07 junio 2009

Resurrección (Juan 11)

En este día de resurrección nosotros queremos meditar en el Cristo de la Resurrección, queremos meditar en el hecho de que tu y yo podemos vivir en ese triunfo de la Resurrección y aquí vemos al Señor anticipadamente dando muestras de lo que iba a significar su Resurrección y las implicaciones positivas que eso iba a tener en la vida de todos los seguidores de Cristo.

Juan XI: Vamos a leer algunos versículos y allí entraremos más de lleno en el relato. Dice el versículo 1: Estaba enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo fue la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Enviaron pues las hermanas para decir a Jesús “Señor he aquí el que amas, está enfermo.”

Oyéndolo Jesús dijo, “esta enfermedad no es para la muerte, sino para la gloria de Dios, para que el hijo de Dios sea glorificado por ella.” Amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. “cuando oyó pues, que estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego después de esto dijo a los discípulos “Vamos a Judea otra vez”, le dijeron los discípulos “Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte y otra vez vas allá?” Respondió Jesús, “No tiene el día 12 horas? El que anda de día no tropieza porque ve la luz de este mundo, pero el que anda de noche tropieza porque no hay luz en él. Dicho esto les dijo, “Nuestro amigo Lázaro duerme, mas voy para despertarle”. Dijeron entonces sus discípulos: “Señor si duerme sanará!”

Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro y ellos pensaron que hablaba del reposar, del sueño. Entonces Jesús le dijo claramente: “Lázaro ha muerto y me alegro por vosotros de no haber estado allí para que creáis. Más vamos a él. Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: “Vamos también nosotros para que muramos con él.”

Bendiga el Señor su santa palabra.

En este día de Resurrección es bueno meditar la resurrección no como un hecho meramente histórico, que celebramos como algo sucedido hace dos mil años, como que pasó y no tiene ninguna relevancia ninguna vigencia para nuestras vidas, sino que recordamos la resurrección como algo que le pasó a Cristo, pero que nos ha pasado a nosotros también, algo que tiene implicaciones para nuestra propia vida también. Y eso es lo maravilloso acerca de la resurrección así como del nacimiento de Jesús. No son cosas que simplemente pasaron en la historia en alguna forma objetiva y distante, sino que le sucedió a la humanidad.

A mi me gusta mucho lo que dice el profeta Isaías cuando proféticamente habla acerca del nacimiento del Mesías, y dice “porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado”.

Cuando Cristo nació fue como el nacimiento de un niño en una familia, fue motivo de celebración, de gozo, de disfrute. Ese hijo le fue dado a la humanidad. Podríamos decir que un Cristo nos es resucitado hoy. Cuando Cristo resucitó desató fuego. Fue una explosión más poderosa que una bomba atómica. El mundo nunca volvería a ser igual, el universo, sus fundamentos fueron conmovidos. La contextura misma de la realidad fue cambiada porque la muerte, el enemigo más terrible de la humanidad había perdido su agarre sobre los hombres.

Se oye la palabra triunfante del apóstol Pablo cuando dice: “Dónde está, oh muerte tu aguijón? Dónde, oh sepulcro tu victoria? Sorbida es la muerte en victoria.”

Cuando Cristo resucitó a la muerte le quitaron sus garras, le quitaron su ponzoña, y ya la muerte es como un tigre sin dientes, puede rugir pero no puede morder. Porque en Cristo Jesús todas las cosas son diferentes, y nosotros hoy, hermanos, en el siglo XXI podemos vivir en el poder de la resurrección. Nosotros podemos vivir ahora de una manera nueva y diferente porque Cristo ha cambiado todas las cosas. Y eso es lo que leíamos en Primera a Corintios, Capítulo 15 cuando dice:

“Más Ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron ese hecho, porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos”

Si Cristo no hubiera resucitado, hermanos, hoy seríamos los más dignos de pena. Pero como Cristo ha resucitado hay muchas implicaciones a su resurrección. Y una de ellas es el hecho de que nosotros tenemos una expectativa de vida eterna, y de resurrección nosotros mismos.

La resurrección también nos habla de triunfo, nos habla de victoria sobre las adversidades, nos habla de sanidad, nos habla de poder en medio de las luchas, nos habla de consejo cuando estamos en dificultades, porque todo eso es el resultado de la resurrección. La resurrección fue simplemente un símbolo de que todo lo negativo, resumido en la imagen de la muerte ahora quedaba subyugado a la voluntad benévola del padre. Y aquí vemos eso en este drama de Marta, María y Lázaro. Vemos algo de esto, de cómo Cristo que es la resurrección y la vida, como él mismo se llama a sí mismo más adelante, tiene poder para entrar en el ámbito humano y a una escala humana puede intervenir en nuestras propias muertes en nuestras propias situaciones.

El relato aquí en el Capítulo XI comienza con la declaración de un problema serio que existe en una familia. Marta y María le envían un mensaje a Jesús. Su hermano querido, a quien él conoce, se encuentra en el lecho de la agonía. Está extremadamente enfermo. Hay una crisis en el hogar y ellas el envían un mensaje al Señor. Le dicen: “Señor, Lázaro, nuestro hermano, está enfermo. Mira a ver si tu puedes hacer algo, si tu puedes venir a ver y tocarlo para que sea sanado.”

Y eso me recuerda lo importante que es que nosotros en las necesidades de la vida, cuando las cosas están apretadas nosotros acudamos al Señor. Gracias a Dios que Marta y María sabían a dónde tenían que ir. Cuando tu tengas una necesidad en tu vida, cuando tu tengas algún problema, ve primero a donde Jesús. Nosotros a veces hacemos lo contrario, vamos al consejero financiero, vamos al médico, vamos al psiquiatra, vamos a la vecina, nos quejamos con algún familiar y entonces después, cuando ya hemos probado todas las alternativas vamos a Cristo. Tenemos que ir Cristo primero, tenemos que ir a donde El en el tiempo de la necesidad. Tenemos que aprender a buscar en él.

No seamos como la mujer con el flujo de sangre. Doce años estuvo con su problema y lo único que consiguió fue perder todo su dinero con malos médicos. Y ya al final pudo tener acceso, escuchó de uno que sanaba de forma diferente y entonces hizo un gran esfuerzo, llegó hasta Cristo tocó el borde de su manto y entonces fue sanada. Cuando Cristo hace las cosas las hace como ningún hombre las puede hacer.

Quiera el Señor que si tu estas aquí este día, y no sabes cómo llegar a Jesús que hoy sea el día en que tu establezcas el tono telefónico con Cristo Jesús, que tu aprendas a que el sea tu primer recurso y tu último recurso también.

Eso no quiere decir que no vayamos al médico, que no vayamos a recursos humanos o que no hagamos nuestra parte. Quiere decir que nuestros esfuerzos deben estar siempre cimentados en la persona de Jesús. Que todo lo que nosotros hagamos y emprendamos, primero lo santifiquemos encomendándonos en el nombre de Cristo. Eso es lo primero que tiene que hacer el cristiano.

Y eso fue lo que hicieron Marta y María. Marta y María nos enseñan el poder de la oración, el poder de la intersección que ellas enviaron para que Cristo sanara a su hermano. Como cristiano, como hijo de Dios tu tienes un gran recurso en tu poder que se llama la intersección. Si hay alguien en tu familia, si hay un hijo con problemas, si hay un esposo que se ha endurecido, si hay una situación de trabajo, que tu conoces a alguien que está en soledad o en depresión, envía a Cristo un mensaje: Señor esta persona te necesita, toca, sana, bendice. Tu tienes ese poder en tus manos, hermano, la oración es poderosa.

Puedes orar por ti mismo también. Tu puedes usar la oración. No se necesita un diploma de teología para orar. Lo único que se necesita es tener comunicación con Dios por medio de Jesucristo.

Y si tu no has dado ese paso de fe en esta mañana yo te digo prepara tu corazón para que tu puedas acudir al Señor en los tiempos de dificultad, porque después de todo lo que se necesita es una relación previa con Cristo.

Marta y María pudieron venir y enviar ayuda a su hermano porque Cristo había estado en su casa anteriormente. La Biblia nos dice que el Señor iba de vez en cuando se quedaba en la casa de Lázaro, Marta y María. Ellas habían pasado tiempo con el Señor, conocían a este ser maravilloso, conocían de su poder sanador, conocían de su naturaleza divina, lo habían tenido cerca.

Recordamos ese texto que nos habla de cuando Marta en una escena casera se acerca a Jesús que está allí visitándolos y se queja ante Jesús de que María la ha dejado sola y que ella tiene que estar preparando la comida y atendiendo a los discípulos. Y el Señor le dice con voz muy suave “Marta, María ha cogido la mejor parte y yo no se la voy a quitar. Lo que tienes que hacer es descargarte un poco más y buscar de mí porque allí está la solución.” Marta era la afanosa, la que siempre tenía que tenerlo todo arreglado, y después si quedaba tiempo ir a donde Jesús. A Jesús hay que ponerlo primero.

Y esa escena de casa nos recuerda que Marta, María y Lázaro, tenían una relación de intimidad con Cristo. El se sentía cómodo de darles un regañito a ellas y ellas se sentían cómodas de expresar sus necesidades al Señor, y el les daba consejos, les daba sabiduría para sus situaciones, como le estaba enseñando a María en esta escena.

Cuando llegó el momento de la prueba y de la necesidad ellas sabían exactamente lo que tenían que hacer. Se sintieron con toda confianza de enviar para que “Señor atiéndenos, por favor. Tu nos conoces. Ese Lázaro a quien tu amas, el que tu conoces, con quien estuviste en la casa está necesitado ahora de tu toque.”

Qué bueno es, hermanos, cuando nosotros en el tiempo de la normalidad y de la cotidianeidad de la vida sacamos momentos para estar con Jesús y para desarrollar una relación personal con Cristo. Por qué? Porque cuando viene el tiempo de la prueba y las balas nos están silbando por encima de la cabeza, nosotros sabemos instintivamente que podemos ir a El y que recibiremos ayuda en el momento de nuestra necesidad. Pero cuántas personas hay que al no tener esa relación de oración, ese diálogo e intimidad con Cristo, cuando viene el tiempo de la prueba no sentimos que tenemos la autoridad para venir delante del Señor. Nos sentimos como Adán y Eva que queremos escondernos del Señor, nos sentimos que estamos lejos del Señor

Hermanos, el tiempo de tener intimidad con Cristo es cuando todo está bien, no cuando las cosas te van mal. Porque cuando todo está bien es la oportunidad para desarrollar una buena relación, para que cuando vengan los tiempos de crisis tu puedas ir ante al Señor.

Es como en el matrimonio, si nosotros esperamos a que vengan las crisis para buscar dialogar y conocernos y resolver los problemas, ese no es el momento. Los ánimos están demasiado caldeados, hay demasiada tensión en el aire y no vamos a poder hablar como debemos. Por eso es que las parejas deben buscar tiempo para conocerse primero en los tiempos cuando todo está bien. Compartir higiénicamente, relacionarse. Y digo higiénicamente en el sentido de que hay que hacerlo como una rutina continua. Construir las bases de una buena comunicación, construir las bases de una buena relación, cosa de que cuando vengan las pruebas y las dificultades y las tensiones, haya toda una reserva allí de amor de amistad de sinceridad y entonces eso es lo que nos puede servir para el día malo. Y así mismo pasa con las amistades y con todo lo demás. Y así mismo tiene que ser con Dios.

No esperes el tiempo de la necesidad para buscar de Cristo. Cultiva una relación con Dios todos los días de tu vida. Aprende a hablar con el, desarrolla una intimidad con el. Aprende a conocer su voz. Porque cuando venga la presión y el lobo rapaz esté rugiendo alrededor de ti tu vas a necesitar un oído muy afinado para distinguir la voz del pastor que te quiere orientar hacia el camino correcto.

Yo recuerdo un pasaje en el Libro de Eclesiastés donde al final de su gran relato el escritor Salomón dice: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos acerca de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento.”

Joven, lo que está diciendo allí la Palabra es eso. Busca del Señor en el tiempo de tu mejor fortaleza y de tu mejor estado, en el tiempo en que tu tienes energía y que las cosas te van bien, que tu cuerpo está fuerte todavía, y está el entusiasmo de la vida y de la juventud y todavía no has recibido los palos que ya hemos recibido los que estamos un poco más avanzados en la vida. Y allí en ese tiempo piensa en el Señor. Porque vendrán días cuando el estómago no te funcione tan bien y las coyunturas no estén tan ágiles, y no te puedas mover con tanta facilidad y no puedas subir las escaleras tan rápido, y no tengas el ánimo y la potencia de los 20 o los 25 y ya se te esté nublando la vista, y ya no sabes el número de pastillas que estas tomando, y ni siquiera el nombre porque son tantas.

Esto es lo que dice el escritor del Eclesiastés “antes de que vengan los días de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento”. Y que te recuerdan aquellos días en que te podías comer un plato de comida a las 12 de la noche y acostarte a dormir a pierna tendida sin ningún problema pero ya si comes a las 7 de la noche te la pasas toda la noche en blanco porque no es lo mismo. “Acerca de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento.” Ahora si tomas una sopita clara ya eso es un gran evento. Y el escritor dice “antes de que vengan los días”. Busquen al Señor en los tiempos de normalidad, vengan a la iglesia y este no es un aviso no pagado para la Fundación León de Judá. Busca al Señor los miércoles, busca al Señor los domingos, cuando todo esté bien. Los biles están pagados, la mujer está contenta, los niños se están portando bien, la casa no se le está cayendo nada. Ven entonces a la casa de Dios y cultiva tu relación con el Señor. Háblale al Señor y deja que el te hable cuando vengan los días de prueba tu sabrás a dónde ir como Marta Y María.

Y tu podrás entonces venir con confianza como dice la Palabra: “acerquémonos confiadamente ante el trono de la gracia.”

Pero ellas tenían una relación previa con el Señor y le dicen “el que tu amas, Señor, está enfermo”.Y oyéndolo Jesús dijo: “esta enfermedad no es para la muerte sino para la gloria de Dios, para que el hijo de Dios sea glorificado por ella.”

Aquí se inicia un proceso muy interesante donde es como que el Señor está oyendo una música muy diferente a la que están oyendo las demás personas que están involucradas en este relato. El Señor tiene una perspectiva diferente y el está interpretando la crisis en una forma muy diferente a como la interpretan los discípulos, Marta, María y las demás personas que están involucradas en este drama.

El Señor esta viendo las cosas en una perspectiva divina y esta gente está viviendo un drama tocándolo en tono menor y el Señor está tocándolo en tono mayor, con gran triunfo, con gran gozo y con una interpretación positiva de lo que está sucediendo. Ellos están atemorizados y tristes, están apresurados y hay una premura de que el Señor venga y llegue rápidamente y el Señor está muy tranquilo allí viendo las cosas de una manera diferente.


Lo primero que dice es “saben qué, muchachos, esta enfermedad no es para muerte, no se preocupen, sino para gloria de Dios”

El Señor entiende, hermanos, que hay algo en esta muerte de Lázaro, en enfermedad, que va más allá de lo meramente humano y que tiene que suceder para que Dios sea glorificado.

Sabes tu que muchos de tus problemas, las luchas de la vida que tu tienes, no terminan ni empiezan contigo. Tienen un significado más allá. Muchas veces Dios está permitiendo muchas cosas en tu vida para El glorificarse a través de ti, para El fortalecer tu vida. A veces el Señor nos da golpes de cincel para formar mejor su imagen dentro de nosotros. Muchas veces las pruebas de la vida son los golpes del escultor divino, quitando algo de nosotros que nos esconde la imagen que el quiere hacer surgir de ese bloque duro de piedra que tiene delante de el. Y cada uno de nosotros es como un bloque de mármol que cuando nacemos no tenemos forma. O cuando estamos sin Cristo tiene una forma que no es debida y cuando tu entras en los caminos del Señor, El dice: voy a tomar ese bloque y voy a comenzar a darle golpes de cincel para darle la forma y la imagen que yo quiera impartirle.

Y yo me imagino, hermanos, que si el mármol pudiera sentir como nosotros sentimos diría Auch! Cada vez que el Señor da un golpe de cincel. Muchas veces Dios va a usar las pruebas de la vida, las dificultades de la vida para glorificarse El, pero también para bendecirte a ti, para sacar algo, una chispa de grandeza de ti.

Yo puede decirles con toda seguridad que la crisis de mi vida siempre han sido el preludio para tiempos de bendición y de crecimiento. Yo ya he aprendido a no cuestionar demasiado, porque a veces lo cuestiono. Pero cuando me encuentro cuestionando algo que está sucediendo en mi vida, y cuestionando al Señor, me aguanto y me voy. Me tomo dos aspirinas y digo Señor dame paciencia para esperar hasta que tu muestres lo que tu estas queriendo sacar de mi. Porque Dios ve las cosas de manera diferente. Dios siempre está viendo qué puedo hacer yo para bendecir a mi hijo?

A veces, hermanos, los tiempos de mayor prueba van a ser los tiempos de mayor presencia del Espíritu Santo en tu vida. Dios va a estar allí cerca apoyándote, animándote. Después de todo el espíritu santo se llama el consolador, el paracletos. Y en cuando a la traducción de la palabra “consolador” no me ha gustado tanto, aunque yo no soy un experto en el idioma griego. Pero yo creo que al espíritu santo debería llamársele el “animador” porque esa es la idea en el griego original. El paracletos era un personaje que para las carreras de barcos de remo en el mundo greco romano, el paracletos que se transmite al espíritu santo después, era el que animaba a los remadores. También en las maratones de Grecia eran los que animaban a los corredores para que llegaran a la meta.

Y cuando tu estas con pruebas, y el Señor está cumpliendo su propósito a través de ti y está buscando glorificarse a través de ti, el espíritu santo está diciendo allí: “Sigue adelante, sigue adelante, hasta que llegues a la meta! Porque yo estoy contigo, porque yo no te dejaré ni te desampararé. Yo estaré contigo hasta el final.”

El Señor dijo: “esta enfermedad es para gloria de Dios.” Y el Señor sabía que este hombre, a quien el amaba, era capaz de pasar esa prueba, y se permitió el lujo de usarlo a él como una ilustración de su poder resurrector.

Mientras tu más cerca estés de Jesús más luchas y mas pruebas vas a tener. Y no te estoy diciendo esto para digas: “bueno me voy a quedar bien afuera”. Hay muchos que dicen así.

Muchas veces mientras Dios más propósitos ve en tu vida, más va a querer pegarte a ti, y por lo tanto va a tener que quitarte algunas de las púas y de las imperfecciones que hacen distancia entre tu y El. Y para poder pegarte a su cuerpo y a su ser, el va a tener que limpiarte un poco. Y te va a doler cuando el haga eso pero ese va a ser el indicio de su preferencia por ti.

Yo veo muchas veces que cuando pasan sus luchas y sus pruebas en el Señor se agarran de El, luego salen purificados. Salen como cuando uno sale de un sauna, y suda todas las impurezas y luego la piel la tiene mucho más brillosa porque esas toxinas se han ido. Es así, es la alegría, es el jabón áspero del Señor para bendecirnos.

Cristo quería ser bendecido a través de Lázaro. Cristo quería que Lázaro le diera un regalo a El de gloria para que la gente viera que el era el Hijo de Dios, que el estaba por encima de la enfermedad y por encima de la muerte.

Y por eso dice el versículo 5: “y amaba Jesús a María, a su hermana y a Lázaro. Y por lo tanto, continua, desde que el supo que Lázaro estaba enfermo se apresuró inmediatamente para ir a sanar a Lázaro.”

“Cuando oyó pues que estaba enfermo se quedó dos días más en el lugar donde estaba.” Le dijo a los discípulos “muchachos reserven el hotel unos días más porque vamos a quedarnos aquí unos días más, vamos a extender las vacaciones porque Lázaro está enfermo.

Quizás no tiene sentido para nosotros, pero fue lo que el Señor hizo. Y en la escritura hay muchos casos así: cuando hay una situación mala ya de por sí, el Señor la hace aún peor antes de intervenir. Hay una gran lección allí, y es que antes de que las cosas se pongan mejor, tienen que ponerse peor, y eso no es una buena noticia para aquellos que estamos pasando por pruebas. Pero a veces hay cosas que Dios quiere, para poder montar todo su andamiaje teatral, el tiene que esperar que el drama se haga un poquito más complejo y El entonces hace que las desventajas se hagan mayores y las posibilidades se hagan más distantes para el mostrar su gloria, para mostrarnos su poder y sacarnos aún con más triunfo que nunca.

Ustedes recuerdan la historia de Gedeón? Había decenas y decenas de miles de filisteos del antiguo testamento contra Gedeón y su gente. Gedeón tenía treinta mil hombres solamente y ellos tenían muchos más hombres y era una situación desventajosa ya de por sí. Pero el Señor le dijo a Gedeón: “Esa es demasiada gente. Aún con esa desventaja, no es lo que yo quiero. Dile a todo aquel que tenga miedo, que por alguna razón no quiera ir a la guerra, que se vayan para su casa, que no hay deshonra en irse.” Le da una descarga honorable: que se vayan. Inmediatamente se fueron 27.000 en un solo instante como el 90% de la gente se le fueron a Gedeón.

Quedaron unos 3000 valientes que dijeron: “Vamos nosotros a pelear” Y Gedeón le dice al Señor: “Solo han quedado tres mil, vas a tener que hacer un milagro inmenso” entonces el Señor le dice “todavía son demasiados. Llévalos al río, ponlos a prueba, ponlos a beber agua, y yo te voy a decir con quién te vas a quedar y a quienes vas a mandar de regreso a la casa.”

De esos tres mil hombres, le quedaron a Gedeón trescientos contra un ejercito de decenas de miles. Y con trescientos valientes el Señor le dio la victoria a Gedeón. Por qué? Porque los problemas de nuestra vida a nosotros nos pueden parecer grandes e imposibles pero para el Señor son cosas fáciles, para el Señor no hay nada difícil. Para el Señor no hay algo que sea demasiado tarde o demasiado temprano. El Señor no conoce de distinciones de tamaño o de seriedad. Para el Señor todo es Sí y Amen. Nosotros aquí en la tierra vemos las cosas y nos enturbiamos y nos atemorizamos y temblamos pero el Señor está allí riéndose en su trono seguro de que todo en su tiempo, todo en su momento, el sabe lo que tiene que hacer.

El Señor esperó que Lázaro muriera, el Señor esperó que Lázaro estuviera bien muerto para entonces ir después a Judea y acudir en su ayuda. Y cuando el Señor ya sabe que Lázaro está muerto, él dice: “Vamos ahora a Judea otra vez” a lo que los discípulos respondieron “Rabí, hace poco procuraban los judíos apedrearte y otra vez vas allá”. Se ve otra vez la perspectiva divina y la perspectiva humana.

El Señor dice: “Vamos a Judea, no se preocupen, Lázaro nos necesita. Ahora es el momento de intervenir a favor de el.” Y qué están pensando sus discípulos, están pensando que hace un tiempo atrás querían apedrear a Jesús y que si van ahora su vida corre peligro.

Cuantas veces nosotros cuando Dios quiere hacer cosas en nuestras vidas, miramos las dificultades y los peligros y no miramos al Cristo que es más que poderoso para resolver cualquier situación, cualquier necesidad.

Y el Señor Jesucristo les dice: “No tiene el día 12 horas, es decir, no hay bastante luz en el día para nosotros movernos con seguridad?” 11:35

La gente que anda en tinieblas tiene miedo pero los que andan en la luz pueden hacer lo que les da la gana. Esta es la idea de esta misteriosa expresión: “No tiene el día 12 horas?” Porque el que anda de día no tropieza porque ve la luz de este mundo, pero el que anda de noche tropieza porque no hay luz en el.

Hay una diferencia de visión y de convicción. El Señor está seguro de si mismo, los discípulos tienen temor. El Señor muchas veces quiere hacer cosas poderosas en nuestras vidas, pero nuestra perspectiva temerosa, nuestra perspectiva pesimista impide que Dios pueda hacer las cosas que el quiere hacer.

Hermanos, quiera Dios el Señor transformar nuestra perspectiva. Si tu tienes una perspectiva negativa de la vida, si tu siempre miras el vaso medio vacío en vez de medio lleno, yo te quiero invitar esta mañana a comenzar a mirar la vida a través de los ojos de Jesús. El Señor Jesús no se atemoriza ante nada. Para el no hay problema que no pueda ser resuelto.

Hermano, pídele al Señor que renueve tu visón, que ponga valor en tu corazón. Que no importa cuan grande sea el gigante que tu tengas delante de ti, que como David digas, “en el nombre del Señor yo voy a descabezarte y te voy a darte de comer como carne para las aves de rapiña, porque Dios está contigo.” Cuando tengas un problema grande en la vida, cuando haya algo grande delante de ti, empréndelo en el nombre del Señor.

Pídele al Señor que cambie tu perspectiva negativa, que cambie tu perspectiva derrotista y atrévete a emprender cosas grandes en el nombre de Jesucristo. Atrévete a que cuando vengan los problemas de la vida, que crezca tu fe más todavía y digas, más poderoso es Dios para sacarte hacia adelante.

Y el Señor dijo: “No, vamos allá. No importa que haya gente que nos quiera apedrear. Vamos porque nuestro hermano, nuestro amigo nos necesita”. Y luego el Señor nos dice: “nuestro amigo Lázaro duerme mas voy para despertarle”, a lo que sus discípulos respondieron “Señor, si duerme sanará”. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro y ellos pensaron que hablaba del reposar, del sueño.

He aquí nuevamente la diferencia de perspectiva. Para el Señor la muerte de Lázaro es simplemente un leve sueño, y ellos no pueden entender que el Señor lo vea de esa manera y por eso lo interpretan literalmente. Dicen, qué bueno porque si está durmiendo, está reposando y eso quiere decir que se va a restaurar. Pero el Señor decía eso de la muerte de Lázaro. Otra diferencia de perspectiva.

Para el Señor la muerte no tenía significado. Para el Cristo de la Resurrección la muerte era simplemente un sueño, un preludio para algo glorioso que tenía en su mente para Lázaro. Para los discípulos la muerte era algo terminante, terminal. Si Lázaro moría no había ninguna esperanza. Para el Señor era simplemente algo leve.

Hermanos, así debe ser la muerte para cada uno de nosotros que estamos en Cristo Jesús. En Cristo no hay muerte, en Cristo solo hay vida. El dice: “Yo solo soy la resurrección en la vida. El que cree en mi aunque esté muerto vivirá.”

Por eso si tu estas en temor de la muerte, tu necesitas llenar tu mirada y tu corazón de el valor que Cristo infunde. Como Cristianos debemos hacer todo lo posible para nunca temerle a la muerte. Vamos a pedirle al Señor que nos de fortaleza espiritual, que nos unja con su espíritu para no temerle a la muerte.

Si tu estas en Cristo la muerte en un sentido no existe para ti. La muerte es tan solo un umbral por el cual tu pasas para entrar a una nueva vida más perfecta con Dios. En Cristo Jesús la muerte ya no tiene relevancia para ti, todo es esperanza. El Cristiano no le tiene temor a la muerte. Para el Cristiano la muerte es un sueño liviano del cual nos despertamos en un instante en Cristo Jesús.

Tenemos que pedirle al Señor Padre: Ayúdanos a ver la muerte como tu la ves. El apóstol Pablo en un calabozo con la posibilidad de morir y nunca más salir de allí, escribió una de las cartas más gloriosas, que es la ‘Carta a los filipenses’ que han llamado la Carta del Gozo porque Pablo había estado en el cielo y Pablo había visto las glorias del cielo. Dice que fue llevado al séptimo cielo y que vio y oyó allí cosas que no le era ni siquiera permitido compartir con los hombres y las mujeres de este mundo. Y cuando Pablo regresó a este mundo en espíritu recordaba esos lugares maravillosos que el había visitado en su éxtasis. Por eso Pablo escribe en filipenses “Si yo muero, me voy con Cristo. Y estar con Cristo es mucho mejor y es lo que realmente deseo. Pero si tengo que quedarme aquí en el mundo para hacer de bendición para que otros puedan conocer a Cristo me voy a quedar, pero me gustaría estar más con El porque estando con El estoy mucho mejor.”

Muchas veces para nosotros es diferente, queremos alargar cada minuto aquí en la tierra, aunque estemos desgastados y casi muertos queremos aferrarnos a la vida, según nosotros la entendemos pero el Cristiano cambia la perspectiva. Para el Cristiano la vida aquí en la tierra es algo ilusorio, algo pasajero. Sabemos que en Cristo tenemos la esperanza de una vida mucho mejor. Así que no le tememos a la muerte. Para nosotros la muerte es como Cristo la ve, es algo sencillo, algo pasajero, algo que se puede resolver.

Y cuando Cristo se acerca a Marta y le dice: “Señor si tu hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Y el Señor le dice: “No te preocupes, Marta, si tu crees tu hermano va a vivir. No soy yo la resurrección y la vida? El que cree en mi vivirá y todo aquel que vive y cree en mi no morirá eternamente.”

Marta tiene la perspectiva de nuevo limitada. Ella piensa, si Cristo hubiera llegado aquí antes de que mi hermano muriera, entonces habría esperanza. Ahora a lo único que puedo aspirar es que mi hermano resucite en el día postrero. Pero el Señor tenía planes para Lázaro ahora, en ese momento. A veces nosotros le aminoramos la magnitud de los milagros que el Señor quiere hacer en nosotros por nuestra poca fe. El Señor quiere esperemos grandes cosas que el Señor quiere hacer.

El Señor dice: “Si tu estas en mi, yo soy la resurrección, yo soy la vida.” El es la resurrección misma. En el griego original dice “Ego eimi”, es decir, yo mismo soy la resurrección y la vida. Si tu tienes a Cristo tu tienes resurrección, tu tienes vida eterna. La muerte es sorbida en victoria.

Y el Señor así como puede resucitarte, puede resolver cualquier situación en la cual tu te puedas encontrar. Si el venció a la muerte, puede vencer cualquier problema, cualquier obstáculo. Para el Señor no hay nada imposible. Dios puede resolver tu problema aquí y ahora, en este momento. Dios puede hacer la obra en tu vida. Solo necesitas tener una relación personal con Jesús. Conocer a Jesús como Marta lo conocía, como María lo conocía.


Conoces tu a Cristo de esa manera? Puede tu en tu situación de dificultad venir ante el Señor y decirle: “Padre tengo una necesidad, respóndeme. Tengo un problema, tu eres mi solución”. Tu lo conoces a él como la resurrección y la vida?

Vamos a bajar nuestras cabezas ahora. En este domingo de resurrección yo quiero que tu visualices a Cristo resucitado, que tu visualices a aquel que triunfó sobre la muerte, que triunfó sobre la cruz, que triunfó sobre las burlas, que triunfó sobre los azotes, que triunfó sobre la agonía del jetsemaní. Aquel que los lazos de la muerte no pudieron retener, aquel que la piedra que cubría la tumba tampoco pudo impedirle su salida. Que cuando los discípulos llegaron atemorizado porque no sabían quién iba a remover la piedra, la piedra ya había sido removida y un ángel se había sentado encima de ella.

No hay problema en tu vida que Cristo no pueda resolver. No hay muerte en cualquier manifestación que sea: enfermedad, carencia material, problema familiar, depresión, ansiedad, temor de cualquier tipo, no hay situación que Cristo no pueda resolver. Esa es la esencia del mensaje.

Cristo quiere enseñarte que la vida tiene que ser vista a través de los ojos de El, a través de su mirada poderosa y victoriosa. No la mires a través de los ojos de la razón o a través de las circunstancias humanas. Llénate de la fe y el valor del Cristiano y no importa cuántos problemas tu estés pasando ahora mismo, cuan grande sea tu dificultad, di “Yo en Cristo soy más que vencedora. Todo lo puedo en el Cristo que me fortalece”. Llénate de ese valor. Vive la vida con confianza, porque el Cristo que resucitó a Lázaro y que escuchó la petición de Marta y de María, está aquí contigo también, y es el mismo que esta dispuesto a intervenir en tu dificultad y en tu problema.

Cristo quiere intervenir en tu vida y en esta tarde te dice “Yo estoy contigo todos los días, no solo el domingo de resurrección. Yo quiero estar contigo 24 horas al día, siete días de la semana, y que tu estés conmigo, que tu me busques todos los días, que tu me conozcas, que tu aprendas a distinguir mi voz, que tu aprendas a funcionar conforme a los patrones que yo he establecido en mi palabra para que cuando venga la prueba tu sepas a donde ir. Que no temas porque yo estoy contigo. No te dejaré ni te desampararé aunque andes en valles de sombra y de muerte. No temerás mal alguno. No te desampararé porque yo estoy contigo. Mi vara, mi cayado te infundirá aliento y aderezaré mesa delante de ti en presencia de tus angustiadores.

Ese es el Cristo que hoy se anuncia. No celebramos a Cristo que aún está colgando de una cruz, como un santo memorial. Estamos celebrando a un Cristo vivo que interviene en nuestras vivencias diarias. Y ese es el Cristo que yo quiero que tu conozcas esta tarde, y antes de irte de aquí tu te vayas habiendo podido poner la mano del Señor. Que puedas decir, como dice ese coro, “tengo mi mano en la mano del Señor”. Así que quiero invitarte en esta tarde a dar un paso de fe, si todavía no lo has dado.

Yo quiero invitarte joven que nos visita, adulto, padre, esposa, que está con nosotros esta tarde si no has dado ese paso de fe todavía, si no has puesto esa mano en la mano del Señor, yo quisiera retarte a que des ese paso de fe y que le digas al Señor: “Señor Jesucristo, quiero conocerte y quiero entregar mi vida a ti hoy, y me atrevo en tu nombre a dar un paso de fe, y poner mi mano en tu mano.”

Si te gustaría hacer eso en esta tarde, te pido que levantes tu mano, a dondequiera que tu estés, levanta tu mano e invita a Jesús a entrar en tu corazón. Habrá alguien que le diga al Señor Jesús esta tarde: “Yo te invito Jesucristo a entrar a mi corazón.”

Quisiera ver su mano levantada en este momento. Comienzo con esta niñita, Gloria a Dios, porque no podemos subestimar a los niños. Amen. Este hombre también levanta su mano allí también. Que Dios te bendiga, hermano. Quien mas quiere ofrecer su vida al Señor en esta tarde? Hay manos por aquí, por allá también. Gloria a Dios. No tengas temor, invita a Cristo a entrar a tu corazón.

Yo les pido a quienes levantan la mano que vengan aquí delante acompañados por alguien que los conoce o que simplemente está sentado al lado de ellos. Pasen por acá porque queremos orar por ti en esta tarde, queremos ponerte en las manos del Señor. Vamos a orar por ti. No teman, este es el tiempo, el momento, el Señor de la Resurrección quiere entrar en relación contigo, para que cuando tu tengas tus necesidades, tu sepas a dónde ir. Para que cuando venga el tiempo de la prueba, tu no tengas que temer, sino que sepas que tu Cristo es poderoso para resolver tus necesidades. No titubees porque es el tiempo de la visitación del Señor en tu vida. El Señor está llamando y está tocando. Pasen por aquí, vengan y entreguen su vida al Señor. El tiempo mejor para buscar de Cristo es ahora, no lo dejes para mañana. Mañana como dice la Palabra puede ser demasiado tarde.

Yo quiere orar por ti y quiero asegurarme que tu te vayas hoy habiendo establecido la conexión con el Reino de los Cielos a través de Cristo Jesús. Ven por acá. Quiero bendecirte y orar por ti. Aleluya. El Señor es todopoderoso para responder a tus necesidades.

Yo siento que hay personas hoy aquí que vienen de familias donde el evangelio aún no ha entrado y Dios quiere usarte para abrir una brecha en tu familia. Yo quisiera ver a alguna de esas personas pasar aquí al frente. Gente que se siente que están demasiado lejos para dar ese paso y todavía piensan que tienen que arreglar muchas cosas antes de poder venir aquí al altar. Este es el tiempo. No trates de arreglar las cosas. Deja que el Señor las arregle por ti. Si tienes trabas, si tienes luchas, si hay pecados en tu vida, eso te hace un candidato ideal para venir a los pies de Jesucristo. No temas! Algunos dicen si lo hago ahora, me estoy comprometiendo y que pasa si después me aparto, y se hacen un mar de problemas. Dejale los problemas al Señor. Si te apartas El es poderoso para atraerte de nuevo.

Pero es necesario que se de esa primera confrontación, que se estremezcan los cimientos de tu espíritu y que haya una confrontación poderosa con el mal y con tu espíritu. Que se rompan esas ataduras y que entre la bendición a tu casa, entre la bendición a tu vida. Oh! Si tu supieras con cuanto deseo el Señor te dice “Ven a mi”.

El Señor te dice: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar”. El hizo descansar a Marta, El hizo descansar a María, El hizo descansar a Lázaro del peso de la muerte.

El Señor puede darte descanso a ti de tus problemas en este día. Ven al altar. Ven a Cristo. Ven a Cristo, este es el momento. El quiere tener intimidad contigo. Yo quiero orar por ti. Quiero que tu te vayas bendecido, que te lleves la Biblia para que leas la palabra, que te lleves la conexión con el Padre para tu lo llames por teléfono cuantas veces lo necesites y le digas “Señor, tengo una emergencia”, porque tu has establecido una relación con El.

Yo me gozo de ver estas parejas jóvenes, estas madres con niñitos jóvenes. Qué bueno! Porque comienzan su matrimonio, comienzan su unión familiar con las herramientas que necesitan para una vida victoriosa. El Señor va a comenzar esa obra de purificación en tu sendero, va a comenzar a limpiar las dificultades y allanar el camino de tu vida y abrir el campo para que tu puedas fluir y caminar libre y despejadamente.

Por eso, pasa al altar y deja que Cristo te bendiga en este día “Aleluya”. En el nombre del Señor quitamos toda atadura en la mente y a aquellos que el Señor quiere salvar y declaramos libertad para que puedan venir al altar Dios y recibir la bendición que Dios quiere darles.

Este es el momento de que tu des ese paso de fe y dejes que Dios haga la obra en tu vida. Yo se que Dios va a hacer algo especial en tu vida esta tarde. Dios te va a bendecir. Dios te va a liberar de las ataduras que te acechan.

Gloria en nombre del Señor, gracias Padre, gracias. Todos los hermanos tengan a alguien orando allí con ellos. Padre, bendecimos tu nombre. Gracias, gracias, Señor Jesús.

Yo quiero que tu hagas esta oración conmigo. Es una oración de confesión. Las confesiones tienen gran poder en el mundo del espíritu. Cuando tu confiesas a Cristo verbalmente, los demonios tiemblan, los demonios huyen, las ataduras son quebrantadas. Pactos son establecidos a través de la boca. Y cuando tu confiesas a Jesús con tu boca, La palabra dice que si lo confesamos con nuestra boca que el es el Señor, que es resucitado de entre todos los muertos, somos salvos.

Yo quiero que repitas conmigo estas palabras: “Señor Jesús, te recibo como mi salvador. Reconozco mis pecados y vengo ante ti para recibir perdón. Tu moriste en la cruz por mi y hoy yo recibo el beneficio de esa cruz. Rompo toda relación con Satanás y con sus poderes y me afilio al reino de los cielos, me hago miembro del Reino de los Cielos. Entra a mi corazón, Señor y establece tu trono dentro de mi. Yo me declaro libre de toda maldición y de todo pecado por la sangre de Jesús. Te serviré todos los días de mi vida y contigo venceré en toda situación de dificultad. Gracias Cristo porque en ti hoy recibo la victoria. Amen. Amen. Gloria al Señor. Aleluya. Gloria a Cristo.

Hoy verdaderamente Cristo resucita en tu vida. Hoy verdaderamente Cristo ha resucitado. Aleluya, Gloria en nombre del Señor. Alabado sea el nombre de Jesús. Sigue buscando al Señor, abre la puerta Gloria al Señor!

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