo que dijo cuando vio las multitudes dice que “tuvo compasión de ellas porque eran como ovejas sin pastor.” Cuando uno habla con los pastores de Medellín y con la gente uno se da cuenta que aunque hay muchas iglesias, todavía faltan muchas iglesias y hay iglesias que, como que, como lo digo sin sonar crítico, pero.... que las iglesias no están haciendo todo lo que se puede hacer. No están dando el testimonio que se debe dar. Hay mucha gente descontenta y muchos pastores que ellos mismos entienden como que, que todavía falta mucho, se necesita una iglesia que de un testimonio creíble, un testimonio sólido del Evangelio para que esas masas que necesitan puedan encontrar a dónde ir. Se necesitan iglesias, se necesitan personas que puedan servir para apuntalar la necesidad que hay en nuestros países, que sean lugares de refugio, que sean lugares donde la gente pueda ser pastoreada, pueda ser enseñada, puedan recibir instrucción de la palabra de Dios, puedan recibir amor, puedan recibir apoyo, donde pueda haber una comunidad sólida, donde ellos se sientan que: Ok, he llegado a un lugar tranquilo y donde puede reposar y puedo enmendar mi vida y seguir adelante con lo que Dios quiere para mí. Y ese es el punto que yo quiero enfatizar hoy en día.

He dado todo ese trasfondo a manera de información, pero también a manera de preparar lo que es la palabra que Dios quiere para nosotros. La esencia de esa meditación es hermanos, bueno, ¿quién irá? ¿quién irá? Dios necesita, Dios necesita hombres y mujeres que vayan a esas ciudades y aquí mismo en Boston. Voy a usar Medellín simplemente como una ilustración, pero ¿quién va a ir sino nosotros? ¿Quién va a predicar el Evangelio sino nosotros? ¿Quién va a ser el recurso para la humanidad sino nosotros?

Dios nos está recordando que hay una gran necesidad y que Dios necesita obreros, Dios necesita iglesias que sean iglesias recurso, que sean iglesias refugio, necesita hombres y mujeres que estén dispuestos a morir y a entregarlo todo y dar sus vidas, y consagrar sus recursos y vivir a lo mínimo en un sentido y todo el exceso que quede dedicárselo al Señor. La manera en que nosotros computamos y calculamos en la vida es: bueno, primero me atiendo yo, primero me aseguro de que toda mis necesidades estén generosamente atendidas, que yo tenga todo lo que necesito para saciarme y para vivir en gran comodidad y entonces lo que me quede yo se lo daré al Señor. Esa es la manera ¿no? La mayor parte para mi y lo mínimo para el Señor, y Dios quiere que nosotros esa pirámide la pongamos de cabeza, que hagamos lo contrario. Yo voy a vivir en lo que puedo, no? Porque tampoco es que vamos a vivir andrajosos y sin nada, pero voy a minimizar las necesidades de mi vida y voy a darle al Señor lo máximo para que su obra avance, para que su obra continúe. Eso es lo que yo creo que Dios quiere. Y por eso cuando yo leía lo que dice el Apóstol Pablo aquí. Pablo dice: “con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo más Cristo vive en mi”. Pablo era un hombre que había visto la necesidad y le había dicho al Señor: Señor, yo voy a ir. El Señor le dijo a Saulo que lo necesitaba y Saulo lo entregó todo, entregó su carrera, entregó su conocimiento farisaico, entregó su prestigio. El dice que todo lo tenía como por basura, para conquistar lo que Cristo tenía para él. Pablo decía “lo que ahora yo vivo, lo vivo en la fe del hijo de Dios”. En otras palabra ya Pablo no era el hombre queriendo ganar su vida, sino era Pablo el crucificado que vivía como un instrumento de Dios para la salvación de la humanidad, vivía como un medio a través del cual Dios podía llevar su mensaje y canalizar sus recursos para que la humanidad pudiera conocer a Jesucristo.

Dios necesita hermanos, que nosotros hagamos un compromiso que nosotros vengamos aquí como muertos en vida. Que cada uno de nosotros cuando llegue a la iglesia, llegue un fantasma. En otras palabras, nosotros cuando cada uno de nosotros recibe a Jesucristo como Señor y salvador, hermanos tenemos que entender esto, lo que estamos haciendo es estamos muriendo para volver a resucitar en una identidad nueva y ese yo creo que es el problema con muchos cristianos, que no entendemos lo que significa verdaderamente entregar nuestra vida a Jesucristo, que quiere decir que tenemos que morir a las prioridades personales y renacer a una vida nueva en Jesucristo, una identidad nueva, con valores nuevos, con prioridades nuevas. La mayoría de la gente lo que quiere es venir, simplemente pasan, se dan un barnicito evangélico pero siguen igual con sus mismas prioridades, las prioridad es el mundo, yo, el beneficio propio, el dinero, el trabajo, lo que piensa la gente, pero no saben que lo que Cristo nos llama es a morir y asumir una nueva identidad de una persona muerta, que ahora no vive ya para el mundo sino vive solamente para Jesucristo.

Saben los palestinos, los terroristas suicidas muchas veces los meten en un ataúd y los entierran vivos por un rato para que visualicen lo que es morir y para que se preparen mejor para explotar en una bomba porque de esa manera pueden como visualizar y pasar por el proceso. Y así es que nosotros tenemos que hacer cuando morimos en Cristo tenemos que entender que lo que estamos haciendo es ya perdiendo nuestra identidad meramente humana y que estamos resucitando a una nueva identidad.

Miren conmigo en Romanos, un momentito y allí podemos ver eso un poquito más. Romanos Capítulo 6, donde el Apóstol Pablo habla acerca de esto en el bautismo. Dice: “ ... ¿o no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su muerte?, porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Ese es el significado del bautismo. En el bautismo cuando tu entras a las aguas, tu mueres simbólicamente. Y cuando sales de las aguas tu resucitas a una nueva vida. Ese es el significado del bautismo. El bautismo nos dice: tu has muerto, tu has resucitado a una nueva vida, a una nueva identidad y ahora tienes que vivir en esa manera, con nuevas prioridades. Cristo está necesitando gente así que ya hayan dado ese paso y ahora viven solamente para lo que El los necesite que hagan. Cualquier tipo de existencia cristiana, hermanos que no sea una existencia completamente dedicada a Jesucristo y a las necesidades del Reino de Dios no es autentica. Es falsa, es un cristianismo falso, ficticio. Yo espero que ustedes y yo podamos pedirle al Señor, Señor mátame para que yo pueda vivir solamente para ti.

El Señor me ha estado hablando mucho en estos días acerca de morir, de morir finalmente y de entregar lo que falte para el Señor. Eso es algo muy personal que Dios me ha estado hablando y yo creo que le está hablando a toda la congregación, de morir para que Dios verdaderamente pueda usarnos. Muchos de nosotros creemos que le hemos dado todo al Señor pero ¿saben qué? Quedan todavía pedacitos, quedan raíces que si no las entregamos al Señor todavía entonces Dios no puede hacer lo que El quiere hacer a través de nosotros. El quiere que nosotros le entreguemos todo, todo, todo al Señor para entonces El poder hacer lo que El quiere hacer de nosotros. Tenemos que morir. El Señor Jesucristo dice que si el grano de trigo no cae a tierra y muere queda solo, pero si muere lleva mucho fruto.

Hay muchos pasajes que nos hablan acerca de eso, por ejemplo en Segunda de Timoteo vemos allí en el Capítulo 2, versículo 21, dice allí: “.... así que si alguno se limpia de estas cosas será instrumento para honra, santificado, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra”. Tiene que haber un proceso. Dios necesita obreros, hermanos pero necesita obreros santificados, obreros preparados, obreros tratados y trabajados. Dice el Apóstol Pablo que si alguien se purifica, se santifica entonces será útil, estará preparado para toda buena obra. Lo que el Apóstol Pablo dice es que si tu te purificas, te santificas, te entregas al Señor, mueres a El, dejas que tu mente sea conformada a la mente de Jesucristo, entonces tu vas a estar preparado para toda buena obra. Así que Dios necesita hombres y mujeres que se santifiquen, hombres y mujeres que le den al Señor todo su ser para que entonces El pueda usarlos.

Me recordó eso a otro pasaje en Jeremías Capítulo 15 donde el Señor le dice a Jeremías: “.... por tanto así dijo Jehová, si te convirtieres yo te restauraré”, se lo dice a un profeta ya consagrado, un hombres que ha sufrido mucho y que uno pensaría ya no necesita más pero dice: “si te convirtieres yo te restauraré y delante de mí estarás y si entresacares lo precioso de lo vil serás como mi boca, conviértanse ellos a ti y tu no te conviertas a ellos.” En otras palabras hermanos, si nosotros separamos lo santo, lo cristocéntrico, lo bíblico, lo que es de Dios en nosotros y lo separamos de lo cotidiano, lo secular, lo carnal, lo personal, lo meramente biológico, si hacemos una separación de esas dos cosas y nos quedamos con el oro del espíritu entonces dice que Dios nos va a usar de manera que cuando hablemos vamos a ser como su boca que está hablando. ¡qué poder! ¿Por qué a veces no tenemos autoridad como queremos? Porque nos falta esa relación de compenetración con Jesucristo, entonces nos permite hablar con la autoridad del Padre. Y podemos decir como Elías entonces: vive Jehová ante cuya presencia estoy, que no habrá lluvia o lo que sea, o habrá lluvia, sino por mi palabra, porque entonces la boca nuestra viene a ser la boca de Dios. Hay que pagar el precio para que Dios pueda usarnos en una sociedad que necesita de Dios pero necesita hombres y mujeres, instrumentos santificados, preparados, que hayan hecho el duro trabajo de morir y que estén dispuestos a vivir la vida cristiana auténticamente.

El Señor me habló de otros personaje en la Escrituras mientras meditaba en esto y es un personaje que yo estoy seguro que ustedes ni siquiera.... me sorprendería mucho si ustedes saben a quién se refiere el personaje de Baruk, y está en Jeremías también, 45, que viene al punto de lo que estoy diciendo de hombres y mujeres consagrados en un contexto de gran necesidad. Dice, palabras que habló el profeta Jeremías a Baruk cuando escribía estas palabras de boca de Jeremías, versículo 2: “... así ha dicho Jehová, Dios de Israel a ti, oh Baruk. Tu dijiste: ay de mí ahora, ¿por qué ha añadido Jehová tristeza a mi dolor? Fatigado estoy de gemir y no he hallado descanso, así le dirás ha dicho Jehová, he aquí que yo destruyo a los que edifiqué y arranco a los que planté y a toda esta tierra y tu buscas para ti grandezas? No las busques porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová, pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares a donde fueres.” Profundo eso ¿verdad? Tenemos que entender que el Señor le escribe este pasaje, Jeremías es un libro escrito en el contexto de una destrucción muy grande que Dios iba a traer a Judá, por su pecado y el Señor envió a Jeremías como un profeta que le dijera, le advirtiera a los hebreos en Judá que El iba a destruir la ciudad, y ya la destrucción estaba inminente y ya los babilonios iban a destruir a Judá y a llevarse cautivos a los hebreos y ese es el contexto en que este pasaje se da.

En otras palabras Baruk era un hombre aparentemente exitoso, un escriba y parece que Baruk estaba pensando en términos de esa destrucción que iba a suceder y pensaba en sí mismo, en lo que él iba a perder, en su propia gloria, en su carrera, quizás en los sueños que él tenía de grandeza y de realización personal y Dios le dice: mira, hombre yo me preparo para destruir todo lo que yo amo y para traer un apocalipsis sobre esta ciudad y tu estás pensando en cosas de grandeza personal. Y hermanos así somos muchos de nosotros, ¿saben qué? Vivimos en un mundo que Dios está preparándose para destruirlo y para cambiar el estilo de vida de la humanidad en una forma radical. Estos son tiempos terribles los que vivimos. Y a la humanidad le espera grandes cosas en este tiempo y mucha destrucción y mucho juicio de Dios y Dios va a quebrantar a la humanidad porque Dios quiere traer arrepentimiento al hombre y hay muchas vidas que necesitan ser salvadas, pero ¿saben qué? Hay muchos de nosotros, que como Baruk, estamos pensando en lo que nosotros necesitamos y en nuestra propia carrera, y nuestro propio dinero, y cuando Dios está diciendo: yo quiero usarte a ti como un instrumento mío. Yo quiero que tu me des tus talentos, tu dinero, tu tiempo y que te prepares porque yo quiero usarte a ti y no estés pensando en grandes cosas porque los tiempos son tiempos difíciles y hay una humanidad en Medellín y en Lima, Perú, y en San Pablo, Brasil, y en Roxbury, Massachussets que necesita del Evangelio y necesita hombres y mujeres que se constituyan en instrumentos para que Dios pueda usarlos.

Dios necesita, hermanos, Dios necesita hombres y mujeres como Pablo y como otros que se preparen para la cosecha.

Voy a pedirle a los hermanos de la adoración que pasen por aquí un momento. Pero hermanos tenemos que dar un paso de fe. Tenemos que dar un paso de fe para que el Señor pueda hacer lo que quiere hacer. Y déjenme darles una última estocada al toro, que es usted, voy a ser bien, bien concreto aquí. Mucha de esta meditación se aplica a este templo que nosotros queremos construir. Hay una dimensión allí, nuestra iglesia, nuestra iglesia va a comenzar una campaña en algún momento porque necesitamos un templo ya, porque yo creo que Dios va a traer una gran cosecha a nuestra congregación y yo se que Dios necesita que nosotros tengamos un lugar más grande porque Dios obra en formas ordenadas, ¿usted sabe? Dios obra en formas ordenadas y El siempre prepara el lugar. Dios no quiere..... ¿dónde vamos a meter las almas? Y por eso yo he estado agonizando en estos meses, peleando con el diablo mismo para que la ciudad nos concediera este permiso y por eso mi alma temía, aunque yo he dicho: Señor, tu sabes todas las cosas, si no es aquí será en otro lugar, pero yo temía porque yo se lo necesario que es que nosotros tengamos un templo mayor preparado para lo que Dios quiere hacer. Y ese templo va a costar una gran cantidad de dinero. No lo estamos haciendo para lujo, ni nada. Ustedes saben que nosotros hemos aguantado aquí, y nunca buscamos nada lujoso n nada por el estilo. No estamos aquí buscando construir un mausoleo para la iglesia León de Judá ni para ningún pastor ni nadie, es un lugar donde puedan caber las almas que Dios quiere traer para este último tiempo y necesitamos hombres y mujeres que estén dispuestos, hermanos a dar lo que se necesita. ¿usted entiende? No estoy aquí manipulando sino estoy trayendo una necesidad delante de mi congregación y quiero que ustedes vayan pensando en eso, porque en algún momento vamos a hablar más a fondo de eso.

¿Ustedes entienden, hermanos? En algún momento... nuestra iglesia nunca ha tenido que sangrar por su construcciones, siempre Dios nos lo ha entregado, nos lo ha regalado prácticamente. Otros han sangrado muchas veces pero es tiempo de que ya nosotros comencemos a pensar en eso, porque nuestra iglesia está madura ya y va a necesitar poder entregar al Señor y cuando ese llamado venga yo quiero que tu recuerdes a Baruk, cuando el Señor le dice, mira, yo necesito, hay una gran urgencia, no pienses en grandezas para ti. Dame. Dios quiere que ese templo sea levantado y Dios quiere que se preparen obreros para discipular a esa gente y que haya gente santificada, lista para ser usada por Dios. Todo eso es parte de un plan que Dios está.... yo conozco algo de los planes de Dios y se que el espíritu del Señor está preparando las piezas porque Dios siempre obra en orden. Primero tienen que estar preparados los soldados, tienen que estar preparados los guerreros, tienen que estar preparado el lugar, las estructuras para que entonces pueda reposar la bendición que Dios quiere traer.

El Señor quiere, hermanos que nosotros nos preparemos, nos consagremos, para El tener lo que El necesita. ¿Cuántos quieren morir para Cristo? Yo espero que tu puedas decir: si, yo quiero, yo quiero entregar mi vida al Señor que lo que el Señor quiera de mi, lo que el Señor pida de mi yo lo pueda hacer en este tiempo.

Vamos a bajar nuestras cabezas y si usted quiere ponerse de pie, póngase de pie y dígale al Señor: Señor, yo me entrego a ti. Yo te entrego mi ser. Te doy mi mente, te doy mi corazón. Entrégale tu vida al Señor como yo quiero hacer ahora mismo y dile al Señor: Señor, mátame. Dile asimismo: Señor, destrúyeme y hazme de nuevo. Entiérrame y levántame otra vez a tu imagen y semejanza. Entrégale tu vida al Señor. Padre nos consagramos a ti. Consagramos esta iglesia a ti. Nos consagramos a tus propósitos. Úsanos, Señor. Úsanos, Señor. Mátanos, Señor. Mátanos para que podamos vivir a una nueva vida. Perdónanos Señor porque es tan difícil morir. Y nos apegamos a la vida, pues, toma tu Señor el cuchillo y has la obra tu, Padre. Conságranos Señor a ti. ¡Aleluya! Gracias, Señor.

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