19 abril 2009

Meditación sobre la vida de la familia (Efesios 5:21)

El Señor puso en mi corazón con motivo del Día de los Padres, bendecir a nuestros padres y a nuestras madres y a nuestros hijos que también estén aquí, con una meditación sobre la vida de la familia en general y con ese pensamiento en mente, vamos a buscar en el Capítulo 5 de los Efesios comenzando con el versículo 21:

El primero que se va a poner este sombrero hoy, voy a ser yo. Yo me voy a predicar esto a mi y a mi familia. Todos, todos tenemos mucho que aprender y mucho que mejorar con respecto a nuestra vida familiar, y yo ruego que estas sean palabras de vida y de energía en nosotros, y que nos ayude a ponerlas en práctica; que nos de energía para agradar al Señor en todo lo que hagamos en nuestra vida familiar.

Dice la palabra del Señor: “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo y El es su salvador. Así que como la iglesia está sujeta a Cristo así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.”

Ese es el primer pensamiento, la primera sección hablando a las casadas. Ahora viene la palabra a los maridos, a los casados.

Digan todos “Amad” “Amad”.

Dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa que no tuviera mancha, ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne sino que la sustenta y la cuida como también Cristo a la iglesia. Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de su huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Grande es este misterio mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás cada uno de vosotros ame también a su mujer como así mismo y la mujer respete a su marido”.

Esa es la segunda sección. Habla de los casados, primero habló de las casadas y del 25 al 33 los casados, los maridos y ahora también en el Capítulo 6, habla a los hijos ahora.

“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre que es el primer mandamiento con promesa para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra”.

Eso es a los hijos. Ahora lo natural es que se hable también a los padres. Y en el versículo 4 dice:

“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos sino criadlos en disciplina y en amonestación del Señor”.

Bendiga el Señor su santa palabra.

Hay allí toda una receta para la familia. Si nosotros pudiéramos, hermanos, interiorizar e integrar este llamado solemne del Apóstol Pablo a nuestros roles como padres, madres, maridos, esposas, la vida familiar sería un idilio, sería un edén. Quiera el Señor que nosotros podamos entender esto y sobre todo aplicárnoslo.

Qué difícil es. Qué fácil suena pero qué difícil es en el diario vivir uno integrar estas verdades cuando las cosas se ponen calientes en el hogar, y estamos cansados y de mal humor y algo sucede en la vida de la familia que se nos funden los fusibles y el pobre San Pablo se nos fue a pique y nos olvidamos de estos consejos sanos y sencillos. Por eso es importante que cada día nosotros podamos volver a meditar sobre la palabra del Señor y tenemos que recordarla siempre porque somos tardos para oír y fáciles para olvidar estos consejos de parte del Señor.

Lo primero que es importante notar acerca de este pasaje es que se da dentro del contexto de una serie de consejos con respecto a la vida general. Todo ese capítulo 5, los versículos del 1 al 20 tiene que ver con consejos sanos y sabios de la conducta de la familia, de la vida familiar y también de la vida en la iglesia. Y el Apóstol Pablo da una serie de consejos de orden familiar uno detrás del otro y entonces entra de lleno en este aspecto con respecto a la vida familiar específicamente. Pero todo forma parte de un solo pensamiento.

Y por qué? Porque dentro de la vida espiritual sana y de los diferentes hábitos y costumbres que debemos practicar está esta parte tan importante de cómo nos debemos conducir con respecto a la vida de la familia, del matrimonio, de la paternidad o la maternidad. Y por eso el Apóstol Pablo entra en esto. De hecho cuando en el versículo 20 dice: “...dando siempre gracias por todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”, en realidad en el 21 suena como que es una oración nueva, una frase nueva “... someteos unos a otros” pero en el griego original está más bien la idea de “sometiéndonos unos a otros” es decir hay una continuidad en la mente del Apóstol Pablo entre lo que está antes y lo que sigue ahora.

Paremos aquí un instante porque el versículo 21 es muy importante porque pone todo lo que sigue en unidad. Es como esa oración estructura todo lo demás y la forma en que el Apóstol Pablo organiza sus pensamientos más adelante. El dice: “someteos unos a otros”. Es importante que nunca olvidemos este aspecto de la vida familiar porque si usted se fija el Apóstol Pablo aquí establece una especie de jerarquía de autoridades. El dice que la mujer está sujeta a su marido y también con respecto a los hijos y los padres, sugiere que los hijos deben estar sujetos a los padres. Y entonces la tendencia hace unos 2000 años en una cultura donde los hombres prevalecían y los hombres tenían autoridad incuestionable y los padres también tenían autoridad incuestionable sobre sus hijos. Y nadie cuestionaba eso. Nadie cuestionaba la autoridad del hombre sobre la mujer ni del padre sobre el hijo.

Inclusive más adelante el Apóstol habla de los señores y los siervos, los esclavos. Y tampoco se cuestionaba la autoridad del dueño, del señor de los esclavos, sobre los esclavos. Y por eso es tan revolucionario que 2000 años atrás, este hombre inspirado por el Espíritu Santo escribe diciendo: Si, es importante que reconozcamos los esquemas de autoridad que prevalecen en la sociedad.

Es importante que los Cristianos nos sujetemos a los mandamientos del Señor y al orden que Dios ha establecido en la sociedad, pero es importante que maticemos esa declaración con una idea que es más importante que todas y es que debe haber una mutua sujeción unos de otros, donde no debe haber una dictadura o una imposición de autoridad o un abuso de poder o decir “ese es mi privilegio, yo soy la cabeza del hogar” por ejemplo. O el padre decir “Yo soy tu papá y yo tengo derecho incuestionable sobre tu vida. Yo puedo hacer lo que me de la gana y no tengo que darle cuentas a nadie en esta casa.”

Por eso el Apóstol Pablo dice desde el principio “... someteos unos a otros en el temor de Dios”, es decir el uso de la autoridad en la vida humana, en la vida familiar siempre debe darse con esa idea de que aunque Dios nos ha dado cierta autoridad en ciertos ámbitos de la vida, nunca debemos abusar de esa autoridad. Siempre debemos usar la autoridad con respeto, con amor, con justicia, con equidad, con mansedumbre, con humildad, con amor. El cristiano usa la autoridad en el espíritu de Dios, en el espíritu de Jesucristo.

Para mí el modelo absoluto siempre será el Señor Jesús de cómo yo debo comportarme en cualquier situación donde entre en juego el concepto de autoridad. Y eso va mas allá. Eso se refiere a los maestros que están en esta iglesia y que tienen sus alumnos que los respeten, pero también el maestro debe asegurarse de que trate a sus alumnos con respeto. Se refiere a los que son supervisores en una fábrica o en una oficina de igual manera. Los que están trabajando con usted deben sujetarse a su autoridad para que funcione bien el organismo, pero usted nunca debe abusar de su autoridad. Siempre debe tratar a las personas que están bajo su autoridad con mucho respeto, con mucha humildad.

Saben que la humildad no excluye la autoridad, hermanos? Es más, muchas veces la autoridad es hermoseada por la humildad. Y usted nunca perderá nada con darle cuentas a las personas sobre las cuales usted tiene autoridad, y tratarlas con delicadeza y con cariño y con amor. Habrá tiempos en que habrá que hacer un señalamiento, y habrá conflictos y usted tendrá que ser firme en algo, pero eso debe ser la excepción y no la regla.

Yo creo que una persona que siempre se ve obligada a usar de fuerza y a señalar su autoridad, a hacer valer su autoridad, su liderazgo está sufriendo de algún desperfecto. Porque yo creo que cuando el liderazgo es adecuado deben fluir las cosas con naturalidad y el conflicto debe ser la excepción y no la regla. Porque la persona que está sobre autoridad debe regir las cosas sabiendo que “Hey, yo tengo que dar cuenta también a la gente sobre la cual yo tengo autoridad”. Por eso es que estas reuniones que nosotros tenemos de finanzas, hay pastores que no están de acuerdo conmigo, que están bendecidos, no creen que un pastor no debe estar dándole cuentas a su iglesia de cómo se maneja el dinero en la iglesia. Porque nosotros somos los pastores, somos los líderes de Dios y tenemos la autoridad.

Yo creo que uno debe darle cuentas a su gente de cómo se maneja la autoridad en su iglesia. Ahora, yo creo que los pastores tenemos cierta autoridad de Dios, pero también debemos asegurarnos de que nuestra gente se sienta tenida en cuenta, se sienta respetada, se sienta tratada como adultos y que haya un compartir, y que haya una seguridad de que nuestras necesidades están siendo tomadas en cuenta nuestras preferencias. Debe haber canales de comunicación para saber lo que la iglesia necesita, lo que la gente siente y todo eso debe estar muy en orden.

Por lo tanto yo creo que eso explica lo que el Apóstol Pablo dice aquí antes de comenzar a hablar en detalle de diferentes situaciones específicas en que entra en juego la autoridad, el dice “... someteos unos a otros en el temor de Dios”. En otras palabras siempre los que están en autoridad y los están bajo autoridad, se sometan unos a otros. El que tiene cierto nivel de autoridad de parte de Dios, sujétese también al los que el o ella dirige.

“..en el temor de Dios” eso es muy importante, eso debe ser lo que dirija nuestro liderazgo siempre, ese sano temor de Dios, de no ofender al Señor con un maltrato de los demás, de no ofender al Señor con una actitud abusiva, de no ofender al Señor siendo injusto, o siendo arbitrario o insultante en la forma en que yo manejo mi autoridad sino que siempre sea con ese sentido de: “Señor, lo estoy haciendo bien? Estás tu contento con mi forma de ejercer mi liderazgo”. Esa es la idea.

Yo creo que cuando se da esa relación que el que está bajo autoridad se sujeta y el que está sobre autoridad se sujeta también en el sentido de “no enseñorearse de” sobre la persona sobre la cual tienes autoridad, qué pasa entonces? Hay bendición. Porque el que está en autoridad está tomando en cuenta las necesidades de los que dirige y los que dirige se están sujetando a los que tienen autoridad sobre ellos.

Hermanos, yo creo que en ninguna relación es más importante esa doble perspectiva que en el matrimonio. Porque en el siglo XXI yo como pastor, titubeo antes de predicar esa parte que dice “... las casadas estén sujetas a su marido” porque ya veo que debo esconderme aquí atrás del púlpito para que no me tiren piedras. Porque yo se que en el siglo XXI eso es difícil para muchas hermanas y muchas mujeres que dirigen corporaciones y son jefes en su factoría y que ganan a veces mucho más dinero que el hombre mismo. Son más preparadas y a veces hasta más sabias. Como dice Avila “Sonríe, Cristo te ama”.

Pero es difícil hermanos, en este contexto social en que nosotros vivimos donde cualquier sugerencia de autoridad del hombre sobre la mujer es recibido como cuando a un potro se le mete un espuelazo, enseguida brincan. Pero es la palabra del Señor, y yo no puedo escaparme de la palabra de Dios. Y gracias a Dios que todavía en esta iglesia yo puedo predicar esto. Hay contextos donde yo titubeo mucho antes de pasar por este pasaje rápidamente, porque no se recibe en absoluto y hace daño eso. Y yo creo que es importante entender este juego de que las casadas están sujetas a su marido y los maridos amar a sus mujeres.

Yo quisiera poder predicar eso simultáneamente a las dos partes para que se entienda bien. Porque esto es como un reloj suizo que una parte está vinculada a la otra. Cada piecesita depende de la otra para poder funcionar bien y cuando una pieza no está funcionando bien las otras se detienen y se enmarañan y viene el problema, el lío. Cuando la mujer se sujeta al esposo y el esposo ama, ama, ama, (esa es una palabra muy fuerte) como Cristo amó a la iglesia entonces yo creo que ahí hay bendición. Y desgraciadamente cuando el hombre no usa de su autoridad en una forma sana, sabia, como la de Cristo, entonces hace que eso le sea muy difícil a la mujer aceptar esa palabra del Señor y sujetarse al liderazgo de su esposo.

Acabo de decir la palabra liderazgo y eso toca un punto en mi mente y es que nuestra relación con nuestras esposas nunca debe ser una de enseñorearse. Nosotros no somos señores de nuestras esposas, somos líderes y un líder no es superior. Por ejemplo yo como pastor no soy superior a ninguno de ustedes. Yo soy un hijo de Dios, necesitado de la gracia de Dios como cada uno de ustedes, pero soy su líder espiritual y nuestros pastores son sus líderes espirituales y en muchos de los ministerios hay líderes como por ejemplo hoy hay un grupo de hujieres que sirve aquí en la iglesia y hay una persona que es líder de ese grupo. Ahora evidentemente esos líderes no son superiores inherentemente a los que dirigen. Simplemente han sido puestos en una posición para que pueda haber orden en el funcionamiento de ese grupo, han sido puestos en posición de ellos llevar la voz cantante por así decirlo pero no son superiores en ninguna manera.

Entonces nosotros como cabezas de un hogar somos líderes pero nuestras esposas son “coherederas del reino” dice la palabra del Señor. Es decir que son del mismo rango espiritualmente que nosotros, son de la misma sustancia y ante el Señor tienen la misma autoridad y el mismo acceso. Gozan de los mismos dones y disfrutan de las mismas prerrogativas ante el Señor que nosotros. No hay cuestionamiento de eso.

Yo le doy gracias al Señor porque con el paso de los años al yo predicar sobre estos temas, me hecho más sensitivo con el paso del tiempo y la vejez creciente, más manso, más cuidadoso, en matizar bien las cosas que digo y para que sea claro, en ningún momento estoy yo diciendo que el hombre por la autoridad que Dios le da tiene derecho a estrellar cosas en la casa, o a romper paredes o llegar con la cara torcida y enfuñarse y hacerle imposible la vida a toda la familia. Muchos de nosotros hacemos eso, pero sepan bien que tenemos el juicio del Señor en ese momento al hacer eso y tenemos que salirnos de ese encerramiento lo más pronto posible. Puede que caigamos en un momento de malhumor pero tenemos que saber que enseguida viene ese angelito que se para aquí al hombro y dice: “Hey, ten cuidado, estás pecando. Salte de ahí lo más pronto que tu puedas”, y tenemos entonces que salir y pedir perdón y arreglar las cosas. Porque el hecho de nosotros estar en autoridad no nos da derecho en ningún momento a ser arbitrarios con nuestras familias.

Pero sí es importante que la mujer reconozca ese misterio –yo lo llamo misterio- de que Dios ha puesto al hombre como líder espiritual y ejecutivo en su casa para que prevalezca el orden. Yo creo que el Señor estableció eso en la estructura misma de la psiquis de la humanidad y de la familia. El Señor lo declaró así. Del Génesis al Apocalipsis yo no encuentro nada que contradiga eso, tanto en los textos obvios, que lo dicen así como en los textos que lo sugieren. Hay todo un sistema bíblico que sugiere esa posición de liderazgo varonil. Y les digo, para mí es una carga más que un privilegio. Yo no veo eso como algo para vanagloriarme porque cuando uno está conciente de la gran responsabilidad que eso implica se convierte en un peso muy grande, de manejar ese privilegio que Dios nos ha dado como Cristo lo hizo.

Yo creo que si nosotros los hombres entendiéramos la gran responsabilidad que implica ser líderes de nuestros hogares, yo creo que muchos de nosotros diríamos: “No, gracias Señor, que lo coja ella”, porque es algo muy difícil de desarrollar en una forma adecuada para la persona que es temerosa de Dios y que lo quiere hacer como Cristo lo hizo con su iglesia.

Dice “... las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor”. Más claro no canta un gallo! La idea en el griego original es como ponerse bajo autoridad, por eso es someterse, ponerse bajo la autoridad. Y eso es un llamado como voluntario. En el griego original la idea de “estén sujetas” está implicado como la forma del verbo no es pasiva ni activa, es el “medio verbo” no es un mandato sino “estén sujetas” es un estado. Aún en la traducción al español lo captura. Estén sujetas, como una condición.

Yo quisiera tener una falda para hablar a las hermanas porque sería más aceptable para ustedes. Yo creo que hay una bendición en la mente, en las emociones y en el espíritu de una mujer, de una esposa cuando se sujeta voluntariamente a su marido como al Señor, y la mujer hace una decisión de hacerlo y da ese paso en fe creyendo que el Señor la va a bendecir. Yo creo que si una mujer cristiana resiste ese mandato del Señor se hace daño a sí misma y le hace daño a su familia. Desgraciadamente hay hombres que le hacemos a nuestras mujeres dificilísimo dar ese paso.

Como hay padres que le hacen muy difícil a sus hijos el sujetarse a ellos también. Porque los hacemos sufrir porque los ponemos en una posición que ningún hijo, o mujer debieran estar, de estar resistiendo la autoridad de su marido. Yo creo que nuestra meta debe ser, la meta de los esposos debe ser hacerle lo más fácil posible a nuestras esposas el someterse a nuestro liderazgo espiritual. Esa debe ser nuestra meta.

Yo digo que un hombre que se gana el respeto y el amor de su mujer es un gigante y puede dirigir una ciudad, puede gobernar una nación. La meta de cada hombre debe ser llevar a su esposa al punto de que ella se sujete gozosamente a su autoridad espiritual y a su autoridad como líder del hogar. Esa debe ser nuestra meta. Yo le pido a los esposos que estamos aquí que nos hagamos esa pregunta: “Le hago yo lo más fácil posible a mi esposa la idea de ajustarse a mi liderazgo o se lo hago yo difícil con mi comportamiento?” y que nosotros hagamos un santo pacto delante de Dios de que nuestras esposas en todo lo posible se sientan gozosas de nuestro liderazgo.

Cómo nos sentimos nosotros con respecto al liderazgo de Jesucristo? Yo creo que todos nosotros decimos “Gloria a Dios, qué bueno que El está sobre mí. Qué bueno que el Señor Jesús es mi señor y mi salvador”. Por qué? Porque Cristo nunca explota, nunca abusa, nunca hace daño, nunca es arbitrario, siempre es justo, siempre es amoroso, siempre perdonador, siempre tolerante. Se preocupa por nosotros, nos delega autoridad, nos deja usar nuestros dones, embellece nuestros dones. A quién no le gusta eso, como dice el merengue dominicano. Todos debiéramos ser así. Si el esposo descarga su autoridad de esa misma manera yo creo que una mujer sana, una mujer sabia y temerosa de Dios, va a decir “Bueno el liderazgo de ese líder yo lo acepto”.

Pero desgraciadamente mucho de nosotros no lo hacemos. Yo no digo esto hermanos, para que nadie salga de aquí sintiéndose culpable sino que esto es un llamada del que todos debemos aprender algo de ello. Este es el sano consejo del Señor. Pero desgraciadamente hay muchas mujeres hoy que no aceptan el liderazgo de su esposo, no importa cuán benévolo sea y a veces cuán bendecido sea ese matrimonio sea y cuánto esfuerzo está haciendo ese hombre para ganarse el respeto de su mujer. Porque hay una idea como que eso no es posible.

Hay hermanos de esta congregación y de otras congregaciones que aman a Dios, que conocen la palabra, gente íntegra que están de acuerdo en eliminar lo que yo creo que implica y dice claramente este versículo: “... las casadas sujetas al marido como al Señor porque el marido es cabeza de la mujer”. Esta palabra “cabeza” se ha tratado de aguar y diluir muchísimo a través del griego “kefale” pero es una palabra bien clara. Cabeza es cabeza, no importa cuantas cabezas usted le busque a la cabeza, sigue siendo una cabeza. ... El marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia”. Cómo es Cristo cabeza de la iglesia? Bueno es el que dirige, es el que establece la tonalidad, el que está delante. Bueno, de esa misma manera el hombre es cabeza de la mujer.

Cómo está la iglesia sujeta a Cristo? Bueno, la iglesia está sujeta a Cristo reconociendo la autoridad del Señor, reconociendo sus direcciones, apegándose a El y a sus directivas, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Hay dos versículos que llaman a la mujer, que dan consejos a la mujer, el 23 y el 24, pero a los hombres hay del 25 al 32, que son como 9. Hay tres veces más versículos para el hombre que para la mujer. Por qué será eso? Yo creo que porque los hombres somos más torpes, más duros y necesitamos que nos digan las cosas más y yo creo que eso es lo que estaba en la mente del Espíritu Santo porque esta verdad que ahora seguía era tan contracultural y tan inesperada en ese contexto cultural en que el Apóstol Pablo escribió que como que necesitaba explicación más a fondo, y necesitaba más matiz.

Por eso ahora el Apóstol Pablo dice: “.... Maridos, amad a vuestras mujeres” y ese verbo amar es el verbo “agapate” que es de donde viene la palabra “ágape” que es la expresión de amor más sublime que hay en el genero humano. En el griego original, que es un idioma muy rico, hay diferentes palabras para referirse al amor: está eros, storge, filios. Son diferentes tipos de amor, el amor de la amistad, el amor de la hermandad, el amor del hijo hacia la madre, el amor del amigo hacia el amigo, el amor erótico, biológico. Pero hay un amor que se reserva para ese sentimiento sublime que es ejemplificado por el afecto que Dios le tiene a la humanidad. Cómo Dios ama? La forma como Dios ama, una forma sublime, ejemplar, divina. El amor que lo llevó a sacrificar a su hijo. El amor que lo llevó a perdonar a nuestros pecados. Cuando estábamos sumidos en nuestros pecados Cristo murió por nosotros. El amor que lo lleva a perdonar, a tolerar, a darse.


Ese amor que está muy bien desarrollado en el Capítulo 13, de Primera de Corintios: “... si yo hablase lenguas humanas y angélicas y no tengo amor vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe”. Ese amor es el amor ágape, es el amor que nosotros como maridos debemos expresar hacia nuestras mujeres. Maridos amad, digan todos amad, amemos a nuestras mujeres así como Cristo amó a la iglesia. Es decir el amor en esa economía del matrimonio, el marido debe amar a su esposa con el mismo amor con que Cristo ama, el mismo amor con que Dios ama. Esa es nuestra meta. Yo ciertamente jamás podré amar a mi mujer como Cristo amó a la iglesia pero debo apuntar hacia ello, tengo que hacer todo lo posible. Esa debe ser mi meta, esa debe ser mi misión, ese debe ser mi trato en todo lo posible. Esposo que estás aquí, escúchame. La palabra del Señor te llama a amar en una forma muy deliberada a tu mujer. Es decir es un verbo activo. Amar no es solamente un sentimiento, un calorcito. Es una conducta. Es un acto de la voluntad, es un programa de vida, es una visión que tiene que regir todas tus acciones diariamente.

Tu debes amar activamente a tu esposa con el amor de Dios. Y en ese amor no hay espacio para el egoísmo, no hay espacio para la arbitrariedad, no hay espacio para el abuso emocional y ciertamente para el abuso físico. Eso no debiera ni siquiera mencionarse entre nosotros. No hay espacio para usted arrogarse el derecho de toda la autoridad y no compartir con sus hijos y su esposa. No hay lugar para la explotación, no hay lugar para la mentira, no hay lugar para nada que sea dañino y destructivo. Debe ser un amor puro, por eso es que dice: “... amad a vuestras mujeres” pero no se quedó contento con eso sino que dijo “... como Cristo amó a la iglesia”, para que no hubiera escapatoria. Cómo amó Cristo a la iglesia? Bueno, el mismo lo dice aquí “... que se entregó a sí mismo por ella”, es decir hasta la muerte. “... se entregó a sí mismo por ella” Cristo amó tanto a la iglesia que murió por ella.

Marido, esposo, estamos nosotros amando a nuestras mujeres de esa manera sacrificial? Aprovechamos nosotros la autoridad que Dios nos ha legado para expresar el liderazgo de Jesús en nuestros hogares? Ojalá que el Señor permitiera que nosotros podamos desempeñar un liderazgo en nuestros hogares que fuera como el de Cristo para con nuestras esposas, para con nuestros hijos.

Cómo expresó el Señor su liderazgo. El fue un líder siervo. Ustedes recuerdan de dónde viene esa expresión “líder siervo”, porque en una ocasión el Señor dijo: “... ustedes me llaman Señor y dicen bien porque lo soy” y entonces le pidió a uno de sus discípulos una palangana, una toalla y agua y les dijo a sus discípulos “quítense todos sus sandalias” y de momento esos pies que olían estoy seguro, no a azucena, El Señor comenzó a lavarlos y a limpiarlos. Imagínense esas sandalias y esos pies llenos de polvo de andar por esos caminos del Medio Oriente, y el Señor no tuvo temor de coger esos pies sudorosos y mal olientes y procedió a lavarlos, El, el creador de todo el universo. Y esa escena fue tan escandalosa para el Apóstol Pedro que dijo: “Señor, no, yo no puedo permitir algo tan escandaloso” y el Señor dijo: “Pedro, si yo no lo hago, no vas a ser parte de mi familia.”

El Señor quiso dejarle allí una imagen plasmada a toda la humanidad de que los líderes debemos usar nuestra autoridad para servir a aquellos sobre los cuales está nuestra autoridad, no para enseñorearnos de ellos. En nuestros países los líderes se sirven de la gente pero en el reino de Dios los líderes sirven a la gente. Debemos tratar de servir lo más posible a nuestros seres queridos que están alrededor de nosotros.

Hermanos, seamos siervos. No hay una manera de ser más feliz en la vida, hombres y mujeres, que servir. Sirva, sirva! Olvídese de usted mismo. Sirva a los que están a su alrededor. Dé generosamente. Despéguese, despréndase y usted verá como va a ser feliz en esta vida. Usted verá como llegará a ser una persona saludable emocionalmente y de bendición para otros. La gente va a querer invitarlo a comer su casa y va a querer que usted vaya a sus fiestas, porque usted va a ser una persona saludable, agradable emocionalmente. La persona que está siempre explotando, manipulando, sirviéndose a sí mismo con agenda secreta, escondida, mintiendo, buscando su propio yo va a perder lo que está buscando. El Señor dijo: “El que pierda su vida la ganará y el que gane su vida la perderá”.

Cuando tu pierdes tu vida y te dedicas a servir a tu esposa y a amarla, la comida va a resultar mejor inclusive. Ella te va a cocinar mejor, te va a bendecir más y te va a amar más y al tú servirla a ella, ella va a ser una esposa idónea para ti. El que gana eres tu, por eso es que el Apóstol Pablo dice aquí también “... porque nadie aborreció jamás a su propia carne sino que la sustenta y la cuida como también Cristo a la iglesia”. Por qué dice eso? Porque si el hombre y la mujer son una sola carne como dice la Biblia, cuando tu abusas de tu mujer, tu estás abusando de ti mismo. Es una ecuación matemática. Si A es igual a B y B es igual a C, A es igual a C. Si los dos somos uno, al abusar yo de mi mujer ya por el misterio de la unidad de matrimonio, yo estoy abusando de mi mismo. Cuando tu no tratas a tu esposa lo mejor posible tu estás haciéndote daño a ti mismo.

Eso es cierto, hermano. El líder que abusa de las personas que tiene bajo su liderazgo se hace daño psicológicamente a si mismo. El hombre que abusa de su esposa, de sus hijos, vive con una conciencia culpable, tiene el juicio de Dios sobre el, las personas que se suponen que lo amen y lo sirvan no lo van a hacer con gusto y va a ser un ser inferior y va a estar bajo pecado. Quién quiere ese estado?

Hermanos, amemos como Cristo amó a la iglesia. Entonces si la mujer se sujeta a su marido y el marido ama a su mujer, hay una bendición grande en la vida. Qué les parece si nos detenemos un poquito aquí y bajamos nuestras cabezas y a cualquiera que le quepa esto en cualquier medida futura o presente, yo quiero que hagamos un pacto en este momento. Yo quiero que mi liderazgo y mi posición como esposa, yo quiero un matrimonio bendecido en esta forma, yo me arrepiento de cualquier cosa que yo haya hecho para abusar de mi esposa en alguna manera. Y esposa, pídele al Señor que te de la capacidad para ser una esposa sujeta a tu marido y que pueda ese engranaje trabajar perfectamente. Hombres mansos, humildes, espiritualmente sanos y mujeres también sencillas de corazón, sujetas a su marido. Qué bendición! Eso es lo que queremos para nuestros hogares.

Quiera el Señor hacer eso posible hoy en día. Padre, estas palabras las recibimos en el nombre de Jesús. Yo la recibo en el nombre de Cristo. Ayúdanos a tener matrimonios Padre, que ejemplifiquen esta verdad. Padre, perdónanos cuando no hemos estado a la altura de ese mandamiento. Señor, por favor ayúdanos. Amén.

Hermanos, me quedan unos par de minutos. No quiere fallar dejando de tocar a los hijos. Pero esto es tan importante, está tan cerca de mi corazón como padre también. Yo quiero dirigirme hoy a cada joven que está aquí masculino y femenina. Youth in general, I want to address you for a moment, children as well, adolescents who are here. Please listen to this word of the Lord because it is for you. The Lord has spoken to us fathers or rather to husbands and to wives and now he speaks to children as well.

Dice: “… hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, es el primer mandamiento con promesa para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra”

Yo quisiera tener más tiempo para desempacar eso jóvenes, hijos y yo creo que no solamente jóvenes sino que a todos nos toca eso. Aquí la palabra clave es honra.

La palabra clave aquí es el honor. Es otro de los verbos. Al igual que para los hombres que dice el amor, el verbo clave para los niños es "honrar a tu padre y a tu madre", el honor de sus padres.

Honra, dice, a tu padre y a tu madre. Si cada uno de nosotros como hijos honráramos a nuestros padres, yo me tengo que preguntar eso todavía con mi madre que tiene 88 años, cada día. Estoy yo honrando a mi madre?

¿Estoy honrando a mi madre? Esa es la pregunta que yo me pregunto: como un hijo. Qué debo hacer para honrarla? ¿Qué significa honrar? No es un tipo de afecto pasivo que no se puede tolerar a los padres y los tratan con respeto básico. No, es más que eso.
Honrar no es solamente tolerar a mi padre y sujetarme ahí a regañadientes. No, honrar quiere decir, preferir, con solicitud

En honor a tratarlos con especial cuidado, con especial respeto, con gran diligencia. Para mostrar el afecto y el amor y respeto. Eso es lo que significa honor.

Honrar a nuestros padres quiere decir mostrarles una preferencia especial, amarlos de una manera reverencial, mostrar reverencia.

Que nuestros padres se sientan contentos de tenernos como hijos. Tu sabes cuál es una de las maldiciones de nuestra generación joven en nuestros días es que han perdido el honor a sus padres.

Uno de los mayores pecados de la generación joven de nuestra época es que muchos han perdido ese sentimiento de reverencia. Hemos perdido que, con la cultura hemos perdido la reverencia que debemos tener, el honor que debemos tener para nuestros padres y nuestras madres.

Para muchos hijos es como que yo tengo el derecho, tu me tienes que sostener. En estos días muchos hijos esperan que sus papás tienen el deber y es su obligación legal pero qué bueno cuando hay un hijo agradecido que tiene como propósito bendecir a su papá y a su mamá, hacerle fácil el trato y la disciplina.

Cuando un padre le pide a su hijo: “mira, me puedes hacer un favor de buscar esto a su mamá, de hacer algo, y en vez de ir a regañadientes y con toda la cara deshecha a buscárselo, decir “No, claro que sí, mamá. Claro que sí, papá”. Cuando hay que cederle una silla al padre o a la madre, honrarlo frente a otras personas.

Eso es lo que estamos hablando, de manera diligente y se muestra el amor hacia sus padres y hacer que sea fácil para ellos para ser su padre o su madre, a preferir por encima de todas las cosas, no hacer nada para sentir su corazón, al amor activamente y con mucho gusto a acatarlas.

El Apóstol Pablo dice que es el primer mandamiento con promesa.

Es el primer mandamiento que tiene una promesa que se le atribuye. En otras palabras, cuando Dios dijo: "Honra a tu padre ya tu madre", también dijo que "a fin de que le vaya bien a usted". Hay una promesa allí.

Cuando un hijo honra a su padre y a su madre, hay una bendición que va a seguir a ese hijo. Yo creo que hay mucha gente hoy en día, en su vida de adultos que no están disfrutando como debieran en sus vidas, porque hay condenación sobre ellos. No han honrado a su padre y a su madre, no los han tratado bien. Cuando un hijo entiende ese mandato del Señor, que debe honrar a su papá y a su mamá y lo ve como algo sagrado, Dios bendice a ese hijo y lo prospera en su futuro. Hay una bendición que está sobre el.

Ahora cuando un hijo no honra a su padre y a su madre, cuando le hace la vida difícil, el Señor enjuicia a ese hijo o a esa hija. Estás tu honrando?

Es importante dar preferencia, el cuidado que ellos necesitan. Claro, para los padres hay también esa idea: “no abusemos de nuestros hijos, no seamos arbitrarios con ellos, no los oprimamos, no les hagamos daño, no nos pongamos sobre ellos y no les hagamos la vida imposible porque eso no es de Dios tampoco.” Hagámoslo con sano temor y amor al Señor.

Qué les parece? Mujeres que sujetan a sus maridos, maridos que aman afectivamente a sus mujeres, padres que cuidan a sus hijos y los tratan bien e hijos honran activamente a sus padres y a sus madres. No les parece una receta para bendición, y para gozo y para armonía en el hogar?

Gloria a Dios, quiera el Señor que así sea. Que en esta mañana podamos tratar de incorporar estas verdades tan difíciles porque requiere que muramos al yo y que muramos a nuestras agendas escondidas. Muramos a nuestras agendas personales para que la gloria de Dios sea establecida y que el Señor se encargue entonces de distribuir su bendición como El quiera y no como nosotros queramos, buscando nuestras ventajas muchas veces.

Gloria al Señor. Recibimos esta enseñanza, hermanos? Recíbala en su corazón. Gracias. Gracias, Jesús. Gracias, Señor.

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