15 mayo 2015

Las llamadas Familias Ensambladas

En las llamadas “familias reconstituidas” conviven los padres con hijos de anteriores matrimonios y donde las relaciones no son siempre fáciles Cuando una pareja decide formar una vida en común y uno de los dos, o ambos, aportan hijos de anteriores relaciones, la familia se enfrenta a una convivencia en la que pueden darse “problemas” o conflictos diferentes a los que se registran en la familia estable o armónica. El punto de partida es siempre como se ha llevado la separación anterior a esta nueva convivencia. Aunque ningún divorcio es fácil y todos dejan huella en los niños, unos hijos que han sufrido un proceso traumático con peleas o en el que uno de los padres se ha visto muy dañado, no aceptarán de la misma forma a la pareja de su padre o de su madre, que aquellos que lo han vivido de una forma más tranquila y que ven que ambos han rehecho felizmente su vida. A muchos de estos niños no les gusta el nuevo novio de sus padres, pero salvo excepciones, no se trata de nada personal contra ella, sino simplemente que la ven como un intruso e, incluso, le pueden responsabilizar de la ruptura de su núcleo familiar. A veces, los niños que se sienten dolidos por la separación de sus padres, se encargan de transmitir su rabia al recién llegado y le pueden “hacer la vida imposible” e incluso intentar boicotear la nueva relación. Lo perciben como un posible rival con el que compartir el cariño de su madre o de su padre y no lo aceptan. Como en todas las relaciones interpersonales, es fundamental el diálogo para explicarles, por pequeños que sean, la nueva situación y dejarles claro que no volverán a estar todos juntos como antes, que se les sigue queriendo y que el día a día sigue siendo seguro. Una vez aceptada la nueva pareja, lo que hay que cuidar son los posibles problemas de autoridad entre los adultos. Obviamente unos niños que viven en casa con su padre o madre y su nueva pareja, deben obedecer las normas, pero a veces se plantean conflictos entre lo que dice su padre, su madre y el nuevo “papá” o “mamá” con la que conviven en el día a día. En ocasiones el niño cree que obedeciendo o aceptando esa situación está traicionando a su madre o padre que ya no forma parte de esta nueva familia. En otras los hábitos de una casa son diferentes a las de otra, lo que les puede provocar en los hijos no saber qué hacer. Muchas situaciones incómodas pueden evitarse o minimizarse partiendo de cuestiones básicas. En estas familias “ensambladas”, al igual que en la familia corriente, el eje debe ser el matrimonio y los adultos deben educar a los niños. Para ello es fundamental el sentido común y el dialogo de todos los adultos, padres biológicos y nuevas parejas, para determinar sobre qué temas se puede compartir la autoridad y en cuales la decisión o las normas las deben marcar sólo los padres naturales. 
Nuevas parejas
En cualquier caso, las parejas que conviven con hijos que “no son suyos” deben saber que no pueden hacer de padre o madre, porque el niño ya tiene el suyo propio, pero tampoco debe comportarse como un amigo o un colega de los niños, sino que debe comportarse como un adulto, respetando y haciéndose respetar. Tampoco puede forzar un cariño o un vínculo que necesita tiempo para formarse, aunque no debe dudar que, aunque al principio no sea fácil, todo irá encajando si pone de su parte paciencia, respeto y sobre todo cariño, ya que según coinciden los expertos “el cariño de un niño no se da, se gana”. Tampoco hay que caer en la tentación de intentar comprar este afecto con regalos o siendo más permisivos, ya que el niño se dará cuenta y sin duda se aprovechará de esa situación.
Padres biológicos
Los padres por su parte suelen sentirse culpables y se dejan manipular por los hijos. Es mejor que ayuden a que los niños acepten la nueva situación aunque no sea la que los pequeños hubieran querido. Los padres juegan un papel primordial, primero haciendo que la pareja acepte a sus hijos y después consiguiendo que éstos le obedezcan en la rutina diaria. Padres fuera del hogar En cuanto al padre o madre biológico que no forma parte de la nueva familia debe respetar a la nueva pareja y evitar los celos, saber cual es su papel, que es insustituible y fundamental para el buen desarrollo de los niños, y, aunque sea muy duro, aceptar que los niños lleguen a querer a la pareja del otro, ya que de otra forma lo único que harían sería perjudicar a sus propios hijos. Aunque para los hijos puede no ser fácil y con su comportamiento en ocasiones alteran la buena convivencia, son los adultos quienes deben realizar el mayor esfuerzo para que las relaciones mejoren y no esperar en los niños más madurez de la que tienen por su momento evolutivo. No existen recetas mágicas, pero sí sentido común: -Hablar con los hijos para que expresen como se sienten -Dejar claro que no se trata de que nadie sea remplazado -Ser firmes al no permitir cualquier intento de boicot a la nueva pareja o de intento de separarlos o chantaje -Ir paso a paso. La paciencia es una virtud. - Pactar entre padres y nuevas parejas las pautas educativas fundamentales y admitir que en la rutina diaria de cada casa los niños deban obedecer sus normas.
AVISO A LOS PADRES
El Evangelio nos dice que, un buen árbol no produce mal fruto, y que un árbol malo no puede producir fruto bueno. Lo que aprendemos de esto, es que un buen padre cría hijos buenos. Pero que si los padres son débiles, ¿cómo pueden ser sus hijos virtuosos? ¿Acaso, dice Nuestro Señor, en el mismo Evangelio, se recogen uvas de los espinos, e higos de los abrojos? (San Mateo 7:16). Así es imposible, o de hecho muy difícil, encontrar hijos virtuosos, quienes hayan sido criados por padres inmorales. Padres, deben estar atentos a este sermón, de gran importancia para la salvación eterna de Ustedes y de sus hijos. Esten atentos, jóvenes, hombres y mujeres que todavía no has elegido tu estado de vida. Si deseas casarse, tienes que aprender las obligaciones que se adquieren en la observancia de la formación de tus hijos, y debes aprender también, que si Ustedes no llenan esa expectativas, traerán sobre Ustedes y sobre sus hijos la condenación. Dividiremos esto en dos puntos. En el primero, mostraremos lo importante que es formar en los hijos hábitos de virtud; y en el segundo mostraremos con qué cuidado y diligencia un padre debe trabajar para que crezcan bien. Un padre tiene dos obligaciones para con sus hijos; está obligado a proveerlos de sus necesidades corporales y de educarlos en la virtud. No es necesario extendernos sobre la primera obligación. Pero, discutamos sobre la formación que es la materia de nuestro artículo. Ciertamente que la futura buena o mala conducta de un hijo depende si se ha criado bien o pobremente. La naturaleza, por si misma, enseña a cada padre a atender la educación de su descendencia. Dios le da hijos a los padres, no para que pueden asistir a la familia, sino para que crezcan en el temor de Dios, y sean conducidos en el camino de la salvación eterna. Los hijos no han sido otorgados a los padres como un regalo, del que se pueda disponer a placer. Los hijos han sido confiados, por esta confianza, y si se pierden por negligencia, los padres deberán rendir cuentas a Dios. Un gran Padre de la Iglesia dijo, que en el día del juicio, los padres tendrán que rendir cuentas por todos los pecados de sus hijos. Así que aquel que enseña a su hijo a vivir en el bien, tendrá una feliz y tranquila muerte. El que instruye a su hijo ... cuando llegue la muerte no sentirá pena, Porque deja a los suyos un defensor frente a sus enemigos. (Eclesiástico 30:3,5) Y podrá salvar su alma por medio de sus hijos, es decir, por la formación virtuosa que les dio. Se salvará mediante su maternidad. (I Tim. 2:15) Por otro lado, una difícil y triste muerte tendrán aquellos quienes solamente trabajaron para incrementar sus posesiones o multiplicar los honores familiares, o aquellos quienes viven solo por dejar a sus hijos comodidades y placeres y no les procuraron valores morales. El Apóstol Pablo dice que aquellos padres son peores que infieles. porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo. (I Tim.5:8) Aquellos padres que prefirieron llevar una vida de piedad y continua oración, de comunicación diaria, debieron condenarse si por negligencia descuidaron a sus hijos. Si todos los padres cumplieran con su deber de vigilar la formación de sus hijos, tendríamos muy pocos crímenes. Por la mala educación que los padres dan a su descendencia, causan que sus hijos, caigan en graves vicios; y los entregan así al verdugo. Así sucedió en un pueblo: un padre quien fuera la causa de todas las irregularidades de su hijo, fue justamente castigado por sus crímenes con gran severidad, más aún que sus hijos. Gran infortunio es para los hijos tener padres viciosos, incapaces de inculcar en sus hijos el temor a Dios, aquellos que ven a sus hijos con malas compañías y en riñas, y en lugar de corregirlos y castigarlos, les tienen compasión y dicen: “¿Qué puedo hacer? Son jóvenes, esperemos que cuando maduren se alejen de ello”. ¡Qué palabras tan débiles, qué educación tan cruel! ¿En verdad, esperan que cuando los hijos maduren lleguen a ser santos? Mirá lo que Salomón dice: Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. (Prov. 22:6). Y también deben prestar atención a este versículo: Sus huesos están llenos de su juventud, Mas con él en el polvo yacerán. (Job.20:11) Cuando una persona joven ha vivido con malos hábitos, los llevará a la tumba. Las impurezas, blasfemias y odios, a los que se acostumbró en su juventud, lo acompañarán hasta la tumba, y dormirán con él hasta que sus huesos sean reducidos a cenizas. Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo. (Prov. 19:18) Es muy sencillo, cuando son pequeños, entrenar a los hijos en la virtud, pero cuando llegan a la madurez, es igual de difícil corregirles, si han aprendido los hábitos del vicio. Vayamos al segundo punto, que es, sobre los medios para formar a los hijos en la práctica de la virtud. Yo les ruego, padres de familia, que recuerden siempre lo que ahora les voy a decir: de la formación depende la salvación eterna de sus propias almas y de las almas de sus hijos. Pablo nos enseña en pocas palabras, en lo que consiste la educación correcta de los hijos. Nos dice que ésta consiste en la disciplina y corrección. Disciplina es igual a regulación religiosa de la moral en los niños, implica una obligación de educarles en hábitos de virtud, por medio de la palabra y el ejemplo. Primero, por las palabras un buen padre debe inculcar a su hijo el santo temor de Dios. El sabio dice, que un hijo bien educado es el soporte y consuelo de su padre. Corrige a tu hijo, y te dará descanso, Y dará alegría a tu alma. (Prov 29:17) Así como un hijo bien formado es la alegría para el alma de su padre, un hijo ignorante es fuente de tristeza para el corazón de su padre, la ignorancia de sus obligaciones como cristiano siempre acompañarán a una mala vida. Se cuenta que en el año 1248, a un sacerdote ignorante le fue ordenado, durante cierto sínodo, hacer un discurso. El sacerdote estaba muy agitado por la orden y el diablo se le apareció y le dijo: “Los rectores de la oscuridad infernal saludan al rector de los parroquianos, y le agradecen su negligencia en la instrucción de la gente; ya que de la ignorancia proceden las faltas y la condenación de muchos”. La misma verdad es para los padres negligentes. Un padre tiene la obligación de instruir a sus hijos en las verdades de la Fe. ¿Podría ser admitida la excusa de un padre o una madre, que diga:¿Puede un pecado justificar otro? Si sos ignorante, entonces tenes la obligación de aprenderlos, y enseguida enseñárselos a tus hijos. Que cosa tan miserable es ver a los padres y a las madres, incapaces de instruir a sus hijos e hijas en la doctrina Cristiana, empleándose en ocupaciones de poca monta, y cuando ellos crecen, no saben el significado de pecado mortal, de Infierno o de eternidad. No saben siquiera el Credo, el Padre Nuestro, los cuales todo cristiano está obligado a aprender bajo pena de pecado mortal. Los padres religiosos no solamente pueden instruir a sus hijos en estas cosas, que son las más importantes, sino también pueden enseñarles lo que se debe hacer cada mañana al amanecer. Enseñarles primeramente agradecer a Dios por haber preservado su vida durante la noche, en segundo lugar ofrecerle a Dios todas las buenas acciones que harán y todos los sufrimientos que pasarán diariamente, también implorar a Jesucristo que los preserve de todo pecado durante el día. Enseñarles, al anochecer hacer un examen de conciencia y un acto de contrición. También les deben enseñar actos de Fe, Esperanza y Caridad. Algunos buenos padres de familia tienen cuidado en obtener un libro de meditaciones para leerlo y tener oración mental comunitariamente media hora al día. Esto es a lo que el Espíritu Santo nos exhorta a practicar. ¿Tenéis hijos? Instruirles la mente desde su niñez. Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error. (Ecl. 7:25) Entrenadles estos hábitos religiosos desde la infancia y cuando crezcan ellos perseverarán en ellos. La Reina Blanche, madre de San Luis Rey de Francia, acostumbraba a decirle a su hijo: “Hijo mío, preferiría verte morir en mis brazos, antes que en pecado”. Por lo tanto, que sea vuestra práctica, la que también infunda en vuestros hijos ciertas máximas de salvación, porque, ¿De que serviría ganar el mundo entero si perdemos nuestras propias almas? Todo en este mundo tiene un final, mas la eternidad nunca termina. Una de estas máximas bien impresas en la mente de una persona joven, la preservará siempre en Gracia de Dios. Sin embargo, los padres están obligados a instruir a sus hijos en la práctica de la virtud, no solamente por medio de palabras, sino, también con el ejemplo. Si das a tus hijos mal ejemplo, ¿cómo esperas que sigan una vida correcta? Cuando un joven libertino es corregido por una falta, su respuesta será: “¿Por qué me censuras, si mi padre hace cosas peores?" ¿Es posible para un hijo ser religioso y moral cuando ha tenido por ejemplo el de su padre de blasfemias y obscenidades, cuando pasa el día entero en los bares, casas de juego, cuando frecuenta casas de mala fama, y defrauda a su vecino ¿Esperas que tu hijo frecuente el agradecimiento, cuando vos mismo no lo haces ni una vez al año? Una fábula nos relata, que había un cangrejo que reprendía a sus hijos por caminar torcidamente, estos replicaron, “padre, veamos como caminas.” El padre caminó delante de ellos, aún más torcidamente que sus vástagos. Esto sucede cuando un padre da mal ejemplo. Por esto no tendrá el valor de corregir los pecados de los suyos cuando él mismo los comete. Para formar a los hijos en la disciplina del Señor, es también necesario alejarles de la ocasión de hacer mal. Un padre debe prohibir a sus hijos salir por las noches, o a una casa en la que su virtud está en peligro, o tener malas compañías. Despide, dijo Sara a Abraham, a esa esclava y a su hijo. (Gen. 21:10). Sara deseaba que Ismael, el hijo de Agar la concubina, fuera apartado de su casa, para que su hijo Isacc no aprendiera los vicios de aquel. Las malas compañías son la ruina de los jóvenes. Un padre debe no solamente alejar de sus hijos el mal del cual es testigo, sino que debe prevenir la conducta de sus hijos e informarse sobre las familias y los lugares que frecuentan, vigilar sus ocupaciones y compañías. Un padre debe prohibir a sus hijos que lleven a casa objetos robados. Los padres deben prohibir a sus hijos toda clase de juegos que traigan destrucción a las familias y a sus almas, Los santos están en el Cielo, porque los santos que están en la tierra son carne y si están próximos a las ocasiones, pueden convertirse en demonios. Existen padres que cuando son testigos de las faltas que se comenten en la familia, permanecen en silencio. Por temor de desagradar a sus hijos algunos padres rehúsan a corregirlos, pero, si ves a un hijo en una piscina y en peligro de ahogarse, ¿no sería cruel tomarlo de los cabellos y salvarle la vida? El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige. (Prov. 13:24) Si amás a tus hijos, corregilos, mientras crecen He dicho con la vara y no con un palo, debés corregirlos como un padre y no como un carcelero. Debés tener cuidado de no golpearles con pasión, porque entonces vos estarías en peligro y la corrección quedará sin fruto si se les golpea con mucha severidad y ellos creerán que el castigo es el efecto de la ira y no el deseo de tu parte por enmendar sus vidas. Tengo algo más que agregar, y es que Ustedes Padres o Madres deben corregirlos mientras están creciendo, para que cuando ellos alcancen la madurez, tu corrección no sea poca y veas el fruto. Debes abstenerse de corregirlos con la mano, de otro modo, se harán perversos y perderán el respeto hacia vos. ¿Qué tan correcto es usar injurias y blasfemias al corregir a los hijos? Priválos de algún alimento, de algunos artículos del vestido, o mandálos a su cuarto, o no los dejes salir con los amigos. Hemos dicho suficiente. La conclusión de este discurso, es que aquel que haya formado mal a sus hijos, deberá de ser severamente castigado y aquel que los haya formado en la virtud, recibirá una gran recompensa. Si vos has tenido el valor de leer este sermón, que más que una valiosa advertencia, es la exigencia que necesita permanecer profundamente en la mente de los padres. Si vos haces copias de esta charla y lo distribuyes a muchos padres, será agradable a Dios y vos estarás acumulando tesoros en el cielo, ya que este tipo de instrucción es la que todos los padres de familia necesitan en la difícil tarea de criar a sus hijos. Dios te bendiga en tan noble tarea.

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